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Edurne Portela. José Ramón Ladra
Edurne Portela: «El amor romántico es un ideal perverso»
Entrevista

Edurne Portela: «El amor romántico es un ideal perverso»

«Las mujeres estamos educadas en la culpa», asegura la autora de 'Formas de estar lejos'

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Viernes, 8 de marzo 2019, 17:12

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A Edurne Portela (Santurce, Vizcaya, 1974) le hubiera gustado no tener que escribir 'Formas de estar lejos' (Galaxia Gutenberg). Es su segunda novela y explora un tipo de violencia machista «casi invisible pero tan dañina como la más brutal». Ese maltrato sin puñetazos ni agresiones físicas, pero que anula a las mujeres que lo padecen, mina su autoestima y dinamita sus emociones. Unas mujeres a menudo «educadas en la culpa» y víctimas «del perverso ideal del amor romántico».

«Escribir de una lacra como esta es el primer paso para combatirla», reconoce la escritora, que debutó como narradora con 'Mejor la ausencia', una indagación en torno a la violencia en la Euskadi de los ochenta. Ahora visibiliza «un tipo de violencia que no se entiende como tal, pero que tiene que ver con actitudes y comportamientos muy dañinos y normalizados». La muestra a través de Alicia y Matty, una pareja joven y enamorada, con formación intelectual y futuro, que inicia una vida juntos en un pequeño pueblo de Estados Unidos.

«Alicia vive una situación de aislamiento social y desarraigo e interioriza el miedo y la angustia, algo que forma parte de un proceso muy largo», explica Portela. «Está trasplantada de su pueblo en Euskadi, donde se sentía protegida, con una vida normal y relaciones afectivas sólidas, a un pueblo de Estados Unidos donde no entiende los códigos ni el lenguaje». Vive en una burbuja universitaria, «donde la violencia toma un carácter mas sutil», y con Matty, «un maltratador sin conciencia de serlo, que es una especie muy abundante».

«No es un energúmeno. No encaja en el patrón del varón iracundo, de clase social baja y con poca formación que usa la violencia como forma de dominio de la mujer», explica la escritora. «No se ve a sí mismo como ese tipo violento con camiseta de tirantes, una lata cerveza en una mano y que pega a su mujer con la otra», agrega. No agrede a Ali físicamente, pero no deja de violar su intimidad y su autoestima sin remilgos: lee su diario, la controla social, sexual y económicamente. «Cuando te permites traspasar esos límites ¿qué es lo siguiente? A veces es muy difícil reconocer dónde está la frontera y el inicio del maltrato», plantea Portela.

Ali inicia su relación con Matty «bajo esa idea del amor romántico qué es tan perniciosa como perversa», y «con la ceguera del enamoramiento, que no es amor». «Las mujeres estamos educadas en la culpa de sentir que nos debemos al otro, de asumir siempre las responsabilidades. Ante la agresión, la primera reacción es la autocrítica: preguntarse qué he hecho para ofenderle en lugar de cuestionarle», señala.

Sumisión

«El amor romántico es prescriptivo. Hace actuar de determinadas maneras a hombres y mujeres. Para ellas instaura el ideal de la sumisión, de dejarse llevar por el amor para alcanzar el ideal de pareja; un proceso que tiene mucho que ver con el sacrificio femenino y en el que la mujer siempre pierde», lamenta Portela. «Supone, al final, darlo todo por el otro y adecuar el deseo a lo que se espera de ti, tanto si hablamos de matrimonio, de maternidad o de los cuidados de los demás», asegura.

¿Novelas cómo esta pueden alertar a las víctimas más jóvenes? «Ojalá sirviera a jóvenes y no tan jóvenes. Quizá para muchos lectores, hombres y mujeres, sea un espejo de actitudes y comportamientos inadmisibles que hemos normalizado. Ni mi generación ni las posteriores somos muy conscientes de hasta qué punto no tenemos muy claros esos límites en las relaciones», señala la escritora.

La etiología de la violencia está en el centro de la obra de esta doctora en Literaturas Hispánicas que se pasó casi dos décadas en campus estadounidenses y que desentrañó la violencia en Euskadi en ensayos como 'El eco de los disparos'. «Me habría gustado no tener que escribir mucho de lo que he escrito. Siempre es difícil escribir de la violencia, pero abordo los temas que me tocan, me provocan, me enrabietan y me entristecen. Escribo desde esa incomodidad, desde el deseo de entender mejor las cosas que me afectan», reconoce.

A pesar de todo, se confiesa optimista. Cree que el caso de violencia contra las mujeres «estamos haciendo cosas impensables hace unos años». «El feminismo, tras décadas de lucha, estaba muy circunscrito al ámbito del pensamiento y ahora se está popularizando y aceptando como una forma de entender la realidad, no como una moda, y eso es lo que le da miedo a la ultraderecha», asegura. «Hay hombres y mujeres de todas las generaciones que asumen ese movimiento como una nueva manera de mirarse a sí mismos, de entender las relaciones y el mundo», celebra Portela.

Lamenta, por contra, que la campaña de propaganda antifeminista «esté haciendo que muchos chavales no tengan claro qué es el feminismo». «Hay que educar los chicos y las chicas en que feminismo es una visión de la realidad y del mundo basada en la igualdad, y que formaciones ultra dejen de mentir sobre lo que es o no es el feminismo», concluye.

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