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Lisbeth Salas
Chantal Maillard: «Seguir o no con vida es una elección personal»

Chantal Maillard: «Seguir o no con vida es una elección personal»

La poeta malagueña regresa a las librerías con 'Las venas del dragón', un ensayo sobre pensamiento oriental: «La libertad ha de ser ética»

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Lunes, 15 de noviembre 2021, 00:43

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Advierte de que sus respuestas serán breves. Chantal Maillard (Bruselas, 1951) no es una escritora al uso. Alejada de los círculos literarios, apenas hace promoción de sus libros. Se resiste a conceder entrevistas, a diferencia de la mayoría de sus colegas. «Mientras me retienen en esto», explica a este periódico, «no puedo pasar a otra cosa». Y enseguida cae la primera reflexión, rotunda como una lección incontestable: «Y el tiempo de la propia vida es limitado».

Acaba de publicar 'Las venas del dragón', un ensayo editado por Galaxia Gutenberg que reivindica las enseñanzas iniciales de tres corrientes orientales de pensamiento: confucianismo, taoísmo y budismo. De la primera rescata el buen gobierno, la necesidad de saber gobernarse a uno mismo antes de pretender dirigir un Estado; de la segunda, la armonía con el entorno y la convicción de la pertenencia al medio, y de la tercera, la comprensión de nuestra propia naturaleza, la observación del yo.

Maillard, que desde niña reside en Málaga, Premio Nacional de Poesía por su colosal 'Matar a Platón' y Premio Nacional de la Crítica por 'Hilos', un ejercicio de resistencia contra el duelo por el suicidio de su hijo («Aceptad mi silencio: lo mejor / de mí»), puede ser breve pero nunca insustancial.

–¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su propia consciencia?

–Cuando el temor a desaparecer al respirar el gas anestésico me llevó a mirar lo que pasaba detrás de mis párpados.

–¿Y cómo le ha influido, de qué le ha salvado, la posibilidad de distanciarse de sí misma?

–Tomar distancia de «una misma» no sólo nos permite mantener la calma en circunstancias adversas y actuar correctamente, también nos ayuda a atravesar los períodos más oscuros.

–¿En qué momento el conocimiento, la idea, se pervierte hasta convertirse en ideología?

–Cuando en lugar de comprensión hay creencia.

–¿Y cuándo lo mental deriva en sentimental?

–Cuando una idea se adhiere a una emoción.

–¿Estamos a tiempo de volver a ser inocentes?

–Tal vez, si atendiésemos más al cuerpo que al ruido de los discursos...

–¿Es posible aprender algo de la crisis climática o la pandemia sin desprenderse de una visión antropocentrista del mundo?

–Desprenderse del antropocentrismo y tomar consciencia de que nosotros también pertenecemos al «medio» es condición sine qua non si queremos rectificar el rumbo.

–¿Qué piensa cuando ve que el marketing se ha apoderado también del ecologismo? ¿Es la sostenibilidad el nuevo caramelo del capitalismo?

–Que la mejor manera de neutralizar al enemigo es llevándoselo a sus filas es algo que han sabido siempre todos los sistemas de poder. Lo que hemos de tener presente es que todo -ismo es peligroso. Por eso hablo de ecosofía y no de ecologismo, de conocimiento del hábitat y no de discurso de hábitat.

–¿Le ha sorprendido la sumisión generalizada frente al recorte de libertades al menos aparentes por la pandemia?

–Una cosa es la sumisión y otra, la comprensión de una necesidad común. La libertad, para serlo, ha de ser ética.

–¿Qué ha dejado de hacer por miedo al contagio?

–No me ha hecho falta dejar de hacer nada de lo que por lo general hago.

–Para los confucianos, el mal gobierno pierde su legitimidad. Pero en Occidente nos hemos acostumbrado a ser gobernados bajo la mentira y los compromisos incumplidos. ¿Cómo es posible rebelarse sin aniquilar la democracia?

–Todo sistema de gobierno falla cuando quienes están en el poder no saben gobernarse a sí mismos y mirar por el bien común. Y el bien común, hemos tenido ocasión de constatarlo, traspasa por completo los límites de la especie humana.

–Habla de una «educación del carácter». ¿A qué se refiere?

–Hablo de una educación senti-mental, por cuanto que los llamados «sentimientos» no son sino ideas cargadas de emoción. La educación política que necesitamos consiste en educarse en la ecuanimidad y el desprendimiento del interés personal.

–¿Cómo es posible despojarse del yo bajo una lluvia constante de estímulos destinados a agitar la mente? ¿Sería ese estado, la quietud mental, algo parecido al nirvana budista?

–Nirvana es una palabra sánscrita que significa literalmente «no agitación». Si somos capaces de dejar pasar las imágenes generadas por los estímulos sin hacerles caso, la agitación se calmará.

–¿Qué podemos aprender del pensamiento oriental sobre la aceptación de la muerte como parte de la vida?

–La muerte no es el envés de la vida, sino su condición de posibilidad. Esto es algo que las tradiciones de India y del lejano Oriente nunca han perdido de vista. Si no comprendemos que la desaparición forma parte de la vida es que hemos desaprendido lo fundamental.

–¿Forma el suicidio parte de la reivindicación de una muerte digna?

–Seguir o no con vida es una elección personal. Nadie tiene derecho a inmiscuirse, a ese respecto, en la libertad de otros.

–¿Hay alguna fórmula para sanar el dolor por la pérdida? ¿Hasta qué punto, en nuestra sociedad, el duelo queda contaminado por la inmediatez dominante? En otros lugares los velatorios se prolongan durante más de una semana, algo impensable aquí.

–¿Acaso la existencia es otra cosa que la historia de nuestras pérdidas? ¿Puede curarse la existencia? Darles un espacio a los que se fueron en nuestro día a día ayuda a valorar la vida por lo que tiene de efímero.

–¿Cómo valora el destierro de la Filosofía de la educación obligatoria?

–Como un paso más en la progresiva inhabilitación de las generaciones futuras para formular un discurso racional con sentido.

–¿Mantiene las ganas de matar a Platón?

–Dado que siempre resucita, no compensa el esfuerzo.

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