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Cristóbal Villalobos firma la edición y el prólogo. Migue Fernández
Castigo y redención de Agustín de Foxá
Feria del Libro

Castigo y redención de Agustín de Foxá

Cristóbal Villalobos presenta en la Feria del Libro 'A las orillas del Ladoga', que muestra la mediación del diplomático al repatriar a soldados presos de los alemanes

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Jueves, 2 de mayo 2019, 00:03

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Un destino diplomático siempre suena estimulante. Pero cuando te envían en plena II Guerra Mundial a la fría Finlandia como único representante de la delegación española no parece un premio. Y para Agustín de Foxá no lo fue en absoluto. De hecho cambió un agradable puesto de agregado en Italia cuando le soltó una fresca al marido de la hija de Mussolini, el conde Galeazzo Ciano. El yernísimo, famoso por sus cuernos, le dijo al español que la bebida lo mataría, y De Foxá le descerrajó una contestación cargada de mala uva e ironía al decirle que, al menos, a él no lo mataría el torero Marcial Lalanda. Aquello creó todo un conflicto entre Roma y Madrid, lo que provocó la salida precipitada del escritor de la dictadura del Duce y su envío al país nórdico, con la II Guerra Mundial a las puertas del helado paisaje. Un «castigo» en toda regla, como reconoce el escritor e historiador Cristóbal Villalobos, que acaba de recopilar los artículos, documentos y cartas desde Finlandia en 'A las orillas del Ladoga', que ayer presentó en la Feria del Libro de Málaga. Una condena en plato frío para el díscolo diplomático, escritor, falangista y noble español que, no obstante, acabó encontrando una inesperada redención.

El libro

  • 'A las orillas del Ladoga' Autor: Agustín de Foxa. Edición y prólogo de Cristóbal Villalobos. Artículos, poemas y cartas. Editorial: Renacimiento. 260 páginas. España. 2019. Precio: 17,90 euros.

Villalobos sostiene que, si se elimina ese marco temporal del conflicto mundial, este volumen es en esencia un «libro de viajes» que descubre la mirada curiosa, nostálgica y romántica de Agustín de Foxá, que a través de artículos, poemas y cartas descubre la vida en Finlandia, los paisajes y el costumbrismo cotidiano de un país muy diferente pero en el que el autor encontraba paralelismos, como los bosques que le recordaban a Soria. No obstante, el momento histórico también tiene un gran protagonismo en la estancia del marqués de Armendáriz en el lago Ladoga, frontera entre Finlandia y Rusia.

Así, en aquel 1941, Hitler había invadido la Unión Soviética y el país nórdico era aliado de Alemania en esa contienda. Allí llegó el escritor y diplomático madrileño como encargado de negocios del Gobierno de Franco. «En los artículos, que se publicaban en 'ABC' y eran muy seguidos, realiza crónicas de guerra y relata los bombardeos de Leningrado y la ciudad ardiendo», explica Villalobos, que añade que Agustín de Foxá visitó el frente ruso junto al corresponsal de guerra italiano Curzio Malaparte, que más tarde convertiría al español en personaje de su célebre novela sobre los horrores de aquel conflicto, 'Kaputt'.

Aquellas descripciones desde primera línea destacaban por su calidad literaria, aunque la condición de destacado falangista de De Foxá –pasa por ser uno de los creadores del 'Cara al sol'– provocó su olvido, un 'exilio' del que lo rescataron Francisco Umbral, Andrés Trapiello o Manuel Alcántara al reivindicar su maestría periodística y poética, como recuerda Villalobos. El autor, cuyos primeros versos fueron editados por el malagueño Manuel Altolaguirre ('La niña del caracol'), no llevaba muy bien el frío e incluso padeció enfermedades durante su etapa finlandesa, como lo demuestra la carta en la que pide a sus padres que le envíen medicamentos. Los poemas también muestran el peso de la memoria en la distancia cuando habla de cultura, literatura y del pasado, aunque uno de los grandes descubrimientos de 'A las orillas del Ladoga' es precisamente el pasaje histórico que hace referencia el título de este libro.

Así, Agustín de Foxá relata como en el cerco de Leningrado lucharon españoles a ambos lados de las líneas. Muchos de aquellos soldados eran antiguos niños de la guerra civil llevados a Rusia, que habían caído presos de los alemanes. «Pese a su salud, cuando se enteró se montó en trineo para hacer un viaje de varios días bajo cero convirtiéndose en un hombre de acción, un antihéroe que fue al campo donde estaban detenido sus compatriotas, a los cuales consiguió salvar y repatriar», asegura Villalobos que ha añadido documentación facilitada por la familia del escritor con los informes de las decenas de prisioneros que sacó del frío y de la guerra. Una situación ante la que no permaneció impasible este hombre que llegó a la guerra como castigo a su incontrolable y divertida lengua.

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