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Francisco Griñán
Sábado, 9 de abril 2016, 01:36
Pechakucha viene a ser a las conferencias lo que los 140 caracteres del twitter a las redes sociales. Se permite la verborrea pero no más de seis minutos. Con esa premisa y con la excusa de la lectura se organizó anoche el volumen 15 de estos encuentros parlantes en el que tuvieron cabida desde ilustradores a periodistas, pasando por las Ong.
Precisamente, gracias a la organización no gubernamental Asociación Tero, la mayor parte de los presentes conoció los misterios del vermicompostaje, que está ayudando al desarrollo de zonas atrasadas de América Latina. Por su parte, Alejandro Carrasco mostró los secretos de El diseño emocional, mientras que el dibujante Omar Janaan puso en escena la manera más original de buscarse las habichuelas: pedir que no lo contraten. Algo que no consigue a pesar de haber hecho del lema Worst of (lo peor de) la marca de la casa. Sus dibujos han encandilado a Berasategui o Arguiñano, y solo hace recibir encargos. «Pero yo solo quiero divertir con mis dibujos», aspiró el autor que al final reveló su fórmula del éxito: «Reiros de todo ante todo».
De humor también andaba sobrada Estefi Martínez, más conocida como Pedrita Parker, que con sus particulares ilustraciones lanzó algunas recomendaciones. Alguna muy práctica: «Ojito con lo que lanzas al mundo, porque todo viene de vuelta». Y otras también saludables: «Haz lo que ames... a no ser que sea comer».
La noche la abrió el periodista de SUR Antonio Javier López que mostró la evolución de la prensa de papel al digital a través de los museos de Málaga. Desde la inauguración del Picasso en 2003, al Thyssen hace un lustro y, finalmente, al Pompidou y el Ruso el pasado año, donde ya la planificación de la información digital se adelantó al papel. López, al que le ha cambiado la vida la paternidad, ilustró la relación de redes sociales y prensa de forma gráfica: tras colgar un tuit sobre la presencia de un cambiador para bebés en el baño de hombres del Museo Ruso, aquello se convirtió en una información de la web de SUR sobre la ausencia de estos dispositivos en los edificios públicos de Málaga, una noticia que después pasó al periódico de papel y, finalmente, al pleno del Ayuntamiento de la capital que aprobó dotar sus sedes de cambiadores. Y todo por un tuit.
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