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Alumnos y profesores del taller, ayer en la presentación de los textos en el CAL.
El barrio se hace literatura

El barrio se hace literatura

Un taller del CAL y la Biblioteca Provincial impulsa la escritura creativa en la periferia

Regina Sotorrío

Jueves, 18 de febrero 2016, 00:04

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A Guillermo Serna la Avenida de Europa, donde ahora vive, le recuerda a la calle principal de su pueblo en los Andes, Salgar. Cuando Ana Guzmán mira atrás, se traslada a esos domingos lluviosos del Bilbao de su infancia. E Inmaculada Reina vuelve a aquella casa de El Perchel donde se crió su padre y que descubrió apenas un día antes de que la echaran abajo. Cuando uno rebusca en la Memoria y sueño de la ciudad vivida, le vienen a la mente lugares, momentos y personas que le marcaron pero que el tiempo se encargó de difuminar. Ahora tocaba convertir todo eso en palabras. Una veintena de personas de todas las edades y profesiones lo han hecho en un taller literario organizado por el Centro Andaluz de las Letras (CAL) en la Biblioteca Provincial de Málaga, ubicada en la Carretera de Cádiz. Un proyecto piloto que persigue fomentar la escritura y, al mismo tiempo, «deslocalizar las actividades literarias de los centros urbanos para llevarlas a la periferia», señala el director del CAL, Juan José Téllez.

En Creación con las palabras. Memoria y sueño de la ciudad vivida diseñado por la Asociación Palabra Itinerante, los participantes recrearon la memoria urbana, colectiva y personal de los barrios «que llevan dentro», explicó la escritora Carmen Camacho, responsable del taller junto a David Eloy Rodríguez y José María Gómez Valero. «No se trataba de conseguir grandes escritores, sino de pensar juntos sobre temas y practicar juntos la literatura creativa», añade David Eloy Rodríguez.

Con el taller finalizado y varios alumnos a punto de presentar en el CAL el resultado, los escritores-profesores coincidían ayer en que la misión se ha logrado. «Se ha cumplido la función de creación literaria y también se ha conseguido llevar el tema a una cuestión de arraigamiento social, de sentimiento de orgullo del barrio y de la ciudad, un orgullo que no se expresa a través de las grandes palabras sino de las letras pequeñas», señala Carmen Camacho.

Cosas olvidadas

Unos escribían desde hace años, otros se han animado ahora por primera vez, pero todos los participantes vecinos del entorno de la Carretera de Cádiz han rescatado con este taller «cosas que tenían olvidadas» y que quizás nunca pensaron poner en negro sobre blanco. «Te revuelven lo que tienes dentro», asegura la bilbaína Ana Guzmán. En su caso, el choque vital que experimentó cuando a los 18 años dejó su tierra para instalarse con su familia en Málaga le inspiró el poema que ayer leyó en el CAL.

En ese ejercicio de viajar por el barrio de la memoria, Inmaculada Reina se fue a El Perchel, al preciso momento en el que siendo una niña su padre le llevó a conocer la casa de su infancia, que sería derruida al día siguiente. Entonces le faltaban elementos para entender lo que aquello significaba para su padre, pero ahora es capaz de reconstruir ese «recuerdo prestado» con palabras, volver a pisar esas baldosas hidráulicas y acordarse de la radio galena de la que su padre le hablaba.

No era solo un taller de evocación, también se buscaba fomentar la memoria viva y «proyectarla» en la ciudad o el barrio que se pretende y se quiere. Por eso la granadina Loli Pérez le dedica su poema a Huelin, la barriada de Málaga donde reside desde hace años, una zona «auténtica y variopinta donde las casas pequeñas conviven con los bloques altos y con gentes de todas partes». Guillermo Serna viaja más lejos hasta La ciudad quimera, una «ensoñación» de un futuro donde las artes tienen el poder sobre la tecnología.

El proyecto piloto «ha cubierto sobradamente las expectativas», afirma Téllez, que avanza que el CAL seguirá trabajando en esa línea de acercar la literatura a los barrios con iniciativas que lleguen a lectores de todas las edades. «¿Que cómo ha ido? Mejor imposible», resume Camacho. Para empezar porque, como dice David Eloy Rodríguez, son escritos que «cuentan lo que importan». Y cuando eso sucede, la palabras valen más que nunca.

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