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Juan Francisco Ferré presentó ayer ‘Así en el cine como en la vida’ en la Librería Luces.
Juan F. Ferré: «A una película solo le pido que sea creativa y no banal»

Juan F. Ferré: «A una película solo le pido que sea creativa y no banal»

El autor reflexiona sobre «la mutación definitiva» que el cine ha provocado en la vida con una selección de sus artículos sobre la gran pantalla

Regina Sotorrío

Miércoles, 3 de febrero 2016, 00:20

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Por su culpa, sus padres se quedaron sin saber si aquella chica logró huir de su secuestrador en El coleccionista de William Wyler. Tenía apenas un año y lloró tanto que tuvieron que abandonar la sala. Así empezó su relación con el séptimo arte, esa fue la primera de incontables imágenes que le han marcado a lo largo de su vida. Porque «no pasa un día sin que no vea una película», reconoce Juan Francisco Ferré, escritor y cinéfilo. El malagueño reordena y reescribe sus textos sobre la gran pantalla en Así en el cine como en la vida (Excodra Editorial), un ensayo que ayer presentó en Luces.

Escritos entre 2005 y 2015, algunos de ellos publicados en el suplemento cultural de SUR o en su blog La vuelta al mundo, Ferré aborda en sus artículos figuras icónicas como Batman, fenómenos de taquilla como la saga Star Wars o a maestros del cine como Buñuel, Antonioni y Godard. Lo mismo escribe de Blade Runner que del cine asiático; y reflexiona tanto sobre el cine del cuerpo como del geopolítico. No es «un puritano del cine», todos los registros le valen siempre que cumplan con un requisito: «Solo le pido a una película que sea creativa, que no sea banal. El coeficiente de cine banal es tan grande que sorprende considerar esto como un arte cuando al cabo del año hay cientos de películas que son de una banalidad aplastante», reflexiona.

Así en el cine como en la vida no es una mera sucesión de textos. En su conjunto, afirma, constituyen una «reflexión sobre qué ha significado la existencia del cine desde hace 120 años». La respuesta: «una mutación definitiva». «El cine es el arte que mejor ha expresado la vida, que más ha metido la vida en sus formas y que más se ha metido en las formas de la vida», defiende. Como señala el autor de Karnaval (Premio Herralde de Novela), el cine afectó desde el principio a las formas de vida hasta convertirse finalmente «también en una forma de vida». Desde su irrupción, se ha impuesto «la galaxia Lumière», «el mundo de la imagen».

El cine funciona como «espejo» de la realidad, pero a la vez «nos enseña» que hay otras dimensiones posibles, «que no solo nos movemos en el territorio de lo que vemos o de lo que oímos a diario». Con el tiempo y con la tecnología se ha dado un paso más y hoy «casi cada ciudadano se ha convertido en un cineasta». «En privado estamos todo el día rodando películas, haciendo selfies y convirtiéndonos en estrellas de nuestra propia vida», argumenta Ferré.

Ferré habla en primer lugar como espectador crítico y formado tras años frente a la gran pantalla: seguidor en su adolescencia del cine americano de los 70, desde Tiburón hasta Taxi Driver; aficionado después al cine europeo de directores como Fellini, Antonioni y Godard; y atento siempre «a casi todo lo que se estrena interesante, sea o no del gusto de la crítica oficial». De las novedades del último año, Ferré destaca Los ocho más odiados de Tarantino, Puro vicio de Paul Thomas Anderson y Mad Max de George Miller. Por ejemplo.

Pero no se puede desligar de su faceta como escritor. «Consumo series y cine constantemente porque me parece fundamental para un escritor. Para mantener viva la imaginación, uno necesita estar en contacto con el mundo de otros modos, que no sea solo en la calle».

Sin embargo, cree que las nuevas generaciones se están desmarcando de esta otra forma de relacionarse con el mundo. «Me preocupa la falta de pasión por el cine que se nota en el público más joven», asegura. Lamenta que el cine en blanco y negro haya «sido barrido» de la televisión donde, pese a la multiplicación de canales, se ofrece «poca diversidad» de películas. «El pirateo es el recurso por el que mucha gente todavía se mantiene al día de lo que se hace», admite. Por eso insiste en la necesidad de un público «vivo e inquieto» que permita que los «proyectos más frágiles del ecosistema cinematográfico» convivan con las grandes superproducciones. Como ocurre en su libro.

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