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María Dueñas: «Me he forzado a crear un hombre que sea creíble»

María Dueñas: «Me he forzado a crear un hombre que sea creíble»

Ha publicado ‘La Templanza’, su primera novela con protagonista masculino, un indiano que regresa a España para tratar de salvarse de la ruina y la deshonra

césar coca

Martes, 19 de mayo 2015, 00:16

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María Dueñas ha vuelto a subirse a lo más alto de las listas de ventas. La Templanza (Ed. Planeta)es su tercera novela y en ella hay un cambio de registro fundamental:su protagonista es un hombre, un antiguo minero que emigró a América, donde se hizo rico a base de audacia y que, golpeado luego por la mala fortuna, regresa a España a intentar la última jugada que le permita evitar la quiebra. «Era un reto que tenía ganas de afrontar, quería crear un personaje masculino que fuera creíble», asegura durante una entrevista a este periódico. El veredicto de los lectores no deja lugar a dudas de que lo ha conseguido.

Otra novela cuya acción transcurre, al menos en su primera mitad, en las antiguas colonias españolas. ¿Es su ambientación favorita?

No era mi intención inicial. Yo quería escribir una novela ambientada en Jerez en el siglo XIX, sobre los bodegueros y el comercio con el Reino Unido. Investigando para ello, supe que algunas bodegas fueron fundadas con dinero de los indianos que, tras la independencia de las colonias americanas, empezaban a regresar. A partir de ahí pensé que ese era un buen perfil para mi personaje: un indiano que vuelve de México, aunque sea al borde la ruina, y que antes de llegar a Jerez pasa por Cuba, que entonces era una tierra de oportunidades.

Después de dos novelas con mujeres asumiendo un absoluto protagonismo, aquí un hombre tiene ese papel.

He hecho ese cambio con muchas ganas porque quería afrontar ese desafío. En Misión Olvido ya había dos coprotagonistas que eran personajes muy sólidos. Eso me dio confianza.

Suele decirse que los escritores tienen algunos problemas para entrar en el corazón de sus personajes femeninos. ¿Cómo se ha visto creando los sentimientos de un hombre?

Me he forzado a crear un hombre que sea creíble. Era mi prueba de fuego y he sentido un gran alivio cuando muchos lectores me han dicho que el personaje es auténtico, que todo es verosímil. La verdad es que he estado a gusto en los huesos de Mauro Larrea. No me lo ha puesto difícil.

¿Por qué?

Supongo que a mi edad vas conociendo a los hombres: de niña, he vivido con cuatro hermanos, y luego en casa tengo un marido y un hijo, además de muchos amigos entrañables. Pasa el tiempo y los voy conociendo...

¿Y el tiempo de la narración?¿Le gusta moverse en un mundo con códigos más rígidos y evidentes que los actuales?

También me sentí cómoda en Misión Olvido con la parte ambientada en la actualidad, pero es cierto que volver al pasado lo pone más fácil porque las relaciones eran más rituales, estaba todo más compartimentado. Aunque luego puedes diseñar una trama en la que los personajes se salten las normas, por supuesto. Ahí está la gracia.

¿Le habría gustado vivir el mundo que mete en la novela:las fiestas, los mercados, el ambiente callejero?

Me habría encantado. Ya conocía los escenarios de la novela, pero cuando he vuelto por el casco antiguo de La Habana, o por el núcleo histórico de Ciudad de México, he conseguido abstraerme y sentirme allí en aquellos años.

¿Le ha costado mucho introducir en el texto términos propios de esos países y esa época?

No, porque esas palabras saltan en cuanto investigas un poco. El trabajo mayor ha sido dar con el equilibrio preciso para que esos términos iluminen el texto pero no lo saturen. El propio protagonista, un español afincado en México, a veces llama a las cosas con un localismo y otras con la palabra propia del español peninsular. Se trataba de no hacer pesado ese uso del lenguaje propio de América.

También hay en la novela un lenguaje más barroco que en las anteriores. ¿Lo exigía el tema y el ambiente o se ha atrevido a hacerlo al considerarse con un dominio superior de la técnica narrativa?

Lo hago en atención al momento narrativo. He buscado un cierto aroma decimonónico. Sin sobrecargarlo, pero dotando de una cadencia, un ritmo, una estética acordes a la época.

Usted tiene muchas lectoras y entre el sector femenino triunfa la literatura de fuerte carga erótica. ¿No se anima a incluir alguna escena así en sus novelas?

No siento la necesidad de crear escenas tan explícitas. No quiere decir que me cierre a la sensualidad, por supuesto, pero hasta ahora mis historias no han requerido nada así. Me encuentro cómoda escribiendo de esta forma, pero si mi próxima historia me lleva por ahí, lo haré. No tengo ningún tabú.

Después del éxito de la versión para la televisión de El tiempo entre costuras, ¿es posible escribir sin pensar en la posibilidad de una adaptación?

He intentado aislarme por completo de eso. Dieron la serie justo cuando estaba en la mitad de La Templanza y creo que conseguí evitar ese efecto del que habla. De no haber sido así, no habría incluido escenas en México y La Habana, que encarecerían enormemente cualquier producción. No cierro puertas, pero no pienso en ello ni un minuto mientras escribo.

Entre las minas de plata y las bodegas de vino de Jerez

  • Mauro Larrea es minero. Hizo su fortuna explotando vetas de plata allá donde nadie se arriesgaba, buscando socios de riesgo y jugándose la vida. María Dueñas ha oído hablar de las minas desde la infancia, porque su abuelo trabajó en una de carbón, de capital francés, aunque nunca bajara al pozo. Por eso, cuando se ha documentado sobre las explotaciones argentíferas, avanzaba por un terreno al menos parcialmente conocido. Otra cosa son las bodegas. «No sabía nada, pero hay una enorme cantidad de información disponible sobre Jerez y la zona. Hay investigadores de la Universidad de Cádiz que han escrito mucho sobre eso», explica. También ha manejado bibliografía inglesa, porque eso le aportaba la visión «de la otra parte», de quienes se convirtieron en los clientes de unos caldos que gracias a esa relación comercial se hicieron famosos en todo el mundo.

Pero su estilo narrativo es muy visual.

Eso también es algo consciente. Quiero sumergir a los lectores en una atmósfera creíble. Ya escribí así El tiempo entre costuras sin saber siquiera si iba a ser publicada. Para eso me documento. Mi mesa está llena de planos, listas de objetos, fotografías, reproducciones de cuadros, etc. Todo eso me sirve para hacer una narración que resulte visual.

¿Ylos personajes? ¿También se los imagina con todo detalle?

No, me quedo en los rasgos generales. En mis novelas no hago descripciones demasiado detalladas de ninguno. Es como si pixelara sus rasgos faciales. Solo quiero transmitir una impresión general, un aire, un carácter. Me apetece mucho más que los lectores se los imaginen.

Compite por el primer puesto en las listas de ventas con Arturo Pérez-Reverte, que es de Cartagena, donde usted vive desde hace mucho tiempo. ¿Lo han hablado?

Sí (se ríe). Coincidimos hace unos meses en la feria de Guadalajara (México) y allí nos dimos cuenta de que nuestros libros iban a salir prácticamente en los mismos días. Mantenemos una relación muy cordial, tenemos amigos comunes pero no nos conocíamos con anterioridad. Creo que la nuestra es una batalla sin víctimas porque aquí ganamos todos:autores, lectores, libreros, editores...

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