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Máquina de escribir Hispano Olivetti de José María Souvirón, escritor, ensayista y fundador de la revista 'Ambos'. ::
El refugio de la generación del 27

El refugio de la generación del 27

Primeras ediciones de libros, cartas personales, diarios íntimos... La Biblioteca del 27 custodia más de 47.000 fondos de unos creadores que marcaron la cultura y la historia del siglo pasado

Regina Sotorrío

Martes, 9 de diciembre 2014, 00:58

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Entrar en la Biblioteca del 27 es como abrir la puerta de una librería de viejo, con ese inconfundible olor a papel antiguo y esa sensación de que en las decenas de estanterías se esconden joyas de las letras. Solo hay que detenerse a mirar. Al hacerlo se descubren primeras ediciones de libros de principios del XX con las hojas ya amarilleadas por el tiempo; cientos de cartas con firmas ilustres, desde María Zambrano a Salvador Dalí; y un ejemplar de la revista 'Litoral' de octubre de 1927 donde jóvenes poetas compartían espacio con pinturas de Juan Gris y Picasso, o una colaboración de Manuel de Falla. Quien fuera alguien en el mundo de la cultura estaba ahí. Y esas grandes páginas, que consagrarían un movimiento literario clave en las letras españolas del siglo pasado, salieron de un pequeño taller en el número 12 de calle San Lorenzo, la Imprenta Sur, levantada por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Es solo un detalle de lo que guardan los más de cien metros lineales de la Biblioteca del 27, la mayor colección sobre la Generación del 27 que existe en el mundo, la única -junto con la Residencia de Estudiantes de Madrid- que reúne fondos de incalculable valor de todos sus autores. Nombres como Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados. Y está en Málaga.

El Centro Cultural Generación del 27 saca ahora parte de esos fondos del Centro Cultural Provincial de calle Ollerías, donde se custodian, para acercarlos a toda la provincia. El antiguo Convento de Santa María de la Encarnación en Coín será el 16 de diciembre la primera parada de una exposición que recorrerá los municipios de Málaga con los «entresijos» de la biblioteca. «Queremos que los ciudadanos sepan el importante fondo bibliográfico, de archivos y legados que tiene el Centro del 27, más conocido por investigadores e hispanistas que por el público general; y eso es una lástima», indica José Antonio Mesa Toré, director de esta institución. Porque, como indica Javier La Beira, responsable de la biblioteca, «se ha hecho una labor fantástica durante años en la adquisición de fondos, su catalogación y digitalización, ahora falta que se conozca más». Intentarán cumplir con esa asignatura pendiente a través de 13 paneles explicativos y vitrinas con documentos, libros y objetos.

Será una pequeñísima parte de lo que guarda el Centro del 27: alrededor de 47.000 documentos -digitalizados en un 90 por ciento-, entre libros, publicaciones periódicas, materiales audiovisuales, pinturas y objetos diversos. Desde que la Diputación de Málaga creara en 1984 la institución para salvaguardar la memoria de esta generación, 15 archivos se han incorporado -por compra o donación- a sus estanterías, entre ellos el de María Teresa León y Rafael Alberti, Emilio Prados, José Luis Cano, José María Souvirón, Irene Mochi (la mujer de Jorge Guillén), Rafael Inglada. En una habitación aparte, por su dimensión, se ordenan los 8.000 volúmenes del intelectual Francisco Giner de los Ríos, la totalidad de sus fondos bibliográficos y documentales cargados de primeras ediciones de sus coetáneos, de sus libros de referencia y de su correspondencia con más de 400 escritores e intelectuales de la época. «Me parece de justicia que los malagueños conozcan este patrimonio», indica el responsable del centro cultural.

Es una biblioteca viva. Cada año, la institución destina una partida para la adquisición de libros, no exclusivamente de los autores de la Generación del 27. «También somos sensibles a la poesía actual», aclara Mesa Toré. Al mismo tiempo, el centro dedica muchos esfuerzos a ampliar los legados de testigos directos del movimiento cultural. «Llevamos desde septiembre de 2011 hasta hoy trabajando en la donación de un legado importante, que aún no podemos desvelar. Pero estamos muy cerca de concretarlo», avanza.

Juntos representan una completa radiografía de la obra y también de la vida de los autores que revolucionaron la cultura en los años 20. Joyas de su bibliografía comparten aquí lugar con objetos personales, como la preciosa máquina Hispano Olivetti de Souvirón, la maleta de viaje del matrimonio Guillén-Mochi, o el dormitorio completo de Vicente Alexandre empaquetado en una esquina de la sala a la espera de poder contar con un espacio para su exposición. Tampoco faltan artículos anecdóticos, como la pistola de juguete que Alberti usó en una dramatización poética que hizo en Málaga junto a Nuria Espert en los años 80.

Innumerables son las cartas y documentos que se cuelan entre los libros. Algunos son de carácter profesional, como la carta que Valle-Inclán dirige al «amigo» Luis Cernuda para comunicarle que ya tienen 'Sonatas' (del amplio conjunto epistolar de José Luis Cano); la de Vicente Alexandre al impresor y editor malagueño Ángel Caffarena con motivo de una publicación de la Imprenta Sur; o aquella en la que Salvador Dalí le dice a Rafael Porlán que está «encantado de colaborar en su revista» 'Mediodía'.

Pero buena parte del archivo documental del 27 tiene también un fuerte componente personal, con detalles íntimos del día a día de sus miembros. Como el diario de Emilio Prados, con fecha de 1929, en el que deja entrever su atracción por Federico García Lorca y la estrecha amistad que mantenían. Si el día 14 de noviembre no pasó «nada, absolutamente nada», el 17 cuenta: «He recibido una carta de Federico que me ha producido gran extrañeza. ¿Es que no me comprende todavía? Él habla como si realmente me conociera a fondo y por lo que se deduce de su carta está bastante equivocado. Molesto por ello, le he contestado inmediatamente».

Llaman la atención también el diario de Irene Mochi, lleno de recortes de periódicos y fotos de familia; el cuaderno que Alberti llevaba en sus recitales por América dedicado con «gran cariño» a su hija Aitana; o el telegrama que Leopoldo Panero envió a su mujer en agosto de 1949: «Lo mismo que hace ocho años te quiero», se lee. Hasta el último poema que escribió la misma mañana del día de su fallecimiento este escritor, uno de los principales integrantes de la denominada Primera generación de posguerra, se conserva en el Centro del 27.

Son cientos de documentos que hablan de sus vidas, pero también de la historia de España. De gran valor son los doce tomos mecanografiados del diario de José María Souvirón donados por su familia. Coetáneo de los poetas malagueños del 27 y uno de los impulsores de la revista 'Ambos', estaba muy relacionado con los círculos literarios de Madrid. Sus textos, aún inéditos y escritos ininterrumpidamente desde 1955 hasta 1973, mezclan confesiones personales con una crónica de la realidad social, cultural y política de la España de entonces. «Es un mosaico sobre la cultura española en el siglo XX», apunta Mesa Toré. El reto, como manifest LaBeira, es reunirlos en una próxima publicación «por el interés de su contenido y por ser un autor malagueño»; tal y como ya se ha hecho con otros fondos de la biblioteca, como los borradores de los libros de Luis Cernuda 'Donde habita el olvido' y 'Los placeres prohibidos'.

Primeras ediciones

En lo estrictamente literario, la Biblioteca del 27 conserva primeras ediciones de casi todos los autores de la generación, algo nada fácil dada las tiradas tan cortas que se hacían de estas obras. Están, entre otros, 'Perfil del aire', de Luis Cernuda, publicado por la Imprenta Sur en 1927; o el primer original de 'Las islas invitadas y otros poemas' de Manuel Altolaguirre, de 1926. También hay rarezas, como una curiosa edición mexicana de 'Poeta en Nueva York' de Lorca con dibujos del autor granadino.

Decenas de fotos, algunas inéditas de Rafael Alberti compradas al fotógrafo José Lamarca; dibujos y pinturas (como las donadas por la viuda de Manuel Carmona, Brígida González) completan la trayectoria vital y profesional de un movimiento cultural que traspasó fronteras geográficas y también artísticas. Y buena parte de ello se gestó en un pequeño taller de Málaga...

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