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Un té rojo

A Pablo Iglesias hay que escucharle con atención y tomar nota por lo que pueda tener para renovar el discurso político

rafael martínez-simancas

Jueves, 3 de julio 2014, 11:36

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Más mesas que nunca en el Ritz para escuchar a Pablo Iglesias, había curiosidad por saber si un rojo se tropezaría con las alfombras o caminaría derecho como así fue. La primera noticia se confirmó pronto porque el líder de Podemos se sentó en la tribuna sin mayores sobresaltos, salvo los flashes que le acompañan como si fuera otro de los Stones que han llegado a Madrid.

De su discurso, que es la base del encuentro, hay una parte polémica que no se puede pasar por alto: que la banda ETA fuera un problema político cuando tantos esfuerzos policiales, y vidas, ha costado acabar con ella. Que la banda se haya intentado colar en las instituciones para recibir información de censos y tener acceso a archivos municipales, además de a los distintos puestos electos, fue una de las caras más amargas de la lucha contra el mal. Por supuesto que se dieron pasos en falso y que ningún Gobierno renunció a terminar con ella; aún recuerdo aquellas semanas terribles en las que los informativos abrían con ataúdes varios días seguidos, o cuando sacaron a los niños de la casa cuartel de Zaragoza, y de nuevo ataúdes blancos. El más torpe en aquel proceso fue José María Aznar, que les llamó Movimiento Vasco de Liberación Nacional, y ahí legitimó, aunque fuera un error, a una banda de cuatreros porque ETA ha vivido de las cartas de extorsión a los empresarios y de arrinconar a los vascos "malos". Luego el problema no lo ha tenido un Estado, el problema se ha resuelto hasta hoy con acciones policiales.

Que el rojo tome té, (rojo), hubiera sido muy curioso pero tampoco estaba en el menú. El chiste de no venimos a por sus abrigos, ni a por sus relojes, ya se lo había escuchado antes a alguien. Por cierto, cuando Anguita andaba por el Ritz a nadie le extrañaba, así que será cuestión del corte de pelo de Pablo Iglesias, que levanta envidias en tiempos de coletas ausentes. El rojo que tomaba té, (rojo), sigue siendo el gran despreciado de PP y PSOE, que no enviaron a ningún representante, y eso creo que le hace un favor porque ayuda a alimentar su mito. No bajó de Sierra Maestra, se acercó plácidamente por la calle Antonio Maura, siempre rodeado de sus comandantes.

Lo que aporte su formación no es el reflejo que tiene en escaños, puede ser mayor, y hay que escucharlo con atención y tomar nota por lo que pueda tener para renovar un discurso político que (es curioso) arranca con el reinado de Felipe VI. Ambos quieren instalarse en la modernidad y no tardará en ser recibido en Palacio, de eso estoy seguro. En este momento son los dos palos referentes en la acción política nacional, y ambos en activo. Será curioso ver su primer desencuentro pero se va a producir, algo ya hay en marcha.

Y las alfombras nunca han sido un problema en España. Se le atribuye al conde de Foxá una frase: para no tropezarse conviene haberse hecho pipí de pequeño en ellas (o de mayor, podemos añadir). Es por el té.

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