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Ana Pérez-Bryan
Jueves, 22 de mayo 2014, 12:45
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Cuando puso el punto final a su novela, en el año 1906, Salvador Rueda (Benaque, Málaga, 1857-1933) pensó que quizás la sociedad de la época la acogería con cierto reparo. El título ya esbozaba la intención con la que el poeta, novelista y dramaturgo malagueño se embarcó en aquella novela corta: La cópula, una manera de abordar la creación y la (re)creación en todas y cada una de las parcelas de la naturaleza, por supuesto también en la del ser humano. Así que no fue hasta dos años después cuando se atrevió a publicarla. «La gente comenzó a aceptarla, aunque con las recelos propios que genera aquél que comienza a sacar la cabeza y a brillar en una parcela determinada. Eso siempre ha pasado en España y el caso de Salvador Rueda no fue una excepción porque también fue tratado de manera injusta». El diagnóstico lo traza el escritor y catedrático de la UMA Antonio Gómez Yebra, que ayer presentó en el Centro Andaluz de las Letras una nueva edición de aquel texto (editorial Cátedra) al que aporta un estudio introductorio y un buen número de anotaciones a pie de página que permiten contextualizar al autor y su obra.
En este nuevo volumen, Gómez Yebra reconstruye la sociedad de una época la de principios del siglo XX que disfrutaba «del modernismo más pujante» y vincula a Salvador Rueda con sus contemporáneos, especialmente con Juan Ramón Jiménez, a quien conoció en 1900. La relación fue tan estrecha que incluso Gómez Yebra ha descubierto en uno de los textos del autor malagueño «a unos burritos a los que llamaban Platero» antes de que Jiménez firmara una de sus obras cumbre. «Fue un autor con una enorme influencia», concluye el catedrático.
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