José Sacristán demuestra en el Cervantes que solo muere quien es olvidado
El actor interpreta con maestría la obra 'El hijo de la cómica', un homenaje al legado de Fernán Gómez escrita y dirigida por él
José Sacristán es un actor seguro. Un valor que no sucumbe. Culto y refinado, con unas interpretaciones estilizadas que parecen hechas para el teatro. Los ... primeros cinco minutos de su aparición sobre las tables del Cervantes bastaron para apreciar que 'El hijo de la cómica', obra escrita y dirigida por él para homenajear a Fernán Gómez, no iba a decaer a pesar de tratarse de una lectura dramatizada sin más estímulos que las que pudiera aportar el veterano actor.
'El hijo de la cómica' se adentra en los inicios de la vida profesional de Fernando Fernán Gómez. Unos años que recobran vida a través de Sacristán, que intercambia la narración biográfica con la interpretación de varios personajes influyentes en la vida de Fernán Gómez. Sobre todo, la de su madre y su abuela.
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Sacristán convirtió así su primera de dos funciones en el Cervantes en un homenaje delicado a la perdurabilidad de la vida de Fernán Gómez. Una vibrante oda a las dificultades de aquella España que salía de una sangrienta guerra civil y que trataba de buscarle de nuevo el sentido a las cosas. Con un montaje austero, el hilo conductor se reducía a la voz y narración de Sacristán. Ésta recibía apoyo puntual por una pantalla de fondo que proyectaba imágenes reales que servían para poner contexto.
Aunque él asegura que en algunos aspectos sí, el tiempo no parece hacer mella en Sacristán. Con una lucidez extrema y despliegue de gestos y caras, el actor permite al espectador recrear un recorrido visual por ese mundo en blanco y negro de pensiones y sueños de futuro que parecen casi inalcanzables.
El público, que llenó el Cervantes, se lo agradeció al finalizar la obra con una oleada de aplausos y puesto en pie. 'El hijo de la cómica' logró así plasmar en el escenario el tiempo y las circunstancias que le tocaron vivir a Fernán Gómez, dejando constancia del talento y coraje que atesoraba para sobreponerse a unas vicisitudes económicas, políticas y sociales del momento.
El apunte negativo hubo que buscarlo este sábado en el propio auditorio. Sacristán se vio obligado a interrumpir su actuación en varias ocasiones por el sonido de teléfonos. No toda tecnología es fácil de usar, pero no ser capaz de silenciar el móvil cuando tomas asiento en la butaca de un teatro se puede considerar un pequeño fracaso vital.
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