Els Joglars contra la corrección política
El Cervantes se llena para recibir a la mítica compañía catalana en una comedia contra la sensibilidad de los ofendidos
El Festival de Teatro de Málaga volvió a llenar el Cervantes en esta noche de viernes con una obra de una compañía infalible. Els Joglars, ... fundada en 1962, celebra sesenta años clamando por la inteligencia al poner en escena '¡Que salga Aristófanes!', una comedia que reivindica el papel de la filosofía y de las letras en nuestra vida, y que funciona como un disparo contra el discurso de la corrección política. La dramaturgia corresponde a Alberto Castrillo-Ferrer, que también actúa como director; Ramon Fontserè y Dolors Tuneu, que acompañan como intérpretes a Pilar Sáenz, Xevi Vilà, y Angelo Crotti; un elenco infalible para una hilarante reflexión respecto a lo poco valoradas que están las artes clásicas, el saber y, en definitiva, el discurso inteligente. La obra fue despedida con aplausos y vítores al ritmo de la danza de 'Zorba, el griego' con la que culmina la función, y salimos del teatro con la sensación de que otro mundo es posible.
Un escenario con rampas en zigzag simula el jardín de un manicomio. En él, cuatro personajes deambulan en el exilio intelectual junto a dos gestores que se encargan de valorar la terapia y el enredamiento en la burocracia. El protagonista, encarnado de una manera brillante por Ramón Fontserè, que es capaz de hacer pura comedia solo con un gesto, es un catedrático de clásicas destituido de la universidad, e internado en un frenopático debido a las secuelas psicológicas que le ha producido su cese. Sus compañeros de aislamiento le acompañan en la aventura del vivir una vida en la que todos los días se parecen.
Contra la liquidez del tiempo
Esta sátira, divertida y eficaz, construye una alegoría provocada por el destierro de la filosofía o del latín de la escuela; los sofistas quedan relegados de la sociedad como objetos de tienda de segunda mano, y la defensa del saber es una predicación en el desierto. Antes, quien pensaba diferente era un osado. Hoy es un traidor. Pocos dardos se le escapa a '¡Que salga Aristófanes!'. El lenguaje inclusivo es una de las principales dianas de estos disparos de una manera quizás demasiado insistente pero efectiva, en cualquier caso.
Le acompañan sátiras valientes sobre el islam («El burka es cultura e identidad, como el triquini»), el acoso sexual («¡Me ha puesto la mano en el hombro!»), el heteropatriarcado o el feminismo, circunstancias últimas de la sociedad que quedan caricaturizadas bajo la virtud de la comedia que resplandece como genuina reivindicación de libertad. La aparición estelar del rector de la Universidad de Harvard resulta especialmente hilarante. Tampoco se escapan de estas críticas las terapias farmacopédicas de este viejo profesor, ciego de diazepanes: «Abandone los estupefacientes y abra un libro. Acuda a la biblioteca, que no muerde», dice uno de los personajes.
Es un verdadero placer sentarse en un teatro con todas las butacas ocupadas y más si es para disfrutar de una obra de Els Joglars, una compañía que está más que confirmada como productora de humor inteligente y vigorosa. Posiblemente, los únicos que son capaces de sacar a escena una figura fálica de dos metros de altura envuelta en papel de periódico y que siga resultando perspicaz, e incluso fina. Cualquier otra compañía en estos mismos menesteres habría caído en los sometimientos de la ordinariez. '¡Que salga Aristófanes!' no es más que una confirmación de esta reclamación de conocimiento que falta en una sociedad líquida. Tal y como dice en algún momento de la obra, al final el triunfo es dormir tranquilo.
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