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Pablo Rodríguez y Ángel Idígoras posan con la caja diseñada por el primero para observar animales salvajes.

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Pablo Rodríguez y Ángel Idígoras posan con la caja diseñada por el primero para observar animales salvajes. Félix Palacios

Idígoras y Pablo, de arte le viene al galgo

El dibujante y su hijo mayor reúnen por primera vez sus creaciones de la mano de la Universidad de Málaga en una exposición que este jueves abre sus puertas en el Contenedor Cultural

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Jueves, 28 de noviembre 2019, 00:45

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«Quiero ver cómo tú pintas». Siempre repetía la misma frase. Pablo, con apenas tres años, veía a su padre dibujar en casa, se acercaba y le lanzaba el ruego. Entonces Ángel Idígoras lo ponía en sus rodillas y seguía con la tarea. Pablo permanecía en su regazo, atento. Y así, poco después, padre e hijo dibujaron varios payasos y un Arca de Noé que ahora cuelgan en las paredes del Contenedor Cultural de la Universidad de Málaga (UMA).

Porque Pablo Rodríguez ya apuntaba maneras desde niño, como artista y como amante de los animales. «Pequeños mamíferos depredadores». Lo repite, también como un mantra, cuando le preguntas por sus preferencias. Tras ellos ha salido muchas noches para captarlos con su cámara y a ellos –tejones, nutrias y compañía– dedica los magnéticos cuadros que cruza con las obras de su progenitor en 'El padre, el hijo y otros animales', la exposición que este jueves (20.00 horas) inaugura en el Espacio Cero, la sala del Contenedor Cultural en el campus de Teatinos.

El proyecto reúne por primera vez la obra de Idígoras y su hijo y además sirve para tender seductores puentes entre el trabajo de ambos. «Ellos me dieron la pista con el título», avanza la profesora de la UMA y comisaria de la exposición Natalia Meléndez Malavé: «La pista de los animales nos daba una clave importante, porque el trabajo actual de Pablo se centra mucho en ese aspecto temático, pero lo hace de una manera muy peculiar. Se aprecia sobre todo en el apartado titulado 'Camuflaje', donde los animales van desvelándose ante la mirada del espectador».

Esa idea de camuflaje cobra también forma en el artefacto de madera que Pablo Rodríguez emplea para esconderse en medio de la naturaleza y poder mirar sin ser visto por los animales. La pieza forma parte del discurso de la exposición que brinda el resultado plástico de esas incursiones en escenas que parecen salidas de una cámara de visión nocturna, pero fragmentadas en secciones y planos que dejan un resultado incierto. Un campo abierto para el espectador, que haría bien en detenerse en el uso que Pablo Rodríguez hace de la línea como elemento de unión entre asuntos y escenas dentro de un mismo cuadro.

Padres y otras criaturas

Esa mirada sobre los animales de Pablo Rodríguez desemboca en un jardín de senderos creativos que se bifurcan en la exposición: por un lado, las criaturas fantásticas pintadas por el joven estudiante de Bellas Artes y, por otro, las pareidolias, el efecto óptico y psicológico que lleva a descubrir rostros en objetos inertes. Pablo Rodríguez desarrolla esta última faceta en varias piezas audiovisuales y también asoma en una corteza de árbol intervenida.

«La vio en Alemania y tenía que traérsela, porque decía que había visto algo ahí», concede su padre, diseccionador también de animales, pero en este caso, humanos, como añade la comisaria. «Ángel ofrece un tratamiento de la figura humana con una extraordinaria sensibilidad. Él es caricaturista y los caricaturistas muchas veces no hacen humor, sino poesía, porque sacan el alma de la gente en sus creaciones y gracias a eso puedes ver a esas personas de una manera muy emocional», abrocha la comisaria y experta en humor gráfico.

Justo esa especialización académica llevó a la vicerrectora de Cultura de la UMA, Tecla Lumbreras, a decantarse por Meléndez Malavé para comisariar la muestra programada hasta el 17 de enero. «Llevamos tiempo pensando en abrir una línea de exposiciones con padres y madres junto a sus hijos que compartieran esa inquietud creativa en torno al ámbito universitario. Tenía claro que quería empezar con Ángel y con Pablo, que estudia Bellas Artes, y también que Natalia debía ser la comisaria», esboza Lumbreras.

Y así, 'El padre, el hijo y otros animales' brinda no sólo la oportunidad de confirmar el talento de Pablo Rodríguez, sino que también ofrece la ocasión de asomarse a facetas menos conocidas de Idígoras, como su obra pictórica. Ahí está la pieza creada para la exposición que abre el montaje: un galgo. De casta artística le viene al hijo.

La exposición

  • Título. 'El padre, el hijo y otros animales'.

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