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Natascha Wodin. :: sur
«El horror necesita un  lenguaje lo más natural posible»

«El horror necesita un lenguaje lo más natural posible»

La autora alemana indaga en su historia familiar, que encarna a la frágil Ucrania atrapada entre Stalin y Hitler, en 'Mi madre era de Mariúpol' Natascha Wodin Escritora

DOMÉNICO CHIAPPE

MADRID.

Lunes, 14 de octubre 2019, 00:04

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Su madre se suicidó cuando Natascha Wodin tenía nueve años. Seis décadas después, teclear su nombre en un «buscador ruso de internet no era más que una manera de pasar el rato», dice Wodin (Baviera, 1945) en las primeras líneas de la extraordinaria obra 'Mi madre era de Mariúpol' (Libros del Asteroide), una narración sobre la búsqueda de las raíces familiares devastadas por la revolución bolchevique, primero, y la Segunda Guerra Mundial, después.

-Su voz resuena con la fuerza que tienen autores como Primo Levi. ¿La prosa exacta y sin florituras era la única manera de acercarse al destino familiar?

-En efecto, pues los acontecimientos que describo en este libro hablan por sí solos, y precisamente el horror necesita un lenguaje lo más natural posible, ya que las florituras supondrían una banalización. Aparte de esto, mi objetivo desde hace tiempo es lograr un lenguaje claro y sencillo que prescinda de esfuerzos literarios. Mi experiencia es que la literatura sólo puede nacer evitando la literatura.

-¿Qué son las raíces familiares para alguien desterrado, sacudido por la marea de la historia?

-Para ser sincera, la palabra raíces no me dice gran cosa. Probablemente porque nunca las he tenido ni sé lo que se siente teniéndolas. Ahora, con más de setenta años, es tarde para localizarse en el mundo (...) Si tengo algo así como raíces, éstas se encuentran en la lengua alemana. Fui una niña muy solitaria, y como tal inicié muy pronto el diálogo con el papel. Desnaturalicé mis cuadernos escolares llenándolos de historias inventadas, más bellas que mis propias historias.

-¿Se ha sentido incompleta por carecer de lazos familiares?

-No, nunca me he sentido incompleta. Ocurre como con las raíces. Algo que se desconoce no se puede echar de menos. Y en mi vida he visto a menudo que la familia puede proporcionar abrigo, pero también significa limitación, falta de libertad y, a veces, guerra. He vivido mi vida con compañeros de camino, con personas afines en el alma; con ellos, me siento ricamente obsequiada. Aunque el precio que se paga sea a ratos la soledad.

-Cuando encuentra a sus familiares, reflexiona sobre la conveniencia de su búsqueda. ¿Servía como advertencia de lo que encierra la verdad?

-Sí, por supuesto. Mis dudas aumentaron de forma especial cuando resultó que uno de mis parientes aún vivos era un matricida. Interpreté esto como un castigo por mis ansias de saber. Había adquirido una familia magnífica, un gran clan multicultural que podía pintarme con los colores más bellos de la imaginación porque disponía de pocos hechos, y de pronto, ya al final de la saga, en su desenlace por así decir, aparece un perturbado mental, un asesino que asfixia a su madre con una almohada, después se come un tarro de mayonesa y vuelve a acostarse. En ese momento me arrepentí de haber emprendido mi búsqueda. No quería tener semejante pariente. Pero, a fin de cuentas, también eso era materia para mi libro. Confieso que en la investigación me importaba sobre todo el libro que quería escribir; sólo en segundo lugar, la historia de mis antecedentes particulares.

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