La historia de Málaga escrita en luces de neón
Diseño ·
Dos diseñadores rescatan rótulos de comercios tradicionales en un proyecto de conservación y difusión del patrimonio gráfico local
Aunque quizá no debiera, sucede a menudo con los afectos cercanos: nos damos cuenta de su verdadero valor cuando ya no están. A Roberto Espartero y Juan Martín les pasaba con los rótulos de los comercios tradicionales de los lugares que solían frecuentar. Iban por la calle mirando hacia arriba, como turistas en suelo propio, y de vez en cuando percibían una ausencia. Se borraban del mapa los nombres de aquellos establecimientos y, con ellos, una parte de la historia de la ciudad. Así que decidieron poner remedio y empezaron a documentar y, en ocasiones, rescatar esos elementos para conservarlos, primero, y difundirlos, después.
Ahí está en el salón de su casa la placa negra y los tubos de neón que dibujaban el nombre de Los Paninis, una de las hamburgueserías de mayor solera de la ciudad. O las letras de Miramar, la mercería de la calle Nueva que abría sus puertas en 1958 y que forma parte de la memoria sentimental de varias generaciones debido a su selecto catálogo de abanicos. «Para nosotros se trata de un ejercicio de conservación y también de divulgación de la identidad y de la memoria visual de Málaga«, brinda Espartero, que junto a Martín promueve el estudio Tiquismiquis Club, especializado en diseño editorial.
Espartero y Martín abrieron allá por 2016 la cuenta en Instagram Alioli Es Ajonesa (@alioliesajonesa), donde comentan los rótulos que van encontrando por las calles de la ciudad. Además, ambos diseñadores también han compartido los procesos de conservación de los carteles de Miramar y Los Paninis y fruto de este trabajo han elaborado un abecedario a partir de las tipografías de algunos de los establecimientos censados en su cuidado análisis.
Un fenómeno más amplio
Además, Espartero y Martín no están solos en este empeño. De hecho, su iniciativa forma parte, junto al proyecto Tipos Málaga, de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico, el movimiento desplegado en todo el país que trabaja para la catalogación, custodia, conservación y difusión de estos elementos del paisaje urbano. Martín y Espartero participaron el año pasado en el primer encuentro nacional promovido por este colectivo y ahora se miran en ese espejo para espolear la divulgación de este tipo de patrimonio malagueño.
«Los rótulos de los comercios tradicionales hacen que cada ciudad tenga su propio ADN gráfico, su identidad visual. Existe una tendencia evidente a la homogeneización en todo el planeta, también en este aspecto, y por ese camino las ciudades corren el peligro de ir perdiendo sus señas de identidad para acabar pareciéndose demasiado unas a otras«, sostiene Martín. Y junto a él, remata Espartero: »Estamos estudiando la posibilidad de organizar una exposición, una publicación específica o algún proyecto similar que ayude a dar a conocer este tesoro que tenemos en la ciudad«.
Espartero y Martín barruntan un proyecto «cuidado y bien documentado» que sirva no sólo para hacer memoria de los más veteranos del lugar, sino también para que los jóvenes participen del valor estético y patrimonial de estos elementos. «La experiencia como docentes nos ha ayudado a percibir el enorme interés que estas piezas despiertan en los alumnos, porque en muchos casos evidencian recursos valiosos, incluso cuando se trata de 'aberraciones' en el sentido estricto que, sin embargo, ayudaron en su día a solventar cuestiones prácticas relacionadas con el diseño. Eso también les sirve, y mucho, para aprender«, aporta Martín.
«Muchas veces –sigue Martín– buscamos inspiración en Internet o en algunas redes sociales, pero nosotros, sin descartar esos recursos, animamos siempre a salir a calle, abrir bien los ojos y aprender de lo que te ofrece la ciudad, porque es muy probable que el rótulo que tiene el comercio de enfrente de tu casa o algún otro con el que te cruzas casi a diario te dé un recurso que te puede ser muy útil«.
Convencidos de ese valor, Martín y Espartero han organizado sus 'Safaris tipográficos' por la ciudad. Rutas guiadas donde han ido desgranando los hallazgos ocultos en rótulos de locales abiertos o ya clausurados, desde el Café Central hasta el Onda Pasadena, pasando por el Cine Albéniz o Confecciones Varo. «Nos encanta ese local –comparte Martín sobre el establecimiento en la esquina entre las calles Andrés Pérez y Muro de las Catalinas– y es uno de nuestros rótulos favoritos. La familia nos ha dado las gráficas antiguas y para nosotros es como un tesoro».
Una fuente de inspiración
Porque Martín y Espartero llevan su investigación un paso más allá de los rótulos para fijarse en el resto de la gráfica comercial de los comercios tradicionales, desde los papeles para envolver los artículos hasta las bolsas o las cintas de empaquetado. «Vemos que en muchos lugares se intenta recuperar el espacio perdido por estos elementos que algunos consideran antiguos, pero donde nosotros vemos una oportunidad para inspirarse en el pasado a la hora de encontrar soluciones de presente y de futuro no sólo practicas, sino también estéticas«, aboga Espartero.
Una combinación de utilidad y belleza que puede pasar inadvertida, pero que reivindican estos diseñadores, que encuentran en la evolución estilística de los rótulos tradicionales un reflejo singular de la historia local. Un relato escrito en el corazón de la ciudad, amenazado por la aplanadora de las franquicias comerciales. Por eso, Martín y Espartero se afanan en esta búsqueda y esta reivindicación, para que nuestra historia no se apague como un neón fundido a negro.
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