'Godspell': Antonio Banderas y su fe inquebrantable en el teatro musical
El malagueño actualiza a lo 'Sohoway' el clásico de los 70 con una versión que refuerza el mensaje de paz y amor frente a las guerras
Suele decir Antonio Banderas que cuando él habla tiene tendencia a la homilía, pero lo cierto es que anoche no le hizo falta un micrófono ... para exponer su razonamiento. En el escenario del Teatro del Soho CaixaBank, tuvo lugar una liturgia de más de dos horas con un mensaje claro: la guerra se combate con amor, perdón y justicia. Palabra de Antonio Banderas… vía 'Godspell'.
Antes del estreno oficial de este jueves, el actor y director abrió las puertas del ensayo general del musical basado en el Evangelio según San Mateo. Una reposición, la primera que hace el Teatro del Soho de una de sus obras, que parte de la versión que Emilio Aragón presentó aquí hace ya tres años, pero ahora bajo la mirada del malagueño. Una muestra más de su fe inquebrantable en el teatro musical, con una banda de pop rock en directo –sin nada pregrabado, como deja claro cada vez tiene ocasión– y con diez jóvenes actores en escena que se dejan la piel y la garganta en cada número. Un producto con el sello 'Sohoway', con esa apuesta del Soho por los clásicos con la factura de Broadway, donde menos es más y la calidad se impone a lo puramente comercial.
El musical hippy de los 70 que, como 'Jesucristo Superstar' y algún otro, reaccionaba a la guerra de Vietnam se traslada al siglo XXI cuando aún siguen abiertas las heridas de Gaza y el enfrentamiento armado continúa en Ucrania. Cambian los países, pero el contexto es el mismo. Por eso en esta versión del Evangelio según Antonio Banderas se agudiza el conflicto y la sensación de encierro: un grupo de actores se refugia en un templo casi en ruinas mientras fuera se escucha cómo caen las bombas. Y entonces aparece Jesús (un fantástico Ferrán Faba), un chico seductor y sensible con camiseta de Superman, como un superhéroe contemporáneo que viene a recordarnos que quien esté libre de pecados que tire la primera piedra, que si te dan en una mejilla debes poner la otra, que el buen samaritano siempre ayuda a quien lo necesita y que la humildad siempre gana a la prepotencia. Una ágil sucesión de parábolas que forman parte de la memoria colectiva (desde el hijo pródigo a la mujer adúltera, el fariseo o el juez que no teme ni a Dios ni a los hombres) que aquí se presentan actualizadas, con guiños a nuestro tiempo y menciones a las hipotecas –sin entrar al barro–, la Oveja Dolly o al «vuelve a casa vuelve» del turrón por Navidad.
Momentos para el humor
El trasfondo es para ponerse serios, pero hay espacio de sobra para el humor. Inevitables las risas del público cuando aparecen las marionetas de El Espejo Negro en la parábola del buen samaritano. Fue muy aplaudido el divertido histrionismo de Andro Crespo en su número 'La luz del mundo'. Y la flamencura de Roko y su guasa andaluza hicieron sonreír más de una vez. «Estoy más cansado que el cartero de los Corintios», soltó el personaje de Aaron Cobos en una ocasión.
Los doce apóstoles aquí son nueve y cada uno de ellos tiene su momento protagonista, aunque los focos –por razones obvias– apunten más a Jesús y Judas (con una gran interpretación de Hugo Ruiz). Todos están en escena, de una u otra manera, en los 16 números del musical formando una maquinaria bien engrasada en sus voces y en sus movimientos. Son raperos, copleros, jazzeros, roqueros... y lo que les echen. El 'maestro' Banderas lo seguía todo desde el patio de butacas. Salió a saludar al terminar la función, pero esta vez no hubo discurso final. Estaba todo dicho. Amén.
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