Genalguacil, arte desde las entrañas de la tierra
Exposición ·
La localidad malagueña estrena la décima edición de Arte Vivo con la palpitante aproximación de Rosell Meseguer y Pablo Capitán del Río a la historia local a través de su pasado mineroEL 4 de mayo de 1773, Simón de Zamora, cura de Genalguacil para más señas, envió al deán de la Catedral de Málaga, Cristóbal Medina Conde, unas líneas sobre aquel lugar para el 'Diccionario Geográfico Malacitano' que el canónigo se traía entre manos. Hablaba la carta de las riquezas que regalaba aquel recorte del mapa, del oro y de la plata conocidos desde tiempos inmemorables y también fugados desde entonces para pagar tributos a señores lejanos.
Han pasado casi 250 años, pero aquellas palabras de Simón de Zamora ofrecen tintes de plena actualidad leídas sobre las paredes interiores del museo de Genalguacil. Porque aquella riqueza natural emanada de esta tierra bermeja se fue para no volver, como algunas oportunidades que dejaron pasar o aprovecharon para el beneficio propio demasiados mandamases.
Por no quedar, ni apenas queda el rastro de aquellos tiempos, que ahora recupera el proyecto Arte Vivo en su décima edición. Pero la propuesta va mucho más allá del arte para hundir sus raíces en la historia de este recorte del Valle del Genal y proyectar ese pasado hacia el presente y el porvenir. El proyecto es una declaración de intenciones desde su propio título, 'De ley', la fórmula que habla de la proporción que marca la pureza de un metal precioso. Y aquí estamos hablando de muchos, muchos quilates.
Porque Genalguacil ha vuelto a superarse a sí misma en la ambición conceptual y estética de su estrategia por hacer del arte contemporáneo un arma cargada de futuro en su batalla contra la despoblación y el olvido institucional. Y los números le dan la razón: frente a la caída en picado de su padrón de habitantes durante el último medio siglo, el pueblo ha visto crecer su censo en los últimos dos años.
La pelea comenzó hace poco más de 25 años con sus Encuentros de Arte cada dos veranos; luego llegaría Arte Vivo para tomar el relevo en los veranos alternos. Y en su décima edición presentada ayer, Arte Vivo hace cumbre, al menos por ahora, en su afán por hacer de la creación visual contemporánea un lazo estrechado bien fuerte con el territorio donde se asienta y desde el que se proyecta con vocación universal.
Porque habla 'De ley' de un proceso visto en Genalguacil como en otros muchos lugares: un pasado de vigor minero que rascó las entrañas de una tierra sin dejar una perspectiva real de progreso para sus vecinos. Porque hubo bajo el suelo de Genalguacil oro, plata, cobre, wolframio, hierro, carbón, azufre... incluso el lapislázuli empleado por los artistas para pintar a los santos más notables.
Sentido y sensibilidad
Y entre el cielo y el suelo, 'De ley' brinda una experiencia palpitante, bruñida por el profesor de la Universidad de Málaga y crítico de arte Juan Francisco Rueda a partir de las creaciones de Rosell Meseguer y Pablo Capitán del Río. Y en la elección de esos artistas hay tanto sentido como sensibilidad, porque ambos llevan años trabajando a partir de una concepción de los recursos naturales que va más allá de la simple materia prima para convertirse en argumento central de sus respectivos discursos.
«El propósito que abriga 'De ley' –ofrece Rueda– es materializar producciones artísticas, mediante el concurso de Rosell Meseguer y Pablo Capitán del Río, así como otros materiales (fotografías documentales, evidencias científicas, catálogo, etc.) que sirvan para que, en primera instancia, los genalguacileños 'se redescubran' a partir de ellos. De hecho, la exposición ha de ser entendida como un proyecto de investigación que ha contado con un imprescindible trabajo de campo y que ha requerido de un proceso de documentación, para lo cual se ha valido del asesoramiento de Secundino Álvarez Gutiérrez, investigador y erudito de la historia local».
Este vecino de la localidad ha acompañado a Pablo Capitán del Río hasta enclaves como Los Morteretes, donde perviven oquedades realizadas en tiempos de los fenicios para filtrar los minerales a su paso por el río Almachar. «La minería y la alquimia son asuntos que siempre han estado presentes en mi trabajo», avanza Capitán del Río, que ya fue seleccionado en los Encuentros de Arte de 2018 y que acaba de recibir el Premio Arco en la última edición de la principal feria de arte contemporáneo del país.
«Me gusta la noción de que los materiales no están muertos, que siguen cambiando a medida que pasa el tiempo», brinda el artista, que ha empleado el plomo, el aluminio y el polvo negro de la magnetita para sus características esculturas orgánicas expuestas en el museo de la localidad. Allí, 'De ley' brinda la sugerente conjunción entre la decidida presencia de las esculturas de Capitán del Río y la sutileza desplegada por Meseguer en una propuesta que está llamada a pervivir en la memoria de quienes pasen por esta edición de Arte Vivo.
En el museo y en la calle
Porque la artista toma el hilo de su permanente indagación sobre los vínculos entre los recursos natura les y los lugares donde se ubican para llevarlos al terreno de la localidad malagueña. Así, Meseguer ha investigado sobre la presencia en la zona de oro, plata, cobre, wolframio, hierro, carbón, azufre, lapislázuli y alquitrán. Nueve materiales presentes en este paraje que han servido para intervenir otros tantos libros de cuentas originales del Ayuntamiento de Genalguacil datados entre los años 40 y 70 del siglo XX. «Me parecía interesante usar un mineral relacionado con la economía del pueblo para actuar sobre un objeto que da cuenta justo de esa actividad económica, como son los libros de contabilidad del Ayuntamiento», detalla Meseguer.
Su proyecto para Arte Vivo suma un delicioso conjunto de obras sobre papel también pintados con pigmentos extraídos de esos minerales y enlaza con la obra que Meseguer desarrolla desde hace años en torno a la elaboración de una suerte de «vademécum» sobre los elementos de la tabla periódica. Ese diagrama inspirará la pieza que la artista prepara para los aledaños del colegio de la localidad y que pondrá el acento en los minerales presentes en el entorno local. Porque conviene recordar que tanto Arte Vivo como los Encuentros combinan las piezas 'de museo' con las intervenciones urbanas que de un tiempo reciente a esta parte han ido ganando en respeto hacia el entorno hasta integrarse en él de forma natural.
Ahí están los balones de cerámica 'empeñados' de Miguel Ángel Moreno Carretero, las vasijas y mosaicos de Fernando Renes, la malla cerámica de Paloma de la Cruz y, a pocos metros de esta última, el mirador ideado por Pablo Capitán del Río para este Arte Vivo. Una pieza «mágica», como anuncia Rueda, porque el artista granadino ha ideado un suelo de baldosas hidráulicas elaboradas de manera artesanal y decoradas con pigmentos procedentes de abonos naturales. «El resultado final es parecido a una acuarela... Una locura», comparte. Así, cada baldosa es única y, colocada en el suelo, en acción con el sol y la lluvia seguirá nutriendo la tierra con el filtrado de esos abonos que la decoran.
Junto a ellas, un níspero recién plantado que también se alimentará de esas baldosas y un banco para componer un nuevo mirador donde antes había un terreno baldío. Y ese lugar es una metáfora de lo que sucede en Genalguacil, donde el arte sale de la tierra y la mismo tiempo la nutre, donde en cada proyecto se dejan «no sólo la piel, sino también el alma», como enarbolaba ayer el alcalde el municipio, Miguel Ángel Herrera.
Y el alma de Genaguacil habla de arte y de naturaleza, de la entraña cabal de un pueblo de ley.
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