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Ilustración botánica de mandarinas y mapa de las islas Ryūkyū (CC PD).
La mandarina salvaje que podría salvar a los cítricos

La mandarina salvaje que podría salvar a los cítricos

Historias de tripasais ·

Una investigación internacional en la que participan científicos españoles ha encontrado una posible arma contra la plaga de los cítricos buscando en el pasado de estas frutas

Ana Vega Pérez de Arlucea

Domingo, 1 de agosto 2021, 00:07

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Si ustedes no tuvieron la suerte de comer plátanos hace más de 60 años es posible que no sepan a qué sabe realmente un buen plátano. Puede parecer una exageración teniendo en cuenta que es la fruta más consumida del planeta, pero biólogos, cultivadores y agrónomos están de acuerdo en que la variedad de plátano más popular hoy en día, la Cavendish, no está a la altura del que fuera rey de las delicias bananeras, el mítico Gros Michel. También conocido como Big Mike, este cultivar de plátano fue líder en cuanto a producción y exportación mundiales hasta los años 50, cuando la fusariosis o plaga de Panamá arrasó las plantaciones. El Gros Michel tuvo que ser sustituido por el Cavendish, un segundón en cuanto a sabor y textura pero aparentemente capaz de resistir el ataque del hongo Fusarium oxysporum.

Ahora resulta que una mutación de la enfermedad de Panamá amenaza con dejar también a los Cavendish fuera de combate, incluyendo a nuestro querido plátano de Canarias. El peligro de las plagas globales es bien conocido desde hace siglos: la llegada en 1863 de la filoxera americana a punto estuvo de acabar con todos los viñedos de Europa y el hongo conocido como «tinta del castaño» provocó la pérdida del 80% de los castaños españoles durante el siglo XIX. Del mismo género que este último, Phytophthora (del griego phyton «planta y phthorá, «destrucción), es el causante de la enfermedad de la patata y de la gran hambruna irlandesa entre 1845 y 1849.

Actualmente hay otra peste de alcance mundial acechando al cultivo de cítricos. Con el apropiado nombre de «enfermedad del dragón amarillo» (traducción del chino huanglongbing) esta plaga provocada por bacterias y transmitida por insectos afecta a todos los cítricos, pero especialmente a las naranjas dulces y las mandarinas. Los árboles se van secando, sus hojas y frutos adquieren una coloración anormal y su rendimiento baja drásticamente hasta morir al cabo de unos cinco años. Las frutas afectadas son más pequeñas y amargas de lo normal, de manera que no se pueden usar para hacer zumo y tampoco tienen la calidad adecuada para comerlas. En EE UU –adonde el huanglongbing o HLB llegó en el año 2005– las cifras de naranjas destinadas a zumos y procesados se han reducido en un 70% durante la última década, mientras que el consumo en fresco también se ha visto profundamente afectado.

Brasil, Argentina, Cuba, Sudáfrica, China, India, Filipinas… El HLB está ya presente en más de 50 países y se prevé que desgraciadamente llegue también a Europa. El IVIA (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias) ya se está preparando para el desembarco de esta enfermedad que, aunque de momento no ha sido detectada en la península ibérica, podría acabar potencialmente con uno de los sectores más importantes de nuestra agricultura.

Una de las posibles soluciones sería dar con una variedad resistente al HLB con la que injertar los árboles vulnerables ,o usar su información genética para editar el ADN de los cítricos comunes. La clave podría estar en el pasado, tal y como ha demostrado un estudio publicado recientemente en la revista Nature Communications entre cuyos autores destaca el nombre del doctor Manuel Talón, Coordinador del Centro de Genómica del IVIA. Experto en los orígenes de los cítricos, su evolución y domesticación a lo largo de la historia, Talón ha colaborado en este último proyecto internacional dedicado a rastrear la historia de las mandarinas. Al analizar el genoma de 69 cítricos tanto silvestres como domesticados del este de Asia han descubierto que las mandarinas modernas descienden de tres linajes ancestrales que en combinación con otros cítricos como el pummelo dieron pie a todas las variedades que conocemos hoy en día. Una de esas primitivas líneas genéticas corresponde a una nueva especie de mandarinas salvajes, desconocida hasta ahora, que llegó al archipiélago Ryūkyū (Japón) hace 5 millones de años desde el sur de China.

Bautizada como Citrus ryukyuensis, esta pequeña mandarina sin valor comercial es el antepasado directo de dos variedades de mandarina muy conocidas en la isla de Okinawa: la ornamental tachibana y la sabrosa shiikuwasha, cuyos portainjertos híbridos se han descrito como tolerantes al huanglongbing o HLB. Puede ser que la primigenia mandarina de Ryūkyū contenga la deseada información genética sobre cómo resistir al dragón amarillo y acabe salvando a todos los cítricos del mundo.

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