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Jean Jaurès, fundador del periódico L´Humanité
Del fundador de L´Humanité al creador de la Commonwealth: Jean Jaurès y Oliver Cromwell

Del fundador de L´Humanité al creador de la Commonwealth: Jean Jaurès y Oliver Cromwell

Albas y Ocasos ·

Tal día como hoy nacía Jaurès y moría el Lord Protector Cromwell, que fue después exhumado y sometido al tierno ritual de la ejecución póstuma

TERESA LEZCANO

Málaga

Domingo, 3 de septiembre 2017, 01:21

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Tal día como hoy nacía Jean Jaurès, fundador del periódico L´Humanité, y moría el Lord Protector Oliver Cromwell, que fue después exhumado y sometido al tierno ritual de la ejecución póstuma que, como bien indica su nombre, consiste en que te ejecutan después de muerto.

Tres de septiembre de 1859. Nace, en la francesa ciudad de Castres, Auguste Marie Joseph Jean Léon Jaurès, y no le endilgaron más nombres porque en la casilla del registro civil se quedaron sin espacio, y todo para que después sólo se le llamara Jean ya que en los años siguientes anduvo muy ocupado y no era cuestión de perder el tiempo por un exceso de bagaje nominativo: que si me meto a diputado republicano; que si me enfrento a los marxistas ortodoxos y propugno el control del estado sobre las empresas; que si entro a una huelga minera por la puerta de atrás y como intelectual burgués republicano y salgo por la veta delantera como socialista convencido; que si fundo el periódico L´Humanité, diario emblemático donde los haya; que si unifico las distintas tendencias socialistas de Francia; que si abogo por la enseñanza en los colegios del occitano, el bretón y el euskera; que si, ante el ultimátum de los austriacos contra los serbios después de que los segundos le apistolaran a los primeros al archiduque desencadenante de la Gran Guerra, me declaro pacifista; que si mis ideas antimilitaristas me vuelven tan impopular entre algunos sectores que una noche un fulano ultrapatriótico me sigue hasta la parisina calle Montmartre y concretamente hasta el Café del Croissant donde no me disponía a engullir un ídem puesto que era la hora de cenar, me dispara dos veces en la cabeza y a pesar de que una de las balas se va por su cuenta a una moldura maderística cualquiera, la otra se me lleva por delante la vida y las ideas, no necesariamente en este orden, y me acroissanta pero bien, y de pronto ya no existo. C´est fini.

Cromwell, Lord Protector de Inglaterra
Cromwell, Lord Protector de Inglaterra

OLIVER CROMWELL. De 25-4-1599 a 3-9-1658

Doscientos un años antes del nacimiento castreño de Jaurès moría en Londres Oliver Cromwell, Lord Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda bajo el manto comunitario de su recién creada Commonwealth. La carrera de Cromwell, que pasó de la nada social al estrellato y del estrellato a la nada existencial, fue hija de la suerte y del tesón aunque nieta de todas las contradicciones imaginables: me declaro regicida de ideología y de facto aunque no me corono a mí mismo porque me da un poco de vergüenza tras haber descabezado a Carlitos y, por si las moscas opositoras, acumulo más poder que el propio Carlos; soy parlamentario pero me lío la manta constitucional a la cabeza y ordeno a mis soldados que disuelvan las cámaras; defiendo con la diestra la libertad de culto pero torturo con la siniestra a los blasfemos cuyos cultos no protestan cristianamente como los míos; soy partidario del criterio de equidad en la justicia pero defenestro literalmente a todo aquél que critica mi política de incrementar los impuestos sin el permiso del Parlamento de Inglaterra... A Cromwell se lo llevó la malaria, que no pasaba por Londres pero al parecer pasó por Irlanda donde Oliver la cobijó durante una de sus campañas conquistadoras, y la función lordprotectora recayó en su hijo Richard, que no tenía apoyo ni parlamentario ni militar, con el consiguiente resultado de que fue rápidamente desprotectorado mientras era reinstaurada la monarquía en la cabeza velozmente coronada de Carlos II, quien se apresuró a exhumar a Cromwell de la abadía de Westminster donde apenas le había dado tiempo a criar alguna malva británica, con el fin de someterlo al tierno ritual de la ejecución póstuma, el cual, como bien indica su nombre, consiste en que te ejecutan después de muerto para que no quede ninguna duda al respecto. En el caso de Cromwell, colgaron su cuerpo de unas cadenas, y después lo decapitaron y clavaron la correspondiente cápita en un poste situado en la entrada de la abadía de Westminster, donde la cromwelliana cabeza se quedó más de veinte años absorta en las musarañas ectoplásmicas, hasta que la enviaron a tomar viento universitario a Cambridge. Sería por si aprendía algo.

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