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«Cuando se tiene mi edad, ya va pensando uno en que la cosa se va a acabar ya mismo», decía hace tres años. Paco Cumpián (Antequera, Málaga 1951) hablaba ya entonces de la muerte sin dramas ni penas. Incluso apelaba a ella en su libro 'Confín': «Querida muerte / el tiempo / aquel que nos separa // No es que sienta impaciencia / ¿Acaso me ofreces un respiro? / ¿Un misterio detrás?». El poeta e impresor malagueño falleció anoche a los 74 años tras una vida dedicada a las letras, siempre en los márgenes de la oficialidad, fuera de las instituciones, pero con el respeto de todos. Esta tarde, a las 18.00 horas, será su funeral en Parcemasa.
Miembro de la última generación de editores tipográficos a plomo, Cumpián fue propietario durante años de la librería especializada en poesía Árbol de Poe y fundador del festival Irreconciliables, donde conectó con una juventud inquieta que aprendía de su actitud y de su manera de entender la poesía. «Paco cogió de la mano a una generación entera de poetas en Málaga y nos dijo: te escucho. Nadie como él sabe que la poesía puede ser bella y sucia y punki y dulce todo a la vez. Yo no le suelto la mano», afirma el poeta Ángelo Néstore, para quien Cumpián era su «padre poético». «Los recogía bajo sus alas a todos», añade la poeta Violeta Niebla.
Fue un escritor indómito, un singular editor underground y también «un rapsoda», apostillaba él. Siempre le gustó reproducir con la voz la poesía. «Lo aprendí con Carmen Martín Gaite y con Chicho Sánchez Ferlosio hace treinta y tantos años en el café Manuela de Madrid», el centro de la movida cultural de los años 80, explicaba. Para él, lo primero en el verso es el sonido y «después la escritura».
Hace cuatro años, en 2021, Cumpián cerró su taller tras tres décadas y media dando forma a selectos libros de poesía. Desde 'El cuervo' de Edgar Allan Poe ilustrado con linóleos de Chema Cobo, hasta 'Benarés' de Chantal Maillard, pasando por la rareza de 'Me gusta cómo montas en bicicleta' de Jesús Aguado con un formato apaisado imposible.
Impresor por delante de editor, Cumpián deja huérfana la larga tradición de impresores malagueños artesanales que comenzaran Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, que siguieron Bernabé Fernández-Canivell, Ángel Caffarena y Rafael Pérez Estrada y que tenía en Cumpián al último de una estirpe.
Siempre quedará su obra poética, versos que componía por puro placer, sin esperar trascendencia ni lucro. «La poesía no es una puta para que me tenga que mantener, y yo no soy su chulo. No he pretendido nunca vivir de ella», sentenciaba en una entrevista a SUR. 'La esquina dorada' (2006) recoge su creación entre 1983 y 2006. Posteriormente publicó 'El amor se esconde', 'Mirando hacia otro lado', 'Cigara Içalmez', 'Hogaza de mi pan, agua que corre, jinete cabalgando, cebra sola', 'Hombre parado seguido de Ventura', 'En el jardín', el guion cinematográfico 'Transiberiano' y el texto 'El rapto de las hormigas'.
En los últimos años lanzó 'Confín', editado en 2022 por Letraversal y escrito desde su retiro en Chauen (Marruecos), un lugar del que siempre estuvo enamorado y desde el que iba y venía constantemente a Málaga. En su última visita, los médicos ya le recomendaron que no volviera a cruzar el Estrecho. En enero le diagnosticaron un cáncer de hígado terminal.
‘Callejón azul’ es su testamento poético, un libro presentado hace apenas dos semanas en el Centro Cultural Provincial MVA. Pero sus últimos poemas aún no se conocen. «No ha dejado de escribir hasta el último día», asegura Niebla. Quienes han estado a su lado, cuentan que se ha ido tranquilo, rodeado de su familia y de sus amigos, y con una satisfacción final que le reservaba la vida: conocer a su nieta.
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