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Ensayo de 'Resistencia y sumisión'. Daniel Pérez
La explosiva virtud de los condenados

La explosiva virtud de los condenados

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Viernes, 11 de octubre 2019

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El teatro Echegaray retoma su facción de productora teatral por cuarto año con la misma seguridad que quien ya ha justificado con creces su existencia. Hasta ahora, esta Factoría ha mostrado buen tino en seleccionar piezas que pusieran de relevancia el talento de proximidad sin perder en ningún momento el interés o el sentimiento, proponiendo además nuevos descubrimientos y generando una amplia expectativa en la dramaturgia de la ciudad.

Como prueba de que las miras no se quedan limitadas a la estrechez de nuestro territorio, la semana pasada vio la luz un nuevo espécimen de esta generación, tal vez la que más ganas teníamos de ver primero, que podría perfectamente bombardear nuestras fronteras de la mejor manera posible, es decir, desde dentro. 'Resistencia y Sumisión' es el texto que propone el poeta malagueño Alejandro Simón Partal a partir de las cartas escritas durante los dos últimos años de vida del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer. Después de pasarse media vida pastoreando, fue acusado de algo tan divino como ponerle una bomba a Hitler, sentenciado y apresado por los nazis. El texto de Simón Partal, uno de los poetas más vigorizantes de su generación, nos habla del cautiverio, de sentirse atrapado y de la fe en Dios, pero también de la desesperación de echar de menos a alguien cuando sólo te quedan las imágenes de tu recuerdo y las palabras. Lo que se ha escrito desde un dolor que también es físico sirve como detonante de la chispa de esta mirada: la historia de Dietrich Bonhoeffer es, en realidad, una historia de amor. Y de esperanza, que siempre parte del deseo para hallar lo imprevisible de la existencia.

No es, ni de lejos, el único material con la que está fabricada esta bomba. La dirección escénica corre a manos del valenciano Sigfrid Monleón, quien ya ha llevado la literatura al cine mediante el poeta Jaime Gil de Biedma o el grupo Cántico, y que ahora hace lo mismo pero con el teatro, trazando además un sinuoso recorrido textual. Lo que ha conseguido hacer Monleón con este monólogo, el quinto que dirige, es digno de todas las alabanzas, y buena prueba de ello es la manera que tiene de sentir semejante texto el único actor en escena, el hasta ahora desconocido Alejandro Morales, que pone la emoción de la humildad en cada palabra y que resulta especialmente deslumbrante en las partes recitadas al micrófono, pero que además dibuja un laberinto con la paleta de los gestos de un cautivo: sumiso y resistente.

Frente a lo temible de que todo el atrezzo lo conforme una simple silla de madera o que el cambio de vestuario se limite a la alternancia con la desnudez, la puesta en escena de 'Resistencia y sumisión' es un elemento dramático de gran importancia, porque da consistencia visual y provoca saltos de tema y de tiempo. Lo consigue gracias a un complejo trabajo de iluminación diseñado por Pilar Velasco, que funciona en forma de guía y de contexto, y que nos arrastra mucho más allá de lo visible. Un humo denso como la sangre forma un par de secuencias de una belleza radical e insólita. La banda sonora la conforma además varios temas musicales que van interactuando hasta fundirse con la acción. Todo aquí forma parte del mecanismo de lo que termina siendo un explosivo. «Si estamos unidos, volverán las palabras que nos hacen ver». Y lo mejor de todo es que todavía puede verse lanzado por la Factoría Echegaray durante una semana más; nosotros también tenemos que creer en esta historia en la que el amor nos hace libres, da firmeza a lo que decimos. Como para el propio Dietrich, este puede ser el principio de la vida.

Próximos pases de 'Resistencia y sumisión' en el Teatro Echegaray:

Sábado, 12 19.00 y 21.00 h

martes, 15, miércoles, 16, jueves, 17 y viernes, 18 20.00 h

sábado, 19 19.00 y 21.00 h

Precio: 15 euros (único). Martes, miércoles y jueves, 2x1.

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