El circo que montó un juguete de madera

Le regalaron a sus hijas aquel juguete. Se cuidaron de que no fuera una de esas versiones tan lacadas que acaban resultando demasiado resbaladizas, sino un conjunto de arcos de colores que respetaban la textura original de la madera. El Arcoíris Waldorf entraba en la casa y con él saltaba la espoleta que ha detonado en 'Esencial', el montaje del malagueño Miguel Ángel Moreno 'Bolo', Premio Nacional de Circo en 2016, que este martes (22.00 horas, entradas entre 8 y 17 euros) desembarca en el Castillo Sohail en Fuengirola de la mano del ciclo Anfitrión, programado por la Consejería de Cultura.

«Vimos que las niñas empezaban a jugar con el arcoíris y, de repente, se pusieron a construir figuras con mayor armonía, que después destrozaban para de nuevo ponerse a construir composiciones nuevas. Ahí nos vino la idea central del proyecto: de la simetría al caos y del caos a la simetría», comparte Bolo, que desarrolla 'Esencial' a través de su compañía Vaivén Circo junto al almeriense Javier Parra y con la colaboración de Jokin Oregui, Premio Nacional de Teatro para la Infancia y la Juventud 2018.

Manolo Carambolas, Chema Martín, Irene de Paz, el propio Bolo y Raquel Petrel (o Celia Sako o Rebeca Carrera, según la función) ponen sobre las tablas una pieza que ha llenado teatros incluso en un escenario tan complejo como el actual, marcado por la crisis sanitaria. «Este mes de agosto vamos a cumplir cien funciones. No vamos al ritmo internacional que teníamos antes, pero este espectáculo ya ha estado en Portugal, Francia, Croacia... Y fue una pena que nos anularan Nueva York y Montreal justo cuando se cerraron las fronteras en marzo del año pasado...», recuerda el artista malagueño.

«El circo siempre gusta y, además, me gusta recordar que este no es un espectáculo sólo para niños. Es para toda la familia. En este tiempo hemos sentido que el público tiene muchas ganas de cultura, de ver espectáculos y a mínimo que haya una serie de condiciones de seguridad, la gente viene como loca», sostiene Bolo, sin olvidar que el paso de 'Vaivén, por el Teatro Cánovas de la capital malagueña se zanjó con lleno en todas las funciones y un buen puñado de personas en lista de espera.

Todos querían asomarse a este «viaje por la historia de la arquitectura» surgido a partir de un juguete compuesto por los arcos con los colores del arcoíris que pueden montarse de tantas formas como dicte la imaginación. «En ese ir jugando surgió la forma de un ágora ateniense, tenemos familia en Úbeda y pensamos en la vinculación con el Renacimiento. Íbamos a centrar el espectáculo en esa época, pero una amiga que es doctora en Historia del Arte nos planteó hacerlo en torno a esa historia de la arquitectura y al final lo planteamos así», desgrana el creador malagueño.

De este modo, el juego entre el equilibrio y el vacío, entre la armonía y el caos, comienza en las cuevas prehistóricas, hace parada en el ágora ateniense, se sube luego en un misterioso barco para arribar hasta la Torre de Babel y desemboca en un puente del movimiento moderno.

«Nunca ha habido belleza sin caos. Por eso, a partir de esa idea, esperamos hablar más de estética, que de belleza, que es un término más subjetivo», prosigue Bolo, antes de detenerse en su manera de crear cada montaje. «Nuestra forma de hacer circo no es como destino, sino que el circo es el camino. Hacemos una técnica determinada en un número, pero no es un fin en sí mismo, sino una vía para contar lo que queremos decir», apostilla el creador de 'Esencial'.

El montaje de Vaivén Circo llega esta noche al Castillo de Sohail como una de las grandes bazas del tramo final del festival Anfitrión. El ciclo se despide esta semana de Málaga con 'Esencial', al que seguirá la revisión del 'Othello' de Shakespeare a cargo de la compañía Voadora prevista el jueves y la danza contemporánea de Manuela Nogales y sus 'Poéticas en la sombra' que clausurará este viernes el ciclo organizado con la colaboración del Ayuntamiento de Fuengirola.

«Con este espectáculo esperamos crear un ambiente mágico para hacer volar al público durante los 55 minutos que dura la obra», cierra Bola, consciente de que a menudo, para volar sólo hace falta dejar libre la imaginación. Ahí está el Arcoíris Waldorf para demostrarlo.

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