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Jueves, 25 de enero 2018, 01:05
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Dos mesas y nueve sillas, todas ellas vacías. En el centro del escenario del Teatro Echegaray, un único personaje, vestido al estilo camarero. Ignacio, un tabernero mexicano (en México) atiende por igual a invisibles parroquianos llegados tras huir de la Guerra Civil y a españoles que ya vivían allí antes del alzamiento. Javier Parra interpreta a todos y cada uno de los que intervienen en la obra. Para cambiar de registro le bastó con impostar la voz, imitar el acento gallego o ponerse un sombrero. En la austera escenografía, Parra cuenta la historia de cómo un camarero vive el tormento de las discusiones y las peleas en el bar entre las dos Españas, conversaciones sobre el pasado que hacen que el personaje principal pierda la cordura y decida viajar en busca de Francisco Franco, para acabar con su vida, alentado por los comentarios de los exiliados durante veinte años: «Muerto el perro, muerto la rabia, cuando muera Franco me corto la coleta».
El actor también interpreta a un narrador omnisciente que rompe constantemente la cuarta pared y va explicando la historia con tintes de humor. Entretanto, de forma brillante, también protagoniza varios números musicales que van desde el tango hasta la copla, siempre en el papel de diversos afectados por la guerra (un sacerdote republicano, un falangista, un profesor gallego que echa de menos a su madre...).
El Echegaray se llenó ayer casi en su totalidad para ver el proyecto debut de la compañía Sr. Correcto, y los asistentes arroparon al solitario actor en su metáfora sobre las heridas del pasado y su vigencia en la actualidad -el texto es un mezcla de dos obras de Max Aub, 'La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco' y 'Crímenes ejemplares'-. Parra, en su papel de narrador, rozó la improvisación en varios puntos de la obra, al tropezarse con una silla o al lanzar una chaqueta demasiado lejos al hablar del viaje del camarero a Madrid. En la ficticia capital de España, el climax de la obra levantó un gran aplauso del público, rendido ante la bipolar versatilidad del intérprete. «Mi hijo es de izquierdas, mi nieto de derechas, pero todos somos del mismo equipo de fútbol, del Almería». Uno de los personajes madrileño desveló la clave de la obra, en la que matar o no a Franco no es más que una excusa para repasar la historia de España, y que quizá su existencia no era la causa de todos los males. «Españoles, españolas, Franco ha vuelto».
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