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España en las pantallas

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Lunes, 30 de septiembre 2019, 00:03

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Fue una delicia poder revisar por televisión el vídeo homenaje que el Festival de San Sebastián le preparó a Penélope Cruz antes de entregarle el premio Donostia. En las imágenes se repasó, en un típico montaje lleno de hallazgos quizá olvidados, toda la carrera de esta ganadora de los premios más importantes del mundo cinematográfico: Oscar, Goya, César, Bafta y un sinfín. Fue como un zasca en todos los ojos ese currículum repleto de papeles en diferentes idiomas, lleno de peliculitas o papeles menores e inolvidables títulos y papelones.

Parece que fue ayer cuando Cruz sorprendió con sus trenzas en 'Belle Époque' o con su inocencia carnal en 'Jamón, Jamón', pero han pasado ya casi treinta años. La gala, efectismos aparte como Bono o el siempre bien llevado traje blanco de Chanel, contó también con la euforia indisimulable de Javier Bardem y con su discurso solidario con las mujeres maltratadas. Pero este homenaje, sobre todo, vino a hacer justicia a Penélope, que comienza a recibir en casa el cálido aplauso a su trabajo que a veces le ha sido esquivo o cicatero por envidias o desacuerdos. Lo mismo que le pasa a Antonio Banderas, pero al revés, en Estados Unidos: este sábado allí ya han visto 'Dolor y Gloria' y le vaticinan, al fin, su necesaria nominación al Oscar tras lustros de olvido.

Coinciden estos sucesos cinéfilos con el estreno de la última de Alejandro Amenábar. Ha conseguido el director, en este giro sorprendente de su carrera, llevar a las salas, incluidas las malacitanas, a interesados en la Historia o forofos de los sempiternos malestares patrióticos. Su 'Mientras dure la guerra' se fue de vacío en San Sebastián, y no extraña porque la película, aunque entretenida y comedida, peca de demasiado fría o académica. Karra Elejalde lo borda como Unamuno, vale, y sobresale la calidad del reparto, sobre todo ese Franco joven que hiela la sangre por su retrato común y sin épica. Pero donde la película pellizca, ay, es en esa escena donde los españoles no se ponen de acuerdo ni en qué letra del himno cantar ni a qué bandera.

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