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El escritor Luis Landero, ayer, en el madrileño Café Comercial. Virginia Carrasco
«España es una familia mal avenida»

«España es una familia mal avenida»

«Los países, como las personas, inventan un pasado tramposo, épico, legendario y poético», denuncia el escritor Luis Landero cierra con 'Lluvia fina' el círculo virtuoso que inició hace treinta años

MIGUEL LORENCI

MADRID.

Miércoles, 13 de marzo 2019, 00:03

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Estamos habitados por demonios. En cualquier momento pueden emerger de los más hondo de nuestro ser y convertir la vida en un infierno. Así lo cree Luis Landero, (Alburquerque, Badajoz, 1948), autor de 'Lluvia fina' (Tusquets). Es una novela «dura y oscura», en torno a una tragedia familiar real «que muy bien puede simbolizar la tragedia de un pueblo como el nuestro». Y es que Landero constata que España es «una familia mal avenida» en la que «se masca la tragedia» y que sigue «gobernada por la inquina». También que personas y países nos hacemos trampas en el solitario de la memoria para inventar pasados «legendarios y tramposos».

Reconoce que es una novela «rara» que «casi se escribió sola» tras leer en un diario sobre un cumpleaños familiar que acabó con dos muertos y varios heridos. Algo estalló en la cabeza del autor de 'Juegos de la edad tardía' (1989), que tres décadas después de aquella novela magistral ha escrito esta «casi en trance». La acabó «de un tirón, a un ritmo de diez o doce paginas diarias, cuando con una o dos me doy con un canto en los dientes» explica. «Tuve el título clarísimo desde el primer instante, otra enorme rareza en mí», confiesa.

«Hay demonios que rabian por salir a la luz y, cuando surgen, la frustración vital hace que busquemos un culpable. Todos tenemos un mundo oscuro y sombrío que desenredar», explica Landero, a quien esta novela de madurez se le impuso en un periodo tan «raro» como el texto. Con la crisis secesionista catalana en plena ebullición no podía escribir nada, pero todo cambió «de repente» y cerró en pocos meses una novela redonda. Ahora sabe que esos letales demonios familiares son comunes a cualquier colectivo.

Que se imponen «en la tribu» y, desde luego, en un país como el nuestro «donde no somos capaces ni de celebrar el cumpleaños de la Constitución». «España es una familia mal avenida en la que de nuevo se masca la tragedia, la de la Guerra Civil a la que volvemos continuamente», arguye el escritor. Lamenta, además, que nos gobierne la inquina «tan propia de nuestra especie, propensa al rencor y al egoísmo».

Tiene muy claro que los recuerdos «son tramposos» y que, como hacemos las personas, «hay países y pueblos que se inventan un pasado épico y legendario» y hacen de su historia «una invención poética». El paradigma de esa mascarada es la Cataluña del 'procés' que tanto le duele y que se convirtió en «una obsesión» mientras escribía 'Lluvia fina'. «Denota la incapacidad de entenderse y cómo nos atrincheramos en creencias y tópicos; cómo en vez de dialogar, todo son enmiendas a la totalidad», lamenta.

Discordia

«Lo más triste es que ese discurso noble y solemne, el de la identidad de los pueblos sea una historia vulgar y mezquina; el aprovechamiento de una burguesía rancia y corrupta que apela a las grandes palabras, a la identidad, la pureza y la primacía para crear una invención que, no por imaginaria es menos terrible», dice.

«Falseamos nuestros recuerdos. Son mentiras sinceras construidas con una información que el tiempo borra. Pero lo grave es que acaban siendo una mentira imposible de desmontar, como ocurre cuando los tópicos se convierten en creencias impermeables a los hechos», sostiene.

Le duele que en lugar de afianzarnos en la concordia persistamos en la discordia. «En Twitter emerge lo peor del ser humano, una prueba más de que estamos a medio civilizar», denuncia. Con todo, Landero no se tiene por pesimista, aunque sepa que «la vida es un cuento que siempre acaba mal».

Se creía incapaz de armar una novela como esta, la décima, con la que cierra el círculo virtuoso iniciado hace tres décadas. «Con 71 años mantengo la ilusión y el ímpetu de los quince», se ufana. «La literatura me ha servido para que no se acabe mi infancia y seguir siendo irresponsable. Es en la infancia y la adolescencia donde se juega nuestro destino», asegura. En busca de un estilo «bonito y eficaz, como el juego de Messi», le gustaría «que dijeran que cuento bien». «Si además dicen que escribo bien, pues miel sobre hojuelas», concluye este exguitarrista flamenco, entregado profesor y hoy abuelo feliz y, aún, narrador imprescindible.

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