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Nunca los he visto con chupa de cuero. Aún menos con látigo. Lo único que no les falta a nuestros Indiana Jones es el sombrero. Resultan muy útiles bajo el sol de justicia de las excavaciones. Al igual que la picola en la mano y el 'dress code' de manga corta y crema protectora. El cine y el gran Spielberg han convertido en una atractiva caricatura la profesión de arqueólogo, aunque cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Frente al estereotipo del buscadores de tesoros, la arqueología es menos épica y peliculera. Pero guarda historias mucho más emocionantes y heroicas. Como la de la Asociación Hins Atiba que, después de años de insistencia, ha logrado financiar una campaña de excavaciones en el yacimiento de Los Castillejos de Teba. Hacía 26 años que no se movía una piedra en este poblado amurallado que es uno de los principales de época ibericorromana en la provincia. Y el problema era el de siempre: la falta de financiación.

Bajo ese lorenzo han trabajado durante un mes un puñado de voluntarios. Entre ellos, Ricardo Fernández que, brocha en mano, se afanaba en desenterrar unos huesos cuando SUR visitó la excavación. Con paciencia y mimo. Aquellos restos llevaban allí veinte siglos, así que merecían toda una mañana de caricias para salir a la luz y (de)mostrar que hemos heredado los gustos gastronómicos de nuestros antepasados. «Parece que pertenecían a un cerdo», apunta este policía de Vélez, que se pidió vacaciones para participar en esta campaña, se buscó una casa en Teba y, cada mañana, antes de las ocho, ya estaba tomándose un café el Mesón de Diego antes de subir al yacimiento. No, Ricardo no se apellida Jones, ni se parece a Indiana. Pero su historia es de película.

El compromiso de gente como Ricardo y del resto de los miembros de Hins Atiba ha permitido afrontar esta excavación con apenas una inversión de 20.000 euros. Poco, desde luego. Pero mucho si pensamos que han sido aportados por el Ayuntamiento de Teba en solitario, un municipio de apenas 4.000 habitantes. Su ejemplo bien podría cundir en el resto de la provincia, donde conocer nuestro pasado y orígenes no resulta una prioridad. Ahí está la ciudad fenicia del Cerro del Villar, que guarda los secretos de la primera Málaga. Hace más de tres lustros que no se excava. Y subiendo.

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