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Una de las obras que el artista francés puso en Málaga. Ñito Salas
En defensa de Invader

En defensa de Invader

Flashback ·

La iniciativa de la Fiscalía atiende solamente a las dos únicas piezas de mosaicos que colocó en dos edificios que cuentan con la máxima protección arquitectónica: el Palacio del Obispo y el Palacio de Salinas

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Sábado, 10 de febrero 2018, 00:36

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Los artistas urbanos son conscientes de los problemas legales a los que se exponen porque operar en la ilegalidad es una razón de ser de esta forma de expresión, por eso casi siempre se escudan en el anonimato, en la nocturnidad y en el misterio. La querella que la Fiscalía de Medio Ambiente de Málaga ha redactado contra Invader es una de tantas otras propuestas de sanciones que ha recibido este artista francés que tiene sus obras repartidas en paredes de unas setenta ciudades de cuatro continentes; muchas de ellas, por cierto, gozan de la máxima protección. La novedad en este caso es la extensión de dicha querella hacia el director del CAC Málaga como supuesto colaborador necesario. Si alguien dudaba que España vivía en una burbuja judicial, aquí tiene otra prueba de ello. La pena por el delito que pretende imputarse puede oscilar entre una sanción económica y los tres años de cárcel. Poca broma para algo que empezó como un juego inspirado en los marcianitos de los años ochenta.

La iniciativa de la Fiscalía atiende solamente a las dos únicas piezas de mosaicos que Invader colocó en dos edificios que cuentan con la máxima protección arquitectónica: el Palacio del Obispo y el Palacio de Salinas. Previamente, los partidos políticos de la oposición ya habían solicitado que se retiraran las quince obras que están situadas en distintos puntos del Centro de Málaga, entendiendo que todo él cuenta con una protección similar. Es motivo de satisfacción que tanto la Fiscalía como la Junta de Andalucía se muestren de pronto tan sensibles en lo que respecta a la protección del patrimonio. También podrían haberlo hecho antes, porque hasta ahora esta ardua tarea de defender el acervo cultural y arquitectónico común ha recaído principalmente en unas pocas asociaciones ciudadanas que han sido no pocas veces tachadas de antisistema. Cabe preguntarse entonces dónde estaba esta misma Fiscalía en las numerosas barbaridades que se han cometido en las últimas décadas contra el patrimonio malagueño y que en este artículo serían imposibles de enumerar, pero que son bien conocidas porque casi todas se han cometido a la vista de todos y por parte de gobernantes que tienen nombre y apellidos. Lo mismo podríamos decir de la Junta de Andalucía, cuyo interés por la defensa de lo malagueño para únicamente empujado por su pasión por los titulares y por el ventilador de la política.

Parece oportuno conocer lo que opinan a este respecto los popes malagueños y representantes del mundo de la cultura y de las artes, en general. Quizá no sea de esperar que respondamos del mismo modo en el que lo hemos hecho de manera unánime contra la reciente ocultación de las obras de Chicano en la parroquia del Santo Ángel, pero estamos ante algo que se parece mucho. Invader erró el tiro a la hora de colocar sus mosaicos en estos dos edificios y que deberían ser retirados. La ignorancia de una ley no exime de su cumplimiento, pero lo más probable es que él no pudiera imaginar que estaba colocando su obra en un Bien de Interés Cultural protegido con todas las de la ley. Resulta inverosímil asumir que ese trozo desconchado y decadente de pared forme en realidad parte de nuestro patrimonio.

El artista Dadi Dreucol fue noticia hace un par de años cuando pagó una multa del Ayuntamiento vendiendo el documento de la sanción intervenida como si fuera una obra de arte. Los 251 euros que obtuvo por esta venta sirvieron íntegramente para abonar la sanción administrativa por, según rezaba el documento, “realizar pintadas y grafitis en fachadas”. Las obras de Invader están valoradas en más de 100.000 euros. Nuestra sugerencia es que, con una idéntica clandestinidad, retire las dos obras que están en los BIC, las venda y con el dinero pague la multa y restituya esas paredes tan valiosas. Si sobra algo, que lo done de forma caritativa a quien corresponda para que tenga la bondad de echar una mano de pintura a los BIC del Centro de Málaga, a ver si con un poco de esfuerzo pueden parecer aquello que dicen que son.

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