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Manuel Cortés, con la radio que le acompañó tantos años durante su cautiverio. :: FOTO SALAS
El día que el Topo de Mijas salió del escondite
Sur Historia

El día que el Topo de Mijas salió del escondite

Hace medio siglo, Manuel Cortés regresó a la vida después de permanecer tres décadas oculto en un zulo de su casa para evitar la represión del Gobierno de Franco

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Sábado, 4 de mayo 2019

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El pueblo se llenó de periodistas. No es que fuera una estampa extraña, porque Mijas era ya un bullicioso destino turístico a lomos de sus burro-taxis. Pero aquella primavera de 1969, un vecino del pueblo se convirtió en uno de los hombres más buscados de España después de que el Diario SUR publicara su historia en primera página. Manuel Cortés Quero, el último alcalde republicano de la localidad, volvía a nacer a los 64 años. El político había permanecido escondido tres décadas en su propia casa para evitar su detención por el régimen de Franco. A finales de marzo, el Gobierno de la dictadura había declarado la amnistía por las actividades relacionadas con la guerra civil, por lo que tras esperar algún tiempo más por prudencia, el exalcalde volvió a salir a la calle. Y a la vida. Su historia, de la que ahora se cumplen medio siglo, no tardó en dar la vuelta al mundo como la del 'Topo de Mijas'.

El periodista Juan Mayorga y el reportero gráfico Salvador Salas -los primeros en contar la noticia el 13 de abril de 1969- encontraron a Manuel Cortés en un bar «tomando una copa y unos boqueroncillos fritos» con los amigos y la familia, según recogía la crónica. Un pequeño refrigerio que al topo le pareció una gran fiesta, casi una celebración de boda. Como un pequeño desquite del enlace de su propia hija, que se había casado hacía unos años sin que el padre de la novia pudiese acudir a la iglesia. Cortés solo pudo acompañar a su hija durante la celebración en su propia casa, aunque oculto en su prisión doméstica y vi(vi)endo esa alegría a través de la cerradura de una puerta.

Arriba, María de la Peña, junto a la recreación de la habitación en la que se escondió el Topo de Mijas. Abajo, a la izquierda, noticia en SUR el 13 de abril de 1969 de la salida de Manuel Cortés. A la izquierda, la habitación se encontraba tras un armario. :: SALVADOR SALAS
Imagen principal - Arriba, María de la Peña, junto a la recreación de la habitación en la que se escondió el Topo de Mijas. Abajo, a la izquierda, noticia en SUR el 13 de abril de 1969 de la salida de Manuel Cortés. A la izquierda, la habitación se encontraba tras un armario.
Imagen secundaria 1 - Arriba, María de la Peña, junto a la recreación de la habitación en la que se escondió el Topo de Mijas. Abajo, a la izquierda, noticia en SUR el 13 de abril de 1969 de la salida de Manuel Cortés. A la izquierda, la habitación se encontraba tras un armario.
Imagen secundaria 2 - Arriba, María de la Peña, junto a la recreación de la habitación en la que se escondió el Topo de Mijas. Abajo, a la izquierda, noticia en SUR el 13 de abril de 1969 de la salida de Manuel Cortés. A la izquierda, la habitación se encontraba tras un armario.

En aquellos primeros días de libertad, Mijas se había llenado de comentarios y aproximaciones a la verdadera historia del topo. Unos decían que había pasado el tiempo en Francia y que ahora había vuelto. Pero el propio Manuel Cortés contó a SUR su verdadera historia que comenzó tras huir del pueblo con la llegada de las tropas rebeldes para refugiarse en Málaga. El avance franquista hizo que también escapara por la carretera de Almería, una experiencia trágica de la que logró sobrevivir, para ir después a Valencia y finalmente al frente de Teruel. «Volví a Málaga al acabar la guerra, con ánimo de presentarme en Mijas y empezar mi vida. Pero mi mujer -Juliana Moreno López- me convenció de que me escondiera. Y me he escondido. Ahora el pasado día veintiocho de marzo escuché por la radio el decreto del Consejo de Ministros por el que han prescrito las acciones de la guerra; después lo he leído en el periódico y por fin hoy me he presentado en el Cuartel de Natera, de la Guardia Civil de Málaga», señalaba el renacido Manuel.

«Volví a Málaga al acabar la guerra, con ánimo de presentarme en Mijas y empezar mi vida. Pero mi mujer -Juliana Moreno López- me convenció de que me escondiera. Y me he escondido»

manuel cortés 'Topo de mijas'

Testigo de aquel momento fue María de la Peña, nieta de Manuel Cortés, que pese a su corta edad entonces no olvida el impacto de aquella escena. «Recuerdo que vi la plaza llena de gente. Salimos porque creíamos que era la visita de alguna autoridad y entonces vi a mi abuelo. Yo tenía 7 años y era la primera vez que lo veía en la calle», rememora la descendiente, que añade: «Me empezaron a temblar las piernas, porque yo no entendía nada». Y lo que no entendía es que su abuelo, que para ella era como un padre y a la vez un fantasma que siempre estaba en casa y del que no se podía decir una palabra a nadie, era al fin libre.

Una condena para Juliana

Los dos primeros años de reclusión tras su vuelta, Manuel se ocultó en casa de su padre adoptivo, Fernando Flores, hasta que su mujer, Juliana, alquiló una casa en la calle del Capitán Cortés. Curioso guiño del destino que anunciaba que allí se escondía otro Cortés, aunque nadie lo supiera. Construyeron bajo la escalera un pequeño zulo para refugiarse de las miradas indiscretas y las visitas inesperadas. «Cuando la dueña de la casa venía para sacar o meter los bidones de aceite de oliva, corría a ocultarme», contó el antiguo alcalde a Jesús Torbado y Manuel Leguineche, autores del libro 'Los topos' (1977).

Una década después, los Cortés compraron una vivienda en la misma calle y Manuel, con mucho miedo, se disfrazó de anciana y cruzó la calle de madrugada para cambiar su prisión por una más cómoda que lo acompañó otros 18 años de reclusión. En la segunda planta, tras un armario, crearon un habitáculo sin ventanas donde escuchaba la radio, leía periódicos antiguos y publicaciones de toros, y liaba esparto para ayudar a la economía familiar. Siempre con luz artificial, aunque para el reo aquello era una suite comparado con sus anteriores zulos. Aquella casa ya ha cambiado, aunque muy cerca, en el Museo Histórico Etnológico, se conserva una reproducción de aquella última habitación del cautiverio del Topo de Mijas. Curiosamente, el escenario de esta recreación también está muy relacionado con Manuel Cortés ya que este edificio fue el antiguo ayuntamiento en el que ejerció como alcalde durante la República.

«Una vez estuvo tan mal que le dijo a mi abuela: 'Si me muero, no digáis nada y me enterráis en el patio'»

maría de la peña, nieta del topo de mijas

La otra gran protagonista de esta historia fue Juliana Moreno, que no solo guardó treinta años el secreto de su casa ante todo el pueblo y sus propios familiares, sino que también sacó adelante a su hija, mantuvo a su familia vendiendo huevos y viajando andando a Málaga a diario para venderlos durante un tiempo e hizo de enfermera de Manuel durante sus crisis de salud. Sobre todo cuando las caries se convirtieron en una tortura. «Me arranqué unos nueve o diez dientes», reconoció Manuel Cortés, al que también se le quedaba el cuerpo «entumecido» por lo que aprovechaba las noches para hacer vida familiar en la casa y «estirar las piernas agarrotadas».

El Topo de Mijas nunca se rindió, pero llegó a aceptar que su encierro era a perpetuidad. «Lo peor fueron los primeros años por los numerosos registros y cuando mi abuelo caía enfermo», recuerda María de la Peña. En esos casos, su madre iba al médico y simulaba los síntomas de la enfermedad de Manuel para conseguir las medicinas. «Una vez estuvo tan mal que le dijo a mi abuela: 'Si me muero, no digáis nada y me enterráis en el patio'», recuerda.

Los treinta años de cautiverio dejaron marcas en el agrietado rostro y en el infagibable espíritu de Manuel Cortés, aunque nunca llegó a renegar de su pasado político. No obstante, Juliana no ocultó la condena que supuso que a su marido lo eligieran alcalde de Mijas durante la república. «¡Me hubiera evitado estos años de sufrimiento!», admitió tras la amnistía esta mujer que dejó una gran huella en su familia. «Hay que decir que la que más sufrió fue mi abuela. Él estaba escondido y tenía una pérdida terrible de libertad, pero ella tuvo que hacer frente a la calle, a las sospechas...», reconoce su nieta.

Tras el paso adelante de Cortés hace ahora medio siglo, otros topos salieron también de sus escondites en el resto de España. Entre las frases que forman parte de la leyenda del mijeño se encuentra una que se le atribuye y que pronunció al día siguiente de su 'liberación': «Al menos para mí, la guerra ha terminado». Un miedo y una represión que también acabó para Juliana y toda la familia.

 

 

El actor malagueño Antonio de la Torre, en el rodaje de 'La trinchera infinita'. :: DAVID HERRANZ

El filme sobre los topos, 'La trinchera infinita', se estrena el 31 de octubre

Desde que salió de su exilio interior, Manuel Cortés se convirtió en el topo más famoso y en fuente de inspiración de escritores y cineastas. El director Alfonso Ungría y el guionista y productor Luis Mamerto López-Tapia convirtieron la vida del mijeño en la base argumental del largometraje 'El hombre oculto' (1971), mientras que el historiador Ronald Fraser relató la reclusión del exalcalde en 'Escondido' (1972), un libro «desnudo», «sutil» y «humano» que recomendó el dramaturgo Arthur Miller. Más tarde, llegó el libro de Leguineche y Torbado, 'Los topos', en el que Cortés detalló la historia de sus treinta años a la sombra.

La historia del Topo de Mijas volvió a ser rescata en 2011 con el documental de animación '30 años de oscuridad', un filme de Manuel H. Martín que detallaba toda la peripecia y el drama del exalcalde de Mijas. La vida de Manuel Cortés, junto a la del resto de hombres que se ocultaron del franquismos en sus propias casas, ha sido también la inspiración de la reciente cinta 'La trinchera infinita', que protagonizan los malagueños Antonio de la Torre y Belén Cuesta y que se estrenará el próximo 31 de octubre. El filme, que dirigen Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga ('Handia'), rescata la «historia de muchos de aquellos hombres que se escondieron porque no hay mayor cárcel que el miedo», explica el protagonista.

 

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