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En plena sesión de doblaje.
El arte del doblaje se mantiene 'on-air'

El arte del doblaje se mantiene 'on-air'

Arranca en los años 30 y se hace fuerte en los 70 con ‘La casa de la pradera’ y ‘Vacaciones en el mar’. Hoy es una industria arraigada que capea las críticas

Begoña rodríguez

Sábado, 5 de septiembre 2015, 23:56

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A principios del siglo pasado, la industria cinematográfica americana empieza a despuntar y sus películas a distribuirse por todo el mundo. Sin embargo, muchos países rechazan estas películas, ahora habladas, por ser incomprensibles para los espectadores. El cine mudo era universal, pero el idioma inglés no. Ante este problema, una primera solución fue la doble versión: la misma película rodada en diferentes idiomas, aprovechando los mismos decorados y, a veces, hasta los mismos actores. Pero al público no le terminaron de convencer estas dobles versiones hechas con diferentes lenguas y acentos lo que, junto con el alto coste de rodar las mismas películas varias veces, pusieron el punto final a este sistema tan pronto como apareció el doblaje.

La invención del doblaje se atribuye a Edwin Hopkins y a Jacob Karol en 1928 con la película The Flyer. Que los actores hablaran y que el público los entendiera era una necesidad innegable. En un país en el que la gran mayoría de la gente no entendía otro idioma más que el suyo, por no mencionar el índice de analfabetismo, el uso de los subtítulos no parecía la mejor solución. El público quería que sus héroes les fueran cercanos y nada mejor para ello que hablaran en su mismo idioma. Y las productoras lo sabían. En 1929 se dobla la primera película al castellano en los estudios parisinos de Reservoirs en Joinville-le-Pont, aunque no todos los actores de doblaje eran españoles. En nuestro país, el primer estudio de doblaje nace en Barcelona en 1932 (el T.R.E.C.E) y ya en 1933 se inauguran en Madrid los prestigiosos estudios Fono España.

En la Asociación de Artistas del Doblaje de Madrid (ADOMA) aclaran que la mayoría de los actores de doblaje de esta época procedían del teatro y de la radio, de donde surgieron voces con gran capacidad de interpretación. Técnicamente, las tomas de sonido se hacen en material fotográfico, que tiene la desventaja de imposibilitar su aprovechamiento posterior cuando el take no es válido; de manera que «los actores tienen que aprenderse sus diálogos de memoria y ensayar, a veces durante horas, ante el riesgo de cometer un error».

Es a partir de esta profesión, y en esta época, cuando grandes actores del cine contemporáneo como Fernando Rey y Fernando Fernán Gómez saltan a la gran pantalla. Hacia mediados de los años 40, la profesión del doblaje se consolida en calidad. En 1947 se realiza el que, todavía hoy, es considerado el gran doblaje español de la historia: Lo que el viento se llevó (1939).

El sonido magnético sistema de grabación con el que se evita cortar y tirar el material fotográfico llegará en 1952. Se gana en agilidad y en calidad de sonido. Así nace la llamada «época dorada» del doblaje español, con interpretaciones memorables de los dobladores que prestaban sus voces a las estrellas americanas. La gran Anita Díaz Plana fue una de las pioneras. En los 60, llega la televisión y las series norteamericana inundan la pequeña pantalla; por aquel entonces, TVE mandaba doblar las películas en Latinoamérica, de ahí que adquieran el peculiar acento castellano neutro. La razón era muy simple: TVE carecía del dinero necesario para encarecer ese producto doblándolo en los estudios del país. «Era más prioritario instalar torres repetidoras por nuestra geografía, y los asesores económicos de la casa aconsejaron no incrementar los gastos».

Aumento de dobladores

La primera serie que triunfó fue Perry Mason pese a su claro acento portorriqueño. A mediados de esta década, las casas de doblaje comenzaron a presionar a TVE para que las películas y series que fuera a emitir se doblaran en España. No lo consiguieron hasta principios de los 70, con series como Ironside, La casa de la pradera y Vacaciones en el mar. Los 70 suponen, también, la renovación tecnológica. El aumento de empresas, debido a la abundancia de doblajes para televisión, contribuyó a disparar el censo de profesionales del sector. «Entonces llega la velocidad en el ritmo de trabajo y queda atrás la memorización del diálogo. Desaparece una manera de doblar que aun hoy muchos compañeros siguen echando de menos», cuentan desde ADOMA.

En los 80, el doblaje vive una inflación industrial producto por el boom del vídeo y la aparición en 1989 de las televisiones privadas y las cadenas autonómicas. A partir de los años 90 se alternan crisis y bonanzas y se lucha por preservar y recordar casi un siglo de profesión.

Y llegamos al presente, donde algunos preven un futuro del doblaje esperanzador. Aunque un aspecto a tener en cuenta es la posible influencia que algunos le achacan en el aprendizaje de una segunda lengua y, en particular, y debido al carácter de la industria cinematográfica, del inglés. Muchos creen que el freno histórico al impulso de este idioma en España se debe a que la televisión y el cine no se emitan en versión original, como ocurre en Finlandia y Holanda.

Imposición en los años 40

Lo que ocurrió en nuestro país fue que a principios de los años 40, Franco decidió que el cine era una herramienta de imposición lingüística y para evitarlo aprobó una ley prohibiendo las películas en versión original, con la teórica finalidad de defender el castellano. Quedaba así prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no fuera el español, salvo autorización del Sindicato Nacional del Espectáculo. Más allá del idioma, se trataba de una censura encubierta que permitía, incluso, cambiar el texto original y adaptarlo a la propaganda del régimen. El ejemplo clásico es Casablanca (1942). El inspector francés que interpreta Claude Rains le recuerda a Humphrey Bogart que «en 1935 llevó armas a Etiopía. En 1936 luchó en España en el bando republicano». Sin embargo, lo que los espectadores españoles de la época escucharon fue: «En 1935 introdujo armas en Etiopía. En 1938 luchó como pudo contra la anexión de Austria». Cabría mencionar aquí que en la actualidad la única manipulación que se le puede atribuir al doblaje consiste en los cambios para que se ajuste debidamente a los labios de los personajes sin perder el sentido del texto original.

En 1946, la orden ministerial con respecto a la obligatoriedad del doblaje se revoca pero, en la práctica, el espíritu del régimen seguía vigente, y el número de doblados y alterados en algún pasaje tanto por alusiones franquistas como «morales» es amplio. Por ejemplo, en Arco de Triunfo (Lewis Milestone, 1947), a Ingrid Bergman se le pregunta si el caballero que la acompaña es su esposo. Ella lo niega explícitamente con la cabeza mientras que sus labios pronuncian sí en la versión doblada al castellano.

Por otro lado, y según algunos críticos, la inmersión lingüística a la que se somete al cine exhibido en España se reduce a una cuestión de dinero y de beneficios. Para el historiador José María Caparrós, la obligatoriedad del doblaje responde a «un complot de los exhibidores y distribuidores para ganar más dinero con las películas americanas, que dobladas eran mucho más atractivas para el gran público». A mediados de los 60, la ley permitió proyectar algunas películas de autor en versión original, y así, en 1963 se pudo ver West Side Story, el gran musical americano, en versión original. Sin embargo, el doblaje s había afincado de tal forma que así ha llegado hasta nuestros días. «Es muy difícil volver atrás porque existe una actitud negativa del público. Además, las distribuidoras norteamericanas quieren doblar», asegura el realizador Fernando Méndez-Leite, un defensor de la versión original. A su juicio, es un «crimen» ver una película doblada. Otro factor es que en España el sector de doblaje es muy potente. Si bien la Ley del Cine plantea una serie de incentivos y apoyos especiales a la versión original, «no existe ninguna previsión de prohibir el doblaje», aclara Fernando Lara, director del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales. Para Joan Pera la voz de Woody Allen, si hace 500 años que se traducen los libros, puede ocurrir lo mismo con las películas.

Otro tema es de la polémica en torno a la necesidad o no del doblaje y la posibilidad de eliminarlo en favor de la versión original. El antes actor Toni Cantó y el director de cine Carlos Saura abogan por esto último. Cantó asegura que «cada vez hay más gente que prefiere ver cine en versión original», pero el expresidente de la Academia de Cine Enrique González-Macho no está de acuerdo: «Si lo consideraran tan importante, irían todos a verla en V.O. y no van». Macho augura un desastre en la industria en el caso de que se suprima el doblaje: «Se hundiría el cine en España, quizá más todavía que existiendo el doblaje, porque sencillamente la gente no iría al cine, se compraría el DVD o la vería en TV o en internet doblada. Yo soy partidario de que ambos sistemas convivan», matiza. La Federación de Cines de España añade que sin el doblaje se perdería un 35% de público en nuestros cines. En realidad, el tema tiene tantos apoyos como detractores. Aunque hay una cosa innegable: el doblaje, además de una industria, es todo un arte.

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