La Chachi, una bailaora punk
María del Mar Suárez une flamenco y electrónica en la obra que estrena en la Gades. 'Ravera' y con un pasado 'okupa', es una artista a contracorriente que lo mismo baila por derecho sobre un tablao que crea una pieza vanguardista para un teatro
Sentada en una terraza del centro con una taza de café en la mano, nadie diría que es bailaora. No da el perfil con ese ' ... piercing' que decora su nariz, los pantalones rasgados, el abrigo de 'animal print' y la camiseta negra que oculta los tatuajes de su torso y espalda. Tampoco su trayectoria es la de una flamenca al uso. María del Mar Suárez 'La Chachi' (Málaga, 1980) abre mucho los ojos y esboza una gran sonrisa cuando recuerda su pasado 'okupa', las 'raves' que ha celebrado en camiones y aquella vez que se fue a recoger fresas a Inglaterra. Precisamente a Reino Unido vuelve cada verano para bailar por derecho en un tablao e impartir clases. «La tradición es la tradición. ¡Y disfruto como nadie!». Lo que gana a base de soleás y bulerías lo invierte después en su propia compañía y, entonces sí, se permite volverse «loca» enriqueciendo el pulso flamenco con otros ritmos. Es una bailaora punk, a contracorriente, contracultural e independiente.
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La Chachi, como la llaman desde que tenía trece años en su barrio de la Unión, ultima el estreno de 'La espera', la primera obra tras el reconocimiento del teatro andaluz con el Premio Lorca a la mejor intérprete de danza contemporánea y tres Premios PAD (mejor espectáculo, mejor intérprete femenina y mejor producción sin subvención) por 'La gramática de los mamíferos', su montaje debut. Unos avales que le han dado el impulso necesario para salir del 'arte de guerrilla' y entrar en los circuitos oficiales.
'La espera' se ha gestado durante varias semanas en una residencia artística en los Teatros del Canal de Madrid. Un trabajo que se mostrará por primera vez al público en la Sala Gades, en ocho sesiones del 2 al 24 de marzo (sábados y domingos). En él, La Chachi encuentra puntos de conexión entre la vida monacal y la del artista. La «sumisión, la pasión, la devoción, el sacrificio, las dudas», enumera. Por eso, todo sucede en un convento de un mundo distópico donde dos monjas antisistema intentan convocar a Dios para hablar con él. Rezarán por los 'outsiders'. Una será María del Mar Suárez. La otra, la compositora de música experimental Paloma Peñarrubia. La primera baila, la segunda pone el universo sonoro a esta pieza; un hilo musical donde el flamenco y la electrónica se unen.
La bailaora malagueña ha llevado la investigación de los dos ritmos a lo corpóreo. «Teníamos que ver cómo se encuentran esos dos lenguajes y materializarlo con mi cuerpo. He comenzado a bailar de otra manera», asegura la artista, que estos días ensaya la pieza en la Casa Invisible. Es una forma de aunar sus dos mundos. La tradición y la modernidad. Porque María del Mar Suárez es una mujer de extremos. «Cuando me subo a un tablao y me cantan... ¡No tiene comparación! El flamenco es intocable como ente», sentencia. Pero cuando le toca crear, entra en juego un discurso radicalmente vanguardista por más que el sustrato sea «siempre» jondo.
Sus dos ambientes
Desde pequeña, se ha movido en esos dos ambientes. Su padre era del Perchel y con frecuencia participaba de chiquitita en las fiestas y jaleos del populoso barrio. Y, al mismo tiempo, se define como «punky y 'ravera' de toda la vida». Encadenó los estudios en el Conservatorio de Danza con Arte Dramático... hasta que tanta disciplina y dedicación le hicieron explotar. «Y me perdí del mundo». Antes de cumplir los 18 años, ya había sido 'okupa' en Londres. Fue a recoger fresas a Inglaterra y allí se quedó una temporada habitando una casa vacía. Después se trasladaría a Barcelona, donde empezó a bailar en la calle. Vivía en una fábrica y hacía fiestas 'raves' en enormes camiones. Precisamente, cuando volvía a Málaga para comprarse uno de estos vehículos, se enamoró de nuevo del flamenco de su infancia gracias a La Lupi. «Y ya no quería perder ni un segundo».
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Con 26 años ya cumplidos, retomó la pasión por el arte jondo; y con 30 se decidió a terminar la carrera de Arte Dramático. Allí coincidió con parte de esa generación que revolucionó el sustrato alternativo malagueño; algunos de ellos le acompañan en esta nueva aventura. Como asistente de dirección cuenta con Alessandra García, para la dramaturgia se apoya en Ramón Gázquez y cuenta con textos de Angelo Néstore.
En Madrid
Tras el estreno en Málaga, 'La espera' se verá en los madrileños Teatros del Canal, donde María del Mar Suárez ha dado forma al montaje tras ser elegida entre los artistas residentes para 2019. «Fue una sorpresa y un orgullo total por representar a Málaga y acompañarme de un equipo de profesionales», declara. La colaboración, además, no finaliza con la obra: para el curso que viene diseñará desde la capital actividades dirigidas a nuevos públicos. Mientras tanto, 'La gramática de los mamíferos' se mantiene en el circuito andaluz Enrédate y acaba de entrar en la ruta nacional de Danza a Escena. Tanto esto, como los galardones, suponen para ella «el reconocimiento de que vale la pena» el trabajo que se hace «en la periferia y en la guerrilla». Una inyección de energía «para seguir luchando».
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Todavía no se pierde una 'rave' en Nochevieja, pero reconoce no sin cierta resignación que se ha «aburguesado». Los años, la sociedad, el trabajo... Mantiene, eso sí, su filosofía de vida. Como se lee en la pegatina ya desgastada que luce en su chaqueta (de la exposición de mujeres artistas del surrealismo en el Museo Picasso), «We are completely free». Siempre libre.
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