Componiendo la nueva Orquesta del Soho
Arturo Díez Boscovich, que llevará la batuta de la formación, comienza las pruebas a los aspirantes a este proyecto creado por Antonio Banderas para el teatro que dirige en la calle Córdoba
Tras la puerta del camerino número dos se escucha la viola de Helena Ruiz mientras ensaya para su gran momento. Sus ojos brillantes aguardan ansiosos ... y, con la mirada puesta en el espejo rodeado de resplandecientes bombillas que iluminan a esta malagueña de 24 años, frota en su instrumento las notas que hará sonar en el acogedor escenario del Teatro del Soho CaixaBank.
En la nublada mañana del lunes 25 este espacio en calle Córdoba levantaba su telón para arropar a los primeros valientes y afortunados que optarán a pertenecer a su Orquesta Sinfónica, un ambicioso y prometedor proyecto que arranca con el 2021 a expensas de que en este año sí suene la flauta y la música tenga más presencia y fuerza en los teatros. En apenas dos semanas, 410 solicitudes se colaron en el correo electrónico del Soho; 410 esperanzas puestas en formar parte de un conjunto reducido y exclusivo para el que se buscaban a músicos malagueños o residentes en la provincia. El tiempo era escaso para prepararse una pieza compleja, pero rendirse en estos momentos no entra en el vocabulario de los artistas que aún tienen muchos sueños que cumplir.
En la puerta del lateral del teatro, Juan Carlos Moreno Castillo aguardaba nervioso con su violín a la espalda. A su lado, su amigo Miguel Ángel Latorre le acompañaría al piano para bordar una prueba ante el director del futuro conjunto, Arturo Díez Boscovich, para la que pedían la interpretación del Concierto nº5 para violín en La Mayor, de Mozart. Moreno Castillo, expectante e inquieto, afirmaba acudir para «probar suerte», porque si resultaba uno de los elegidos, un contrato de trabajo le daría «una alegría» a su vida: «En general, tocar piezas de Mozart es muy difícil. Tiene que ser cristalino, medido y articulado. Se ve todo», afirmaba este joven músico de 26 años sobre la interpretación de la obra. Helena Ruiz, como Moreno, lleva toda la vida preparándose para momentos como éste que le darán cobijo y un lugar donde realizarse profesionalmente a entre 35 y 40 músicos de Málaga.
Dentro del teatro, Díez Boscovich llevaba desde las nueve de la mañana con la mirada puesta en el escenario, analizando al detalle la técnica de los aspirantes a formar esta Orquesta. Contaba con ilusión que el día iba viento en popa para todos, «con gente muy válida y joven en general»: «Lo particular de esta Orquesta Sinfónica es que haremos géneros muy distintos, como cine, musicales, clásicos... Lo que pedimos es versatilidad, músicos camaleónicos estilísticamente», explicaba el compositor y director del conjunto, añadiendo que otra de las ideas fundamentales para formar parte del proyecto es «tener ganas de hacer música en grupo».
Poco después, Pilar Campos llegaba a la prueba con una sonrisa bajo su mascarilla. La violinista de 30 años se colocaba ante los focos del escenario y de la cámara del fotógrafo Francis Silva para comenzar su interpretación. Desde luego, el momento parecía perfecto para esta malagueña, si no fuese porque la mascarilla le molestaba cuando colocaba el violín bajo su barbilla: «Todos los músicos estarán con mascarilla, excepto los de viento, por eso formaremos una Orquesta más reducida y respetaremos mucho la distancia de seguridad», explicaba Díez Boscovich.
A pesar de las restricciones, en los próximos días continuarán estas pruebas a las demás familias de instrumentos, viento metal y viento madera, con jornadas intensivas en unas sesiones diferentes y emotivas que desembocarán en un sueño cumplido para muchos. En cuanto a las condiciones laborales de los intérpretes, el director musical de la Orquesta afirmaba que será el propio Antonio Banderas, director y creador del proyecto, «quien hable ellos para que se sientan lo más a gusto posible y hagan su trabajo en las condiciones más óptimas». Hasta la resolución, a estos artistas sólo les queda esperar con la música como fiel compañera y la ilusión como escudera, resguardándose del virus que no da tregua y que ahora dirige nuestras vidas.
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