Carla Hayes, el arte mestizo que visibiliza a los cuerpos negros
La artista malagueña teje en La Térmica un discurso atravesado por su identidad afrodescendiente con el mar como lugar común y escenario de tragedias
Hacia el año 1.500, Gentile Bellini retrata en uno de sus cuadros más conocidos el momento en el que una reliquia de la Santa ... Cruz cae al canal de San Lorenzo en Venecia. En el extremo derecho, una persona negra se dispone a saltar al agua para recuperarla. Pasa inadvertida entre la cantidad de individuos que se agolpan al otro lado como meros espectadores, pero ahí está él decidido a salvar ese objeto. Hace casi un año, un joven guineano acaparó las portadas tras rescatar a una mujer que se quedó paralizada mientras Héroes de Sostoa se inundaba por la Dana. La artista Carla Hayes, malagueña afrodescendiente, conecta ambas realidades distantes en el tiempo en una exposición que hace visible a través del arte al cuerpo negro y toda su carga histórica. 'Este mar llamado mi espalda' se podrá visitar en La Térmica hasta el 22 de febrero.
La exposición
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Qué 'Este mar llamado mi espalda', de Carla Hayes.
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Cuándo Desde el 24 de octubre hasta el 22 de febrero.
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Dónde La Térmica.
Carla Hayes, de madre española y padre ghanés, sigue en su búsqueda de un lugar propio dentro de la diáspora africana. «Es una de mis obsesiones», admite. Forma parte de su cotidianidad y de la eterna pregunta 'pero, ¿tú de dónde eres?'. «Aunque haya nacido en Málaga, siempre se me va a ligar a un contexto africano». Por eso, desde que se graduó en Bellas Artes por la UMA en 2019, su obra está atravesada por su identidad mestiza en el fondo de sus temas y también en la forma de su arte, con el uso de la rafia mezclada con el bordado y ahora también con el plástico y la cerámica. Materiales y técnicas artesanales que hablan de su condición de mujer afrodescendiente y que, filtrados por su discurso, se elevan a la categoría de arte. A través de ellos, la artista cuestiona e indaga en el colonialismo, la sexualización de la mujer negra, la migración y el daño ecológico.
En la Térmica, su segunda individual en Málaga, Hayes pone el foco en el mar «como tercer espacio o lugar común» de esa diáspora. Un punto de encuentro entre «un aquí y un allí», entre África y Europa, y también un escenario de tragedias donde pierden la vida miles de migrantes. Con rafia bordada presenta a modo de tríptico el cuadro Bellini flanqueado por dos noticias de actualidad: 'Mahmoud Bakhum, un mantero en Sevilla muere al tirarse al río mientras la policía le perseguía por trabajar' y 'Muere en Málaga el migrante senegalés cuyo abrazo a una voluntaria de Cruz Roja se hizo viral'. «Pongo en común una parte más histórica con nuestra contemporaneidad. Vemos que el status quo de entonces no era tan diferente del de ahora», reflexiona frente a la pieza 'After Gentile Bellini'
Muy cerca, una rafia tejida a modo de red se cuela entre las piezas de cerámica de un mural con la frase: 'El héroe que salvó a una mujer en Málaga. Un joven guineano que llegó en patera a Canarias'. El azulejo remite aquí a la expansión colonial, al comercio transatlántico y a la circulación forzada de los cuerpos, y es la conexión con Lisboa, una ciudad con amplia presencia de afrodescendientes donde desarrolló una estancia de investigación. «Me gusta ligar ese pasado con el presente. Me interesa traer la presencia de los cuerpos negros en el pasado colonial europeo, porque no es algo actual solamente: los cuerpos negros siempre han estado presentes en mayor o menor medida en Europa», resalta.
Al otro lado de la sala es su propio cuerpo el centro de la acción. Carla Hayes borda la rafia sobre un plástico con forma de cola de sirena que se coloca en la orilla de Lisboa y de Málaga. De esta forma se transforma en una especie de ser que puede transitar por ese mar entre tierras y culturas diferentes, pero al mismo tiempo le sirve para analizar la mirada sobre el cuerpo negro femenino convertido en sirena. «Es uno de los epítomes de la sexualidad, la mujer sirena que no tiene deseo, pero sí es completamente deseada». En dos performance que se proyectan al final de la sala -junto a su cola de sirena bordada- se observa la reacción de la gente. «Miraban, se acercaban, sacaban fotos. Era una mirada pasiva hacia una persona parada o tirada, como muerta, simulando ese naufragio».
En esa pieza introduce por primera vez el plástico transparente con un sentido medioambiental, para abordar el drama que sufren muchos países africanos por la polución que provoca Occidente. «Los pescadores de Senegal no pueden pescar porque el mar está contaminado», explica. Ese PVC aparece de nuevo en la obra 'Mantón Mar', la de mayor tamaño de toda la exposición, una creación coral junto al Colectivo Biznegra, donde varias mujeres afrodescendientes bordaron juntas en una práctica de sanación, diálogo y resistencia compartida. Con rafia y plástico confeccionaron una prenda estrechamente vinculada a la feminidad y al cuerpo femenino, pero también al pasado colonial español. Un mantón que aquí se extiende sobre arena de la playa a la que contribuyeron con «su granito» todas aquellas mujeres.
Los comisarios Javier Cuevas del Barrio y Ariadna Ruiz Gómez celebraron su capacidad para «sublimar la herida colonial». «En la tradición cultural los cuerpos negros son los más invisibles, los que no tienen voz. Ella le da una vuelta al calcetín y a través de su práctica artística los visibiliza, los muestra y pone el foco en ellos para evitar el blanqueamiento de la historia», concluyen.
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