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Torremolinos viaja en el tiempo cada febrero con un festival que moviliza a los seguidores del estilo de vida de los 50. Zigpix Photography
La cápsula del tiempo del Rockin' Race

La cápsula del tiempo del Rockin' Race

El ritual se repite desde hace 25 años: cada febrero, Torremolinos se transforma en un pueblo 'rocker' con la música y la estética de los 40, 50 y 60

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Domingo, 27 de enero 2019, 01:43

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«¿Pero qué está pasando en este pueblo?», preguntaba una familia rusa a la recepcionista de un hotel de Torremolinos. En febrero, en pleno siglo XXI, el establecimiento estaba tomado por hombres con trabajados tupés y cazadoras de cuero y chicas con ondas en el pelo, gafas puntiagudas y faldas tubo por debajo de las rodillas. «Es como volver atrás en el tiempo, es una pasada», asegura la tarraconense Esther Gasulla. Ella es parte de los 'no civiles', esa tribu fiel a los años 40, 50 y 60 que cada año, desde hace un cuarto de siglo, se cita en el Rockin' Race Jamboree. Un festival capaz de movilizar a un público que paga vuelos desde Canadá o Australia para revivir los años dorados del rock and roll –y otros ritmos afines– a pie de playa. Un ritual cargado de colorido, buen rollo y un punto de nostalgia que convierte durante cuatro jornadas a Torremolinos en un pueblo 'rocker'.

«Estamos desbordados, trabajamos a un ritmo de 15 horas al día», reconoce su director Guillermo Jiménez Pou en uno de los pocos huecos que le deja la organización del evento. Esperan a unas 3.000 personas del 7 al 10 de febrero. Es decir, 'sold out'. Y todo indica que lo conseguirán: los alojamientos oficiales –cinco hoteles y apartamentos– están agotados desde mayo de 2018. ¿Por qué? «El cartel es una locura. Y, además, soy francés. Febrero para nosotros es invierno, hace frío y nieva. Siempre sé que va a ser un fin de semana grande por la música y el sol», asegura Olivier Laporte. «Es un 'kit kat' en el invierno: pausa, buen ambiente y volver a encontrarte con amigos de todas partes a lo que nos une esta música y lo que genera», añade Gasulla.

«Ojalá hubiese vivido en los años 50»

Pelo cobrizo recogido con una gran onda en el flequillo, pañuelo al cuello, gafas de sol ojos de gato y labios rojos. Su 'look' la define de un simple vistazo. La tarraconense Esther Gasulla vive en 2019 pero sueña con los 50. «¡Ojalá hubiese vivido en aquella época! Eran tiempos difíciles, pero eran felices con poco», exclama al otro lado del teléfono. Este año volverá a reunirse con su gente en Torremolinos, con esa 'otra familia' creada de festival en festival con la que comparte mucho más que una estética y un gusto musical. Es «una manera de vivir». Lo dice Olivier Laporte, un 'rocker' francés que cada año desde hace más de veinte se reserva los primeros días de febrero para escaparse a Málaga.

Ellos contribuyen a ese salto temporal que transforma el paisaje de Torremolinos durante el Rockin' Race Jamboree. Saben que seguir los cánones del 50's lifestyle les diferencia, pero ellos no se sienten «bichos raros». Forma parte de su cotidianidad. Esther, masajista y empleada en una tienda, recuerda que en uno de sus trabajos tuvo que llevar uniforme: «Pero mi cabecita no me la pueden cortar», ríe. Y ahí se explaya con elaborados peinados que se hace con una facilidad asombrosa. Se «enamoró» del estilo viendo los álbumes de foto de su abuela y esa música era la banda sonora de su casa. Como ella, Olivier, dueño de una agencia de viajes en Bourges, viste ropa vintage, su casa tiene una decoración retro y le apasiona el rock and roll. «Este año cumpliré 50 años, así que escucho esta música desde hace más o menos 40. Es mi vida, la que he elegido», concluye.

Este 2019, Rockin' Race ha multiplicado su apuesta para celebrar su 25 cumpleaños con primeras figuras. Eso exige un presupuesto mayor, que han afrontado «a pulmón», y un «trato especial» para algunos de sus 'rockstars' que hay que atender a contrarreloj. Hay quien pide vuelos directos en primera clase que no existen, cachés que se reemplazan por unas vacaciones pagadas a la familia en la Costa y quien pone como condición sine qua non  habitaciones de cinco estrellas mirando al mar. «Aunque tengamos mucha experiencia, los inconvenientes siempre son nuevos», añade Jiménez Pou. Los solventarán, como llevan haciendo desde que un grupo de adolescentes malagueños decidió montar una fiesta rockabilly en The Pink Elephant. El cartel llegaba a los aficionados con el cartero y los contratos se cerraban vía fax en el negocio del padre de Guillermo.

La estrella alemana Sascha Vollmer, el clásico Johnny Knight y el hijo del descubridor de Elvis, en cartel

Por el camino han ido creciendo en afluencia y en número de artistas. El Palacio de Congresos de Torremolinos fue durante años sede de sus conciertos nocturno, los de mayor aforo; pero el salto definitivo llegó hace tres años, cuando el Ayuntamiento de Torremolinos les cedió el Auditorio Príncipe de Asturias, un espacio acondicionado para la música, con nueve camerinos y un escenario totalmente equipado.

En detalle

  • Fechas. Del 7 al 10 de febrero.

  • Lugar. Torremolinos. El Hotel La Barracuda es la base de operaciones durante el día (salvo el domingo) y el Auditorio Príncipe de Asturias es la sede de los conciertos nocturnos

  • Entradas. Abono completo (con la fiesta de bienvenida incluida): 70 euros. Jueves, viernes y sábado sueltos: 35 euros cada día.

Hasta 400 artistas/bandas han participado en esta genuina 'jamboree' a lo largo de su historia. Desde el rock and roll de sus inicios, el abanico musical se ha ido abriendo a todos los géneros vinculados a la década de los 40, 50, 60: soul, blues, surf, rhythm and blues, boogie-woogie... «La etiqueta rockabilly está grabada a fuego, pero no queremos encasillarnos. El haber ampliado las opciones sin perder los patrones estándar es parte de nuestro éxito», señala el director, un melómano en lo personal y en lo profesional a través de la tienda y el sello discográfico Sleazy Records, una referencia en su sector. Por allí han pasado nombres míticos como Wanda Jackson, la primera cantante femenina de rock and roll; Bill Haley & His Comets con su archiconocido 'Rock around the clock'; o Chris Montez, de los primeros roquero estadounidenses en cantar en español.

Y este 2019 promete, con unas 30 bandas que mueven a alrededor de 180 personas. Desde Alemania aterrizará en el Rockin' Race Sascha Vollmer, una estrella mediática en su país (fue jurado de 'La voz' germana) y líder de The BossHoss, un grupo que se autodefine como de 'country trash punk rock'. A Torremolinos vendrá al frente de una de las agrupaciones con las que empezó en la música, Hot Boogie Chillun (sábado 9, 23.30 horas). Con ellos viaja una persona solo para afinar las guitarras.

El Rockin' transforma el ambiente de Torremolinos.
El Rockin' transforma el ambiente de Torremolinos. SUR

Desde EE UU llega JD McPherson, un cantante y guitarrista de Oklahoma que se ha hecho un hueco en el mundillo indie del retro-rock. Su último disco, 'Socks', ha sido un éxito de ventas en las pasadas Navidades. En Málaga estará acompañado de Los Straitjackets (sábado 9, 22.15 horas). El toque clásico y nostálgico lo pone esta vez Johnny Knight. Tuvo una breve pero intensa carrera musical en los 50, un proyecto que abandonó para dedicarse al sector inmobiliario. Desde entonces solo cantaba en los míticos clubs americanos de veteranos de la guerra, hasta que el año pasado un festival inglés le subió de nuevo al escenario. Este 2019 será la segunda vez en su vida que viaje a Europa para actuar en Málaga a sus 82 años. Su concierto no durará más de media hora, su repertorio no da para más, pero se perfile como uno de los directos más singulares (jueves 7, 23.30 horas).

Él y Johnny Tedesco –de los primeros roqueros de habla hispana, que regresa al Rockin' Race tres años después de su debut europeo (sábado 9, 21.00 horas)– son el único reducto del rock primigenio. Ya apenas quedan clásicos en activo de un género que ronda los 70 años. Pero están sus herederos. Como los californianos The Blasters, en la carretera desde finales de los 70 (sábado 9, 24.45 horas); su paisanos The Paladins, que irrumpieron en los 80 (viernes 8, 24.30 horas); y más recientemente Pat Capocci (sábado 9, 02.00 horas), el australiano que dará en este festival su único concierto en España.

Por el día, la base de operaciones es el Hotel La Barracuda, a un paso del mar. Allí se abre la cápsula del tiempo con una fiesta de bienvenida el miércoles 6 de febrero. Los 'no civiles' toman desde ese día la zona, en la que se instalan expositores ingleses y americanos con ropa y complementos de época y vinilos de Sleazy Records. Porque no todo es música en directo: el viernes en el hotel (17.30 horas) habrá una charla con Jerry Phillips, hijo de Sam Phillips, el fundador de Sun Records que descubrió a Elvis Presley; y el sábado los coches clásicos –y food trucks– tomarán la zona de Playamar (12.00 horas).​

Una maquinaria bien engrasada que pone en marcha un equipo de apenas tres personas a lo largo del año, al que se suman siete miembros de producción durante el evento. Trabajan con un cuadrante que marcha «como un reloj suizo»: recogidas en el aeropuerto, traslados del alojamiento al escenario, comidas... Momentos de nervios que solo se acaban cuando el último 'rocker' abandona Torremolinos. Hasta el año que viene.

El festival espera convocar a 3.000 personas en esta edición. El buen tiempo es uno de los atractivos del Rockin'Race. Imagen representativa de la estética de la cita. ZSUR | Zigpiz Photography
Imagen principal - El festival espera convocar a 3.000 personas en esta edición. El buen tiempo es uno de los atractivos del Rockin'Race. Imagen representativa de la estética de la cita.
Imagen secundaria 1 - El festival espera convocar a 3.000 personas en esta edición. El buen tiempo es uno de los atractivos del Rockin'Race. Imagen representativa de la estética de la cita.
Imagen secundaria 2 - El festival espera convocar a 3.000 personas en esta edición. El buen tiempo es uno de los atractivos del Rockin'Race. Imagen representativa de la estética de la cita.

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