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Daniel Buren, del Cubo al interior del Pompidou. FERNANDO GONZÁLEZ
Bulimia
Línea de fuga

Bulimia

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Domingo, 29 de octubre 2017, 09:58

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Atribuye la leyenda urbana al filósofo José Ortega y Gasset una sentencia que viene a decir algo así: «Madrid es esa ciudad en la que, un jueves a las ocho de la tarde, o estás dando una conferencia o te la están dando». Y esta semana que termina, Málaga ha sido esa ciudad en la que, cualquier día a las ocho de la tarde, o estás inaugurando una exposición o te la están inaugurando. Sólo se libró el lunes, quizá por aquello de no abusar del respetable. Pocos días como estos para ilustrar la identificación metonímica de la cultura con el arte y del arte con las artes visuales en la agenda y en la estrategia de la ciudad. Desde las cavernas, la política tiene muy presente la capacidad publicitaria del arte y el frenesí contemporáneo ha estrujado los ritmos hasta convertir las colecciones de los museos en exposiciones temporales de larga estancia que conviven con nuevas propuestas cada tres o cuatro meses. La mercadotecnia y la caja registradora necesitan estímulos cada poco tiempo y los museos ofrecen un decorado cambiante y colorido, ideal como telón de fondo para las fotos institucionales. Así que para allá se han ido los presupuestos y los trajes de chaqueta. Y los plumillas hemos ido detrás.

El martes inauguraba la Casa Natal de Picasso una exposición en torno al 'Guernica' como eje central de su trigésimo Octubre Picassiano. Sin descubrir la pólvora, el proyecto es una delicia. Los horrores de la guerra entre la población civil desde el siglo XVIII hasta el nuestro. Las miniaturas de Jacques Callot junto a los 'Desastres de la guerra' de Goya, los grabados de Picasso en 'Sueño y mentira de Franco' junto al 'Guernica' pintado casi a tamaño real por Javier Arce, un dibujo a rotulador sobre papel «irrompible», hecho luego una bola y vuelto a extender como un gurruño, como esas notas que tiras a la papelera y que después te salvan la vida medio del derrumbe mental. Las esculturas y los dibujos de Oteiza. Las apropiaciones de José Manuel Ballester. Recupera la Casa Natal la mejor versión de sus exposiciones de producción propia con esta muestra. Una alegría modesta y confortable, como la propia exposición.

El miércoles celebramos el cumpleaños de Picasso (136 años ya) en el Pompidou, donde Daniel Buren ha pasado de las paredes acristaladas del Cubo a las oscuras salas de exposiciones en un montaje no apto para epilépticos. Proyecciones de figuras geométricas y colores planos. Colores para dejar la mente en blanco. Sólo mirar. Detenerse, callar, mirar de nuevo. Un acto revolucionario en los museos del 'selfie'. Al final del recorrido, en medio de un pasillo, han puesto una pantalla y varias hileras de sillas plegables para ver un documental sobre Buren que dura siete horas y media, ya saben cómo son los franceses.

El jueves las salas de La Coracha volvieron a ofrecer un salvavidas en medio del naufragio del Museo del Patrimonio. La Colección Los Bragales, reunida por el empresario Jaime Sordo, muestra parte de sus fondos. Pierre Gonnord y Per Bercley, catanas y bates de béisbol en los moscovitas AES+F, la delicadeza de Issac Julien y Nadia del Castillo, el bodegón exquisito de Juan Manuel Castro Prieto y el poco complaciente Santiago Sierra. Aunque los promotores de la muestra prefieren hablar de discurso, no de nombres, hay nombres y obras potentes, de nuevo, donde estuvo la belleza decadente de La Coracha.

Otra pequeña delicia el viernes. De nuevo Goya, esta vez con James Ensor, en el Museo Carmen Thyssen, en la Sala Noble, maravillosa también vacía con su artesonado de madera oscura. Y toca techo el Thyssen con sus temporales en cartel: Juan Gris, María Blanchard y la segunda etapa del cubismo, por un lado, y Goya y Ensor, por otro. Nada rimbombante. Sólo conocimiento y belleza. Y no saben cómo se agradece.

Y sin embargo, los melancólicos siempre andamos buscando excusas para el desapego. Y ahora que toca echar la vista atrás y poner los pies en agua, esta mañana de horario y paso cambiados, queda la duda de si estamos ante un cuadro, pero de bulimia, si estamos digiriendo todo esto o apenas nos llenamos los ojos y los días libres. Si estamos dando el pelotazo o nos lo están dando.

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