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UN BUEN 'RÉQUIEM' DE MOZART

MANUEL DEL CAMPO

Domingo, 14 de abril 2019, 00:02

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Haciendo honor a la verdad diré que sin otro previo conocimiento, me sorprendió que el Concierto Extraordinario de Semana Santa de la Orquesta Filarmónica de Málaga -el décimo primero de las XXI Temporada de abono del Teatro Cervantes-, se abriera con la obra de un compositor en plena actualidad como el murciano Miguel Franco (1962), su 'Sinfonía concertante' para violín y orquesta Op. 87. Ahora, al leer las siempre interesantes notas al programa de José Antonio Cantón me explico e incluso lo comprendo, por tratarse de una pieza fruto de un encargo hecho en 2007 con motivo de la celebración del tricentenario del nacimiento del imaginero Francisco Salzillo (1707-1783), a Miguel Franco «composición programática en el más estricto sentido de la palabra sobre cinco pasos procesionales de Viernes Santo de dicho escultor». Franco, formado como contrabajista y compositor en los Conservatorios de Murcia y Barcelona, perfeccionándose luego en Manchester, tiene más de medio centenar de obras, que se han escuchado con aceptación de la crítica en Europa y Estados Unidos, actualmente residiendo en Madrid. Diríamos al escuchar la 'Sinfonía concertante' de Miguel Franco, que priman las grandes sonoridades -la abundancia de metales y percusiones- que evidencian una línea descriptiva de primera magnitud y un violín solista, que queda solo, lógicamente, en las cadencias, donde Miguel Borrego sobresalió con su técnica en la ejecución de las mismas, sin ser «absorbido» por el conjunto, como ocurrió cuando se une a los tutti. Buen trabajo de la OFM y el maestro Hernández-Silva, que recibieron muchos aplausos compartidos con el violinista Miguel Borrego y el compositor Miguel Franco presente en la sala.

Los cantos de júbilo de la misa ordinaria son suprimidos en la misa de difuntos, lo que puede justificar que los compositores acudan al estilo dramático, especialmente en el 'Dies irae' que caracteriza el Réquiem moderno. Podemos aplicarlo a los de Berlioz (1838), Brahms (1868) y Verdi (1874), pero el de Mozart (1791) es anterior, si bien se lo considera la primera composición litúrgica concebida con «espíritu moderno». El trasfondo espiritual del 'Réquiem' mozartiano no es únicamente religioso y un musicólogo como Alfred Einstein (1880-1952) afirma que reúne mucho del carácter masónico de sus últimas obras. Fue concluido por su discípulo Franz Xaver Süssmayr (1766-1803) a quien se atribuye cierto carácter teatral en su celebración. Se admira y llega el 'Réquiem' de Mozart por dulzura, amor, piedad y también por emoción, línea melódica sin igual, espiritualidad, súplica, «melancolía dulcísima y fatigada» que escribiera Massimo Milá (1910-1988). El 'Réquiem' de Mozart de anteanoche estuvo cuidadosamente llevado por Manuel Hernández-Silva, atentísimo a lograr su mejor interpretación, pendiente de coro, solistas vocales y orquesta, no escatimando los gestos expresivos y sobresaliendo la conjunción de todos los intérpretes. Cantó bien el Coro de Ópera de Málaga instruido por Salvador Vázquez, tal vez menos número de voces deseado, destacadísima por voz y brillantez la soprano Berna Perles, justa la mezzosoprano Carol García, firmeza y color en el canto del tenor Juan Antonio Sanabria, así como el carácter baritonal, preciso, de José Antonio López. La OFM sonó con calidades para redondear ese Mozart, aplaudido con entusiasmo y cariño.

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