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Por nuestro bien

MANUEL ALCÁNTARA

Viernes, 19 de abril 2019, 17:48

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Reunidos, con la finalidad de ser alguien entre todos, y después de arduas deliberaciones, han acordado que una subida del 10 por ciento en el precio del tabaco reduciría el consumo más de un 4 por ciento. Hay vicios de primera necesidad, pero si cuestan carísimos nos obligan a ser virtuosos y alejarnos de ellos, ya que no están a nuestro alcance. También si aumenta el precio del vino, de la ginebra, del whisky, del coñac y otros líquidos cordiales, que delicadamente tratados y con respeto son benéficos, disminuiría el número de cirróticos. Y no digamos si el precio de los coches se multiplicara por diez: seguro que se producirían menos accidentes automovilísticos. Este año ha arrancado con 20 muertos en 15 días por accidentes laborales. ¿No nos da derecho a suponer que si hubiesen más días de fiesta también se rebajaría la cifra de fallecimientos? Las causas más habituales de las desgracias que ocurren en el trabajo, dejando a un lado la primera, que es la necesidad de trabajar, son el sobreesfuerzo, las caídas y los choques contra objetos inmóviles, que suelen ser duros. Todo sería fácilmente evitable si todos los días del año coincidieran con la Fiesta del Trabajo, donde no trabaja nadie. Lo hacen por nuestro bien. Quieren que al morir dejemos un cadáver que dé gusto verlo, con los hilios pulmonares intactos, en magnífica disposición para respirar el aire del más allá, que se supone de una gran pureza, ya que los hipotéticos fuegos del infierno no son contaminantes. Prohibiendo el uso de las cosas se disminuye mucho la posibilidad de que nos caigan encima. Hay que convenir que los accidentes laborales no son demasiado frecuentes entre los escritores ni entre el alto clero. Lo que ocurre con respecto al tabaco es que si cuesta más sólo se disminuye la modesta felicidad de los más pobres, aunque se mejore la salud de todos. ¿Qué le importa a un consejero autonómico que fumar le salga más caro? Al que le preocupa es al conserje que fumando espera que venga un viento político distinto y lo quite de en medio, que no sé qué se habrá creído el tío para darse ese aire.

(Artículo de Manuel Alcántara publicado en SUR el 20 de enero de 2004)

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