La Bella Durmiente de Tchaikovsky en el Cervantes: la belleza de lo clásico y el bulto sospechoso
El Ballet de Kiev interpreta la obra de una manera notable, deja un lleno total y evidencia que todos los cuerpos no son iguales
Por supuesto, son motivos laborales los que llevan uno a ver una coreografía de ballet que tiene décadas antigüedad, La Bella Durmiente de Tchaikovsky. Era ... un día de perros para el estándar de Málaga, donde la lluvia no es un elemento cotidiano.
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La interpretación de la obra corría a cargo del Ballet de Kiev, en un escenario siempre agradable como lo es el Teatro Cervantes. Por anticipar la conclusión… El día de perros iba a tener un cierre dulce y dejar una importante conclusión: a veces se necesita la casualidad y los rodeos para llegar a auténticas perturbaciones perceptivas. Porque la velada, una cita más del actual ciclo de danza, fue un sorprendente viaje en el tiempo a una época en la que el ballet clásico era verdaderamente clásico.
La coreografía interpretada este miércoles volvió a poner en escena una versión de La Bella Durmiente sin estridencias y en sintonía con lo que el imaginario colectivo entiende bajo una noche de ballet. Desde una perspectiva de sostenibilidad, resulta sorprendente ver tanto terciopelo, seda y adornos, tanta opulencia, tanto oro y fantasía de cuento de hadas en un escenario del siglo XXI. La fastuosidad de la puesta en escena recordaba un poco a asar chuletas de cerdo a la parrilla.
Pero, precisamente, eso fue lo que hizo especial una noche que arrancó con un largo aplauso del público y acabó con el respetable puesto en pie. Fue un lleno total, sin butacas huérfanas, confirmando que hay demanda de sobra para este tipo de propuestas en Málaga. También sirvió para cuestionar algunas normas morales universalmente asumidas en estos últimos años. Por ejemplo: la aceptación del propio cuerpo. Eso que se define con el término inglés de 'body positivity'.
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Por todas partes se oye que cada cuerpo es asombroso a su manera, pero lo visto este miércoles sobre las tablas del Cervantes genera dudas: quizá no todos los cuerpos sean igual de asombrosos sino que algunos lo son aún más. Aquellos que se han sometido a una disciplina rigurosa y ahora pueden hacer algo especial: crear la ilusión de que se puede vencer la gravedad. Como es el caso de Veranika Auchynnikava, cumbre en su papel de hada de las lilas.
Porque para encontrar el contraste no hay que apuntar a nadie. Está en uno mismo, embutido en la butaca. Mientras que los ojos registran que un cuerpo puede ser ligero como una pluma, el propio es más bien un bulto sospechoso, un pesado saco de patatas.
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Pero en lugar de resentimiento, lo que surge son sentimientos de admiración ante la hermosa experiencia de ver a talentos excepcionales que trascienden la naturaleza muscular del ser humano. La excelencia física no se supera mediante el ascetismo monástico (es decir, mediante la espiritualización) sino entrenando el cuerpo hasta que sea tan ligero como un algodón de azúcar.
¿Acaso esta forma de entrenamiento y condicionamiento no es ya una forma de crianza autoritaria al estilo de la mejor escuela soviética? Puede ser, claro que sí. Pero a juzgar por los ojos brillantes de los espectadores (hubo muchos jóvenes), nadie sintió rechazo o malestar ante un ideal de belleza que algunos se empeñan en arrinconar. Todo lo contrario: todos disfrutaron al ver, en un espíritu de fluidez de género, que un trasero masculino también puede lucir firme y atractivo. Aunque es de justicia dejar claro que el hombre nunca podrá estar al mismo nivel de la mujer, que es la merecida protagonista en este ballet.
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La afirmación de que cada cuerpo es asombroso a su manera es difícil de mantener viendo una obra de ballet clásico
Perdón si esta crónica ha sido una cuestionable objetivación del cuerpo femenino y masculino. En todo caso, si hay alguien interesado en comprobar la veracidad de lo suscrito, tiene dos oportunidades más para acudir al Teatro Cervantes. El próximo 29 de diciembre con el ballet de 'El lago de los cisnes' y el 6 de enero con 'El Cascanueces'. Merece la pena y mucho.
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