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Bartolomé Ruiz, ante las antiguas puertas que protegían Menga, en el Museo de los Dólmenes de Antequera. Antonio J. Guerrero
Bartolome Ruiz: «La confianza con Patricia del Pozo (PP) y Borbolla no la tuve en el resto de puestos con el PSOE. Y fui viceconsejero»

Bartolome Ruiz: «La confianza con Patricia del Pozo (PP) y Borbolla no la tuve en el resto de puestos con el PSOE. Y fui viceconsejero»

El director de los Dólmenes de Antequera se jubila y repasa sus más de cuatro décadas en la gestión y la política cultural andaluza

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Lunes, 14 de noviembre 2022, 11:28

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Nos recibe en el Museo de los Dólmenes de Antequera, su casa hasta hace unos días. Y su gran legado con el reconocimiento de este sitio como Patrimonio Mundial, aunque no es su única herencia. Bartolomé Ruiz (Casabermeja, 1954) ha vivido desde la gestión cultural la transformación de Andalucía desde la Transición. Comenzó ligando su profesión, la arqueología, a la arquitectura en la Diputación de Málaga, lo que fue reconocido con el Premio Nacional de Urbanismo de 1980, para pasar después a la Junta de Andalucía, en la que ha sido desde director general de Bellas Artes a viceconsejero. Un tiempo en el que el también director de la Academia de Nobles Artes de Antequera destaca dos épocas: la legislatura con el presidente socialista Rodríguez de la Borbolla, y la última con la consejera popular Patricia del Pozo, a la que aplaude pese a reconocer su pertenencia al PSOE. Desde el que ha sido su despacho hasta hace unos días, el ex director del Sitio de los Dólmenes hace balance de su trayectoria y del cambio de Antequera con el reconocimiento internacional de sus monumentos megalíticos por la Unesco, pero también repasa los sinsabores de la política cuando un popular alcalde y compañero de partido que pidió su cabeza, la cuenta pendiente del Tholo del Romeral o lo que considera un error: la candidatura del Caminito del Rey a Patrimonio Mundial.

 -¿Y ahora qué?

-Pues ahora me voy a dedicar a profundizar en algunos temas en los que he trabajado en los últimos 45 años. Tengo compromisos con las universidades de Granada y Jaén para transferir mi experiencia.

-¿Cómo comenzó en la gestión cultural? 

-En 1983 cesa Juan Antonio Lacomba como director general de Patrimonio y apunta mi nombre. Ese periodo, que acaba en el 88, es el más creativo, importante y de más proyección de mi vida laboral. Tuve la herencia de Lacomba, que estuvo solo nueve meses, pero elaboró tres leyes: la de archivos, la de bibliotecas y la de museos, pioneras en España. Esos cinco años me permitieron diseñar la nueva administración cultural de la Junta de Andalucía. Entré con el presidente Rafael Escudero y luego llegó José Rodríguez de la Borbolla que le indicó al nuevo consejero, Javier Torres Vela, que el director general debía ser el mismo, por lo que continué. Estuve agustísimo. Yo soy del PSOE desde 1976, desde que estaba haciendo la carrera, y esa legislatura es para mí la única parangonable con la de Patricia del Pozo, del PP (2018/22). Con ninguna otra. Ni en época de Chaves ni de Griñán, con los que tuve buenos contactos.

-¿En qué sentido es parangonable?

- En sentirme agusto. Con Borbolla y Torres Vela tuve mando en plaza. Yo entendía que la administración cultural andaluza debería contar con un cuerpo facultativo potente en todas sus especialidades y si tengo que resaltar algo de ese periodo es ese decreto. Puse en marcha el primer Plan de Bienes Culturales, el Archivo General de Andalucía, el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico... Había sintonía personal entre Borbolla, que era una persona aparentemente hosca pero era un tipo que entraba en el fondo de los temas, y Torres Vela, que fue el arquitecto de la administración cultural andaluza y tuve el honor de trabajar con él. Comenzaron a surgir los problemas de gestión en el territorio con Pedro Pacheco en Jerez, con Julio Anguita en Córdoba o en Granada cuando me posicioné en contra de la circunvalación. Y surgió otro problema con el alcalde más importante del PSOE andaluz, Pedro Aparicio, en la plaza de la Marina, donde con la Comisión Andaluza de Arqueología llegamos a la conclusión de que no se podía continuar con aquella agresión nocturna con alevosía de unas máquinas que llegaban de madrugada a romper las murallas y ahí fuimos directamente con la Guardia Civil a denunciar a su autor, que era una empresa, pero mandada por el alcalde. Y se abrió un expediente sancionador a Pedro Aparicio. Entonces en una visita de Borbolla a Málaga para estudiar la ampliación del parador de Gibralfaro, Aparicio pidió: “A este tío me lo quitáis de en medio”. Y a la mañana siguiente, mi decreto de cese fue al consejo de Gobierno.

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-¿Fue un golpe duro?

- No, se truncó, pero fue una gran etapa. Por primera vez viví lo que es ser político y las armas que se tienen para cambiar las cosas y hacer política con mayúsculas.Comparable solo en el tiempo con la legislatura de Patricia del Pozo, que ha tenido un trato exquisito conmigo. En la primera visita me dijo: «Sé que te jubilas ahora, pero te pido que prorrogues y te quedes hasta los 70». Para mí fue un honor y le dije que, tanto tiempo no, pero sí hasta acabar el edificio del museo. Eso fue el primer día y hasta el último he tenido el mismo nivel de confianza que tuve con Borbolla y Torres Vela, y no te puedo decir lo mismo que el resto de puestos de trabajo que he desarrollado con el PSOE, tanto a nivel técnico como político, ya que he sido viceconsejero de Cultura con Pepín Martín Delgado y secretario de Políticas Culturales con Paulino Plata. Y no fueron lo mismo.

-¿Y cómo ha trabajado con el actual equipo del nuevo consejero Damián Bernal?

-Bueno, ahora es una consejería más compleja al unirse a Turismo; Cultura está en segundo plano. Yo también estoy cansado y el museo que se inauguró en marzo está funcionando. La directora general de Museos es malagueña, Aurora Villalobos Gómez, que ha hecho la tesis doctoral sobre los Dólmenes de Antequera. Con 68 años y medio, casa en Málaga en el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso, viajando todos los días de Málaga a aquí y que la gestión es dura… llegados a este punto, con un nuevo equipo en la consejería y con Aurora en Sevilla, es el momento de adelantar mi jubilación que es efectiva desde el pasado 31 de octubre.

-Ha dejado el museo inaugurado, pero sin la colección permanente todavía expuesta. ¿Por qué no lo ha culminado?

-El museo al completo no se verá en el año y medio que me queda. He elaborado el proyecto museológico y museográfico y he dejado firmada la petición de las piezas al Museo de Málaga que tiene almacenadas auténticas joyas que nos ayudarán a explicar los monumentos y el entorno, ya que aquí tenemos una colección arqueológica muy pequeña. Yo voy a estar en Málaga y si quieren contar conmigo les prestaré el apoyo que me pidan. En esta legislatura veremos el museo al completo y ojalá los Reyes pudieran venir con el presidente de la Junta para inaugurar definitivamente el Museo del Sitio de los Dólmenes.

Bartolomé Ruiz sale del Dolmen de Menga, al que ha dedicado sus últimos 19 años de vida.
Bartolomé Ruiz sale del Dolmen de Menga, al que ha dedicado sus últimos 19 años de vida. antonio J. Guerrero

-¿Cuánto costará abrir el museo al completo?

-Dos millones y medio para desarrollar la museografía.

-¿Y no se podían incluir en los presupuestos de la Junta del año que viene?

-En los presupuestos de 2023 está el equipamiento de los almacenes que es el paso previo para llenar nuestros depósitos con los bienes muebles de los almacenes del Museo de Málaga en el PTA. Los dos millones y medio aparecerían en 2024 y se licitaría la obra de la museografía, por lo que se podría inaugurar en el 2025, que ya estaríamos pasados el ecuador de la legislatura que es cuando se suelen dar los frutos.

-¿Por qué dejó Sevilla para venirse a Antequera?

-Estaba como director del Conjunto Monumental de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, donde estaba el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, donde trabajé con varios directores, pero con el último, Pepe Lebrero, no me entendí. Por ello, le dije que si en las siguientes elecciones ganaba el PSOE, que era lo que se esperaba y le consolidaban como director, pediría mi traslado a Málaga. Y efectivamente, ganó Chaves, nombró a Rosa Torres consejera y consolidó a Lebrero. Entonces estaba la opción de los Dólmenes.

-¿Y lo cogió sin pensárselo?

-Yo sabía que Antequera era mucha Antequera. Llegué en 2004 a ocupar una plaza de director del Sitio de los Dólmenes que nunca se había cubierto, lo que es lamentable para la administración pública y para la cultura. Esa plaza se creó en 1994, pero no se cubrió hasta 2004, diez años vacante. Y ahí arranca un periodo gratificante, con sus problemas y líos, pero han sido 19 años intensos para llevar a cabo acciones potentísimas, de altísimo riesgo, como la de eliminar el pinar de Menga y Viera en 2005 porque lo que se veía eran árboles y no los monumentos. Viera estaba orientada al sol, pero no se veía porque lo tapaba el pinar. Y en la puerta del dolmen estaba la casa del guarda. Total, 19 años maravillosos y el periodo más largo de mi vida laboral que me permitió salir de Sevilla donde había una gran tensión. En este tiempo he tenido casa en Antequera, he vivido con una calidad de vida excepcional y he estado cerca de Casabermeja donde tengo a mis hermanos. Gané muchísimo.

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-¿Desde el punto de vista cultural, los Dólmenes han supuesto para Antequera lo que el Museo Picasso para Málaga?

-Totalmente. Fue una convulsión para una ciudad ensimismada en el patrimonio barroco y árabe gracias a un urbanismo muy bien conservado. Más que la mirada de los científicos y los investigadores, que ha sido determinante, y la mirada internacional del comité del Patrimonio Mundial que es la que nos ha dado el título, para mí el cambio radical y lo que se puede considerar un logro del trabajo de mucha gente en estos 19 años es que la antequerana y el antequerano incorporen a su imaginario los tres monumentos que han aportado al mundo un VUE, un Valor Universal Excepcional.

-¿Alguna vez vio peligrar el proceso de la declaración?

-No, pero hubo un momento complicado, entre 2010 y 2012, con la llegada de la mayoría absoluta de Manolo (Barón, del PP) al Ayuntamiento de Antequera, tras los treinta y tantos años de socialismo local y autonómico. Lo capeé bien porque, además de gestionar el Sitio de los Dólmenes, que dependía entonces del PSOE, era director de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera, lo que para mí fue muy importante para navegar en unos años de mucha tensión. Por las mañanas yo era director de los Dólmenes y por la tarde, cuando presidía un acto o paseaba por la ciudad, era el director de la Academia, un estatus muy superior a la de un cargo del PSOE, lo que me permitía dialogar con el Ayuntamiento. Entonces era consejero Paulino Plata y el alcalde Manolo Barón vio una falla que era que Paulino quería declarar Patrimonio Mundial los Dólmenes porque pertenecían a la Junta, y defendía que lo que había que declarar era la ciudad. Entonces hubo que explicar que lo fundamental para aparecer en la lista de la Unesco era que la arquitectura primigenia de Europa se encontraba en Antequera, mientras que el barroco de la ciudad no aportaba al barroco en general. Y la Alcazaba no podía superar a la Alhambra. Entonces el ministro de Cultura Méndez Vigo le dio un toque a Manolo y le dijo la candidatura iba a entrar, pero por los dólmenes. Y por fortuna Manolo aparcó ese enfrentamiento que duró dos años.

-El Tholo del Romeral ha mejorado, pero al estar apartado no tiene un acceso tan digno como Menga y Viera. ¿Es su cuenta pendiente?

-Sí. Fue incluso el momento más delicado de la evaluación. Cuando lo visitamos, con aquella llegada por un polígono abandonado, con cuadras de caballos y basuras, la evaluadora Margaret Gowen salió deprimida. Es el que está peor, pero hay un plan director que culmina en 2025 y el Ayuntamiento ha dado un paso importante al hacerse con una parcela de la antigua cementera contigua al Romeral con el compromiso de transferirla a la Junta para dignificar aquello. Y también está pendiente solventar con Adif la transferencia de la antigua línea férrea Granada-Sevilla para convertirla en vía verde que conectaría el museo y los dólmenes de Menga y Viera con el Romeral y la Peña de los Enamorados a través de bicicleta o un transporte público eléctrico. Sería una solución ya que ahora solo se puede ir en coche y es un lío. De hecho, las visitas del Romeral se han desplomado en comparación con los otros dos dólmenes y es una asignatura pendiente para la llegada de la nueva dirección.

-¿Qué le diría al que le suceda?

-Se lo he dejado por escrito…

Bartolomé Ruiz se levanta, se dirige al antedespacho, señala una inscripción en una pared y lee una cita de Jean Monnet: «Nada es posible sin las personas, pero nada es duradero sin instituciones».

-...Hay que mimar la institución porque es la que va a permitir que esto llegue al siglo XXII. Nosotros somos importantes, pero pasajeros. Ahora que alguno se cree el centro del mundo, hay que recordarle que el mundo ya estaba creado. Y los Dólmenes de Antequera lo proyectaron, lo construyeron y lo cuidaron más de cincuenta generaciones de antequeranas y antequeranos, así que un poquito de humildad. Todos debemos bajarnos los humos. En mi caso, soy consciente de que yo no he hecho Menga, solo le he quitado un poquito el polvo.

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-Usted que tuvo enfrentamientos con los ayuntamientos por la arqueología en su época de director general, ¿hemos cambiado ya la mentalidad con respecto al valor de nuestro patrimonio cultural?

- Sí, aunque algunos políticos mantienen el tópico de la arqueología como problema. El argumento de Carmen Calvo para explicar los retrasos del Museo Picasso no eran los problemas de geología o la compra de más casas para ampliar el museo, sino que el argumento fácil era que todo se retrasaba por la Málaga fenicia, por los 'topos', los arqueólogos. Ese discurso se ha consolidado cuando hay un retraso. No obstante, lo de Málaga es excepcional y tiene nombre y apellido: Paco de la Torre. Su apuesta por la política museística se estudiará en los masters y manuales. Una ciudad con pocas colecciones en comparación con Granada, Córdoba y Sevilla, pero con un diseño de un sistema museístico que desde el punto de vista presupuestario no tiene paragón. Igual que el Guggenheim de Bilbao, Málaga es un caso excepcional. Es el envés a esa Málaga de la plaza de la Marina enfrentada a la Junta porque la arqueología era un estorbo. Málaga aprendió la lección de los errores de los setenta y ochenta que no valoraba la herencia y destruía lo histórico. La musealización de Málaga sorprende al mundo. Y para mí es muy importante habiendo tenido ese choque en la plaza de la Marina que todavía sigue maltrecha.

-Usted puede decir eso de Alfonso Guerra de que 'al suelo que vienen los nuestros'.

-Ja, ja, por supuesto. Mi elogio y reconocimiento a la consejera Patricia del Pozo, a la viceconsejera Macarena O'Neill y al director general Miguel Ángel Arauz, que me han facilitado los cuatro últimos años de mi vida laboral maravillosos. Y lo dice uno del PSOE al que le da igual que sean del PP.

-¿Y de los suyos?

-¿Quieres que te hable de Luciano (Alonso)? El alcalde de Guaro fue mi director general y no tengo nada contra las personas que no tienen cualificación, pero me parece mal que ocupen un cargo público como director general de Museos por ser alcalde de Guaro y amigo de Luciano Alonso. Eso no puede ser. Si ahora ha llegado una mayoría absoluta del PP no es tan extraño. Independiente de que valoro y entiendo que en Andalucía vivíamos en una anomalía democrática ya que en el Estado de las Autonomías no se había producido la alternancia en un territorio. Al final se ha dado y se ha hecho bien con la moderación de Juan Manuel Moreno y su equipo. Y ha tenido la respuesta que ha tenido por parte de la ciudadanía. Y esto lo digo como demócrata y militante del PSOE.

-Este discurso no se escucha mucho en su partido…

-Ni me presento a nada ni lo pretendo. Digo lo que he vivido.

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