Barry, el asesino que quería ser actor
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El estreno de HBO es una comedia irónica sobre un asesino deprimido que pronto descubre la interpretaciónMIGUEL ÁNGEL OEsTE
Lunes, 2 de abril 2018, 01:00
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Desde la primera secuencia en la que vemos entrar a Barry (Bill Hader) en una habitación para quitarle el silenciador a la pistola mientras el plano nos descubre a un hombre muerto con un tiro en la frente, para acto seguido abandonar la habitación casi arrastrando los pies, decaído, con los hombros hacia adelante, hasta el último plano del piloto, en el que Barry se acomoda en una cafetería mientras a través de la ventana vemos como llegan coches de policías, hay un cambio sustancial en el personaje: un gesto y una palabra que funcionan como conclusión de la presentación de esta comedia ácida, irónica, seria incluso, sobre un asesino a sueldo abatido, triste, infeliz, que intenta buscar un nuevo sentido a su vida.
La serie creada por Bill Hader y Alec Berg (‘Silicon Valley’) sigue durante la primera media hora del piloto la peripecia de este asesino que se replantea lo que hace porque matar, lejos de hacerle sentir vivo, lo está sepultando. Las escenas descriptivas en su casa se suceden impasibles. Un encargo de Fuches (Stephen Root) le llevará del Medio Oeste a Hollywood para asesinar a cuenta de unos mafiosos chechenos a un aspirante a actor. El encuentro fortuito con una clase de interpretación que dirige Gene (Henry Winker), un despótico profesor, le generará sensaciones y emociones que pensaba muertas.
‘Barry’ es una comedia que se sustenta en la sobriedad de la puesta en escena y en la actuación desapasionada y despojada de Bill Hader, que también dirige el episodio y lo coescribe con Alec Berg. Combina con acierto el juego entre la ficción que le exige el serial y la realidad que representa en ella. En ese juego satírico encuentra la eficacia esta comedia. Esos mundos aparentemente dispares con más vasos comunicantes de lo que uno pueda intuir a primera vista.
La ironía del serial es que Barry actúa en su vida como asesino y cuando no lo hace, cuando está contando lo que es, los demás lo toman como un actor. En la ambigüedad de esas actuaciones la ficción se muestra certera. También en la sequedad, lo lacónico de las expresiones de Barry frente a los aspirantes a actores. El juego de yuxtaposición entre lo que es y lo que aspira a ser encuentra su correspondencia en las yuxtaposiciones visuales. Ahí se encuentra uno de los puntos fuertes de ‘Barry’. El otro está en el despojamiento emocional del protagonista que interpreta Bill Hader y en la relación con los dos ambientes en los que se mueve: el criminal y el descubrimiento de la actuación.
Este primer episodio es una eficaz presentación del personaje y de la situación. Pone en liza los elementos que desarrollará en los siguientes siete episodios. Habrá que ver si lo que promete el piloto se cumple. Si las interesantes propuestas visuales se mantienen y hasta se potencian. Si el tema de la identidad, las máscaras, los sentimientos y emociones reprimidas siguen un desarrollo coherente y en consonancia con la propuesta formal. O por el contrario se queda en tierra de nadie o en ese espacio intermedio entre lo que podría ser y lo que es.
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