Los cómics de superhéroes siempre fueron cosa de hombres. O al menos, eso daban a entender. Stan Lee, la mente que se escondía detrás de ... Marvel Comics (sin entrar en la polémica de su aportación a muchos de los personajes en los que aparece como creador), se rodeó de compañeros como Jack Kirby, Steve Ditko o Bill Everett entre otros para sacar adelante un producto destinado al público masculino.
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No había un cartel en cada grapa que pusiera 'Venta exclusiva para niños', pero como ha ocurrido durante mucho tiempo, eran su público, mientras que las niñas tenían otro tipo de tebeos o revistas. Las pocas autoras que trabajaban en el noveno arte durante aquellos años, como Marie Severin, no alcanzaban la fama de sus compañeros en iguales condiciones de talento. Y según pasaba el tiempo, las heroínas se iban sexualizando cada vez más: los niños que habían leído cómics en los sesenta y setenta crecían y buscaban otros patrones.
Pero los tiempos han cambiado y la brecha que existía se ha ido diluyendo, hasta el punto de que en 2019, según el portal Statista, un 24% de las mujeres estadounidenses lee cómics, frente al 43% de los hombres. Este proceso ha servido para que personajes como Ms. Marvel no solo modificaran su atuendo, sino que apostaran por la inclusión y pasaran en este caso el manto de heroína a Kamala Khan, una joven de origen musulmán. Algo similar a lo que ya hizo Iron Man con la afroamericana Riri Williams o Thor con su versión femenina, la doctora Jane Foster.
Y hablando del dios del trueno, el nombre del martillo que este lleva en las últimas películas es Stormbreaker (Rompe Tormentas), el mismo término que Marvel ha conferido a su élite de ocho artistas, entre los que se encuentran tres mujeres, algo impensable hace treinta años que hoy en día se ha conseguido normalizar. Las malagueñas Carmen Carnero y Natacha Bustos, junto a la japonesa Peach Momoko, han logrado de esta forma hacer historia del cómic, no solo por la calidad de sus trabajos, sino por ayudar a romper el manido imaginario de que los cómics son lectura de hombres.
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