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Rafael G. Maldonado acaba de publicar 'Diario de cabotaje'. SUR
Rafael G. Maldonado: «Aspiro a la gran literatura que hay en el día a día de un pueblo»

Rafael G. Maldonado: «Aspiro a la gran literatura que hay en el día a día de un pueblo»

El malagueño acaba de publicar 'Diario de cabotaje', donde recoge sus reflexiones cotidianas escritas durante dos años

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Domingo, 12 de abril 2020, 23:56

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Aprovecha un breve descanso de una de las maratonianas guardias que ha traído el virus Covid-19 a su botica para conversar sobre su nuevo libro, 'Diario de cabotaje' (Anantes), donde Rafael García Maldonado (Málaga, 1981) reúne sus reflexiones cotidianas escritas durante dos años. La memoria, el dolor, la soledad, los «pacientes» de su farmacia y el paso del tiempo deambulan por el nuevo título de un autor que reivindica su lugar en los márgenes de las modas literarias.

–Después de escribir novela, ensayo y diversos relatos, ¿qué le llevó a un genero confesional como el diario?

–Aunque después de la novela he escrito cuentos y un ensayo biográfico sobre Juan Benet, el segundo género que más he cultivado es el diario. Empecé entre finales de 2013 y principios de 2014, porque la publicación de mi primera novela, 'El trapero del tiempo', fue una sorpresa no sólo porque la crítica me tratara bien, sino porque me descubrió una vocación muy fuerte que recordaba haberla tenido desde mi joven, aunque, claro, después la vida te va llevando por otros caminos.

–¿Se refiere a la vocación literaria?

–Sí. No es que nadie me obligara, pero vengo de una familia llena de médicos y farmacéuticos y como que me vi un poco abocado a eso. Sin embargo, ahora lo tengo más claro y creo que siempre he querido ser escritor. Y como me fue razonablemente bien esa primera novela, pues llevaba mal que con tanto trabajo aquí en la botica en Coín, no pudiese escribir todos los días lo que yo quería escribir: novelas, cuentos, ensayos... Así que pensé en algo fijo que tenía que hacer todos los días: una carilla de una libreta. Lo hice desde el principio, claramente, no para mí, sino como un libro que pudiese publicarse en el futuro. Empecé en 2014 y este tomo primero trata sobre los años 2014 y 2015, se lo entregué a mis editores y me dijeron que querían publicarlo, porque no era sólo el diario íntimo de alguien, sino que desde el principio quise hacerlo con un halo literario. De hecho, una de las peculiaridades que tiene este diario con respecto a otros es que está escrito en tercera persona, eso creo que le da un toque de novela.

–¿De donde le vino esa idea?

–Me dio pie una obra de uno de mis autores predilectos, António Lobo Antunes. Su primera novela, 'Memoria de elefante', es de una temática muy parecida a la de este libro: él era psiquitara, pero quería ser escritor y se da cuenta cuando regresa de la guerra de Angola y escribe este libro sobre el derrumbe de su vida, de su matrimonio, de su profesión de médico... Y de ahí me dio pie a esa idea.

–¿Estamos, entonces, ante un libro pesimista?

–Creo que no. Creo que es el diario de una persona en construcción, en el que pasan muchas cosas importantes, desde el nacimiento mío como escritor hasta el nacimiento de mi hijo. Lo que pasa es que no es un diario fácil, porque alterno un diario íntimo con asuntos de los pacientes, con algunas tragedias, pero sabiduría también. Siempre hablo de Benet, de Conrad, de Faulkner, de Lobo Antunes, de Proust, que son los que más me han marcado, pero realmente, a mí los que me enseñan teoría literaria son los pacientes, los viejos humildes del campo, las mujeres que trabajan muchísimo, los niños enfermos, los esquizofrénicos... Aprendo mucho de ellos. Alterno mis lecturas con ese día a día de la gente que está en la espalda del mundo, que no tienen voz. Me gusta escribir sobre los que no tienen voz y la merecen, toda esa gente humilde de los pueblos a los que nadie hace caso. Mis novelas pueden no ser fáciles, pero me gusta escribir sobre cosas que no le interesan mucho a nadie. Mis libros nacen de lo que nadie quiere, son historias de la espalda del mundo.

Libertad creativa

–¿Parte esa libertad creativa del hecho de no vivir de la literatura, sino de otra profesión?

–Sí, claro. Eso lo aprendí de Juan Benet: el escritor que se gana la vida de otra manera tiene una libertad inmensa, porque no depende del estado de sus ventas para poder vivir. En el camino que elegí sabía que no iba a tener detrás una legión de seguidores como tienen los 'best sellers', pero el concepto que tengo de la literatura tiene más que ver con el arte que con las ventas o con la literatura 'instagramer'. A mí me interesa la literatura de alto vuelo y sé que eso no tiene un gran público detrás. El último libro que hice fue un ensayo sobre el escritor menos leído de España, como Juan Benet, pero bueno. Elegí un camino que tiene que ver con profundizar en el estilo, el enigma, la incertidumbre... y eso no tiene detrás tanta gente.

–Ya que aborda el diario, ¿está escribiendo sobre la vorágine que está viviendo como farmacéutico en esta pandemia?

–Tengo escritas como 20 libretas más. Pretendo publicar libros centrados en dos años y supongo que cuando llegue a este tiempo será algo así como el 'Diario del año de la peste' de Defoe, porque esto no se lo esperaba nadie. Una cosa tan bestial de lo que supongo que saldrá mucha literatura, mucho cine... de todo. Algunos serán buenos y otros, menos buenos. Pero yo no aspiro a la grandilocuencia literaria, aspiro a la gran literatura que hay en el día a día de un pueblo, de un barrio. No pretendo hacer fuegos artificiales. Tampoco sé lo que saldrá de aquí. Sigo escribiendo cada día mi cuartilla y en esas estoy.

–¿Y le queda tiempo para la lectura?

–La lectura es el gran consuelo. El otro día le decía a un amigo que no sé cómo hace la gente que no lee para sobrellevar el día a día. La lectura es un asidero magnífico, como la escritura, aunque para mí siga siendo más importante leer. Soy mucho más feliz leyendo que escribiendo.

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