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Dibujo de Miguel Ángel catalogado en el Louvre y el grafiti del muro del Palazzo Vecchio de Florencia. A. M.
Miguel Ángel, un grafitero travieso

Miguel Ángel, un grafitero travieso

Parecido razonable ·

Un estudioso halla en el Louvre el dibujo que demostraría que el autor del 'David' talló un rostro en los muros del Palazzo Vecchio de Florencia

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Jueves, 19 de noviembre 2020, 00:15

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La leyenda dice que un rostro grabado en la piedra del Palazzo Vecchio, en la plaza de la Señoría de Florencia, es obra de Miguel Ángel Buonarroti. Ahora un estudioso italiano asegura que sí, que el genio del Renacimiento era un grafitero consumado cinco siglos antes de que Banksy y sus émulos asaltaran muros artísticamente. Se apoya en un dibujo de Miguel Ángel hallado en el Museo del Louvre con un rostro de asombroso parecido con el perfil del varón grabado en la fachada del palacio florentino.

El conservador Adriano Marinazzo lanza su tesis en la revista italiana 'Art e Dossier', conectando el grafiti con el dibujo catalogado del Louvre. Es una sanguina, sin duda de Miguel Ángel, en la que el rostro aparece entre un desnudo masculino y otro esbozo de la Virgen María amamantando a Jesús con Santa Ana. La amalgama habría hecho que los estudiosos no repararan con detalle en el caricaturesco rostro: un varón de nuez y nariz prominente, labios carnosos, cejas pobladas y cabello rizado.

Marinazzo, conservador del Museo de Arte Muscarelle en Williamsburg (Virginia), identificó hace años los primeros bocetos de Miguel Ángel para la Capilla Sixtina. Trabajaba en un libro y una exposición sobre los frescos vaticanos cuando hizo su feliz hallazgo. «Estaba mirando los dibujos del Louvre y ¡eureka!, ¡Esto se parece al perfil de Florencia! Se lo mostré a mi esposa sin revelárselo. '¡Parece el perfil del Palazzo Vecchio!', dijo», cuenta el experto a 'Artnet News'.

El dibujo data de principios del siglo XVI, cuando Miguel Ángel recibió el encargo de su escultura más universal, el 'David', que en 1504 se colocó junto a la entrada del ayuntamiento de Florencia. El rostro tallado en su fachada mira hacia el lugar donde se emplazó la imponente efigie. El artista tenía 29 años, y era «tan travieso y ambicioso» como para hacer «cualquier cosa» que atrajera la atención sobre su escultura. Marinazzo cita, además, unas palabras garabateadas en los márgenes del dibujo del Louvre -«Chi dire mai chella f [osse] di mia mano», («¿Quién diría que fue de mi mano?»)- que avalaría la autoría de Miguel Ángel.

Cosa de amigos

Sugiere el conservador que el hombre del grafiti sería Francesco Granacci, amigo de Buonarroti y miembro del comité que, junto a Leonardo da Vinci o Sandro Botticelli, aprobó la colocación del 'David'. El historiador Giorgio Vasari afirmó que Granacci era el amigo más apreciado del artista, y en el grabado de Granacci que Vasari nos legó se aprecia también cierto parecido con el bajorrelieve del muro.

«Es difícil que el grafiti fuera obra de vándalos», sugiere Marinazzo. Está en un lugar siempre vigilado y solo alguien «con estatus oficial», como el artista, podría realizarlo. El tipo de piedra, difícil de tallar, exigiría un cincel experto «para lograr la imagen naturalista». Otras versiones dicen que Miguel Ángel habría retratado a un charlatán que le acosaba en sus paseos por la 'Señoría' o que se trataría del rostro de un condenado a muerte. Marinazzo las echa por tierra.

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