El anfitrión de Molière nos hace doblemente felices
El Teatro Cervantes agota todas las localidades para la comedia de Molière en el 400 aniversario de su nacimiento
Hoy, sábado 15 de enero de 2022, se cumplen 400 años del nacimiento del parisino Jean-Baptiste Poquelin, el dramaturgo conocido como Molière, y Málaga ... lo celebra de una forma involuntaria pero capaz, agotando entradas, llenando hasta la bandera el Teatro Cervantes para asistir a la representación de 'El anfitrión'. Qué gusto ver el teatro lleno después de tanto tiempo, las colas en la puerta auguraban el triunfo. Dentro, por fin, sin distancia de seguridad y ni un solo asiento libre, y con mascarillas que esta noche han escondido tantas sonrisas de una obra que nos ha hecho felices por partida doble, porque salimos con la impresión de que en 'El anfitrión' todo ha pasado dos veces aunque fueron más de cinco las ocasiones en las que el elenco tuvo que salir al escenario a recibir los aplausos de un público que correspondió con alegría y agradecimiento.
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El 39 Festival de Teatro de Málaga tenía en esta función uno de sus argumentos más sólidos, y ha salido a hombros en esta noche de aniversario. Molière, enfermo imaginario que murió cumpliendo sus peores presagios, cogió prestada una obra de Plauto y, varios siglos después, el veterano director de escena Juan Carlos Rubio hace lo propio adaptando este texto, reescribiendo el papel de las mujeres que pasan de ser floreros sin apenas texto en el libreto original a tener mucho que decir, mucho que transformar, y en esta versión vienen añadidas varias toneladas de pluma ibérica para conformar una comedia amanerada, sí, pero que sigue resultando al mismo tiempo rabiosamente heterosexual donde el amor romántico y la infidelidad cornamentosa constituyen el motor de una trama coral. También en el subtexto reluce la ironía de las redes sociales y de las identidades que se generan en internet: la diferencia entre lo que somos y lo que dejamos ver de nosotros, con la intención inexacta y casi siempre infeliz de construir nuestra personalidad según la opinión de los demás.
Todo en este enredo funciona como un perfecto engranaje. El texto, cuyo germen se genera en un Festival de Mérida, coge forma y se mueve en los cuerpos de los actores gracias a un diseño del movimiento que corre a cargo del coreógrafo y bailarín Chevi Muraday (le vimos hace un tiempo con Kiti Mánver en una obra extraordinaria llamada 'Sensibles') y esta afectación mímica tan divertida tiene momentos rendidos al musical. Las risas no tardan más de tres o cuatro minutos en brotar durante la hora y media larga que dura el espectáculo. No hay ni un solo fallo de dicción en un texto que podría medirse por kilómetros. El elenco está formado por un reparto de excepción volcado en la comedia: Pepón Nieto (Sosia), Toni Acosta (Alcmena), Fele Martínez (Anfitrión), José Troncoso (Mercurio), Dani Muriel (Júpiter) y María Ordóñez (Cleantis). No es posible destacar a ninguno por la sencilla razón de que todos dan forma a un único sujeto. Esta noche, insisto, la conjunción entre Plauto, Molière, Juan Carlos Rubio y este elenco imponente han levantado a pulso una noche de felicidad y de guiños en el Teatro Cervantes. Cuatro siglos después, Molière sigue moviendo multitudes.
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