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Los amigos que se apropiaban de las obras de otros
Gonzalo Torné exhibe en el CAC Málaga su serie junto al fallecido Quico Rivas en la que revisan la obra de Buñuel, Vermeer o Los Beatles
Todo comenzaba con un timbre a la puerta. Un mensajero traía un paquete que el artista no tardaba en abrir. Sabía lo que le mandaban ... era un reto, pero desconocía el contenido. Podía ser una imagen Los Beatles o un cartel de una película de Luis Buñuel sobre la que el remitente sugería la apropiación del original para que el destinatario la hiciera suya, la modificara y la interpretara de nuevo. La sorpresa mutua era el método de trabajo de Gonzalo Torné y Quico Rivas que, tras 'paquetearse' sin descanso entre sus respectivos estudios de Aranjuez y Girona, cada verano se veían en Grazalema y Ronda para discutir las piezas, darle el toque final y firmarlas. Una colaboración que mantuvieron varios años hasta que en 2008, Rivas falleció en la ciudad del Tajo.
Aquellas obras de ida y vuelta ven ahora la luz en el CAC Málaga con la muestra que exhibe por primera vez esta cooperación mutua que lleva por título 'Socios a cuatro manos'.
«Esta exposición ha estado once años guardada en una carpeta, por lo con ella resucita Quico», ha asegurado esta mañana el artista jerezano Gonzalo Torné, que no podía reprimir su felicidad y emoción por esta exhibición que es un «homenaje» a su colega conquense, al que definió como un artista y crítico que «nunca vendió su alma al diablo». La muestra exhibe 36 obras de esta fértil e intermitente colaboración que surgió «sin premeditación» y fruto de las conversaciones de ambos en las que abordaban el arte, el cine, la música, la literatura, la tauromaquia o el flamenco.
«Todo eso de lo que hablábamos en nuestros encuentros en verano después lo íbamos desarrollando en nuestros estudios con las aportaciones que nos enviábamos en paquetes exprés», relata Torné, que explica que para ellos Buñuel fue el símbolo del surrealismo y por ello le dan una vuelta cinéfila a algunas de sus películas como 'El Perro andaluz' que, tras pasar por las charlas de ambos artistas, se transforma en 'La perrera andaluza' (2006).
La portada del último disco de Los Beatles, 'Hey Jude', también sirve reflexionar sobre la música en 'Real Beatles' (2006), de la que los autores se apropian para introducir un juego con las palabras 'Subersión/subvención', mientras que 'La joven de la perla' de Johannes Vermeer se transforma en una pieza que también habla de la mirada sureña de Torné & Rivas con tonos azules que reconstruyen este clásico para convertirse en 'La perla de Grazalema' (2006-07). «El apropiacionismo ha estado presente en el arte desde hace mucho tiempo y hasta Goya, en sus primeras grabados, se apropió de obras de Velázquez», ha señalado Gonzalo Torné, que ha relatado que esta colaboración surgió cuando le contó a Quico Rivas que estaba usando sus propios dibujos infantiles para autoapropiárselos y decidieron comenzar una colección conjunta a partir de es premisa: asumir como propias las obras de otros.
La huella de los artistas está muy presente en la treintena de piezas que, mediante collage y técnicas mixtas, se exhiben en el CAC. Pero no solo de manera conceptual y plástica, sino también literal. Y es que las cuatro manos de las que habla el título de la exposición salpican buena parte de las obras exhibidas. Y alguna sirve incluso como manifiesto de la colaboración mutua, como es el caso de 'Mano a mano en la serranía' (2005), que sirve como autobiografía común de estos socios. «Hay una defensa en esta colección como si la mano le dijera detente a la dama blanca de la guadaña, ya que teníamos la sensación de que cuando estábamos pintando en la Sierra de Ronda y de Grazalema no nos iba a pasar nada», ha explicado Gonzalo Torné, que ha añadido que en esa época su compañero Quico Rivas ya estaba enfermo.
Precisamente, ese estado de conciencia personal mezclado con la inmortalidad del arte cobra un especial sentido en una de las obras tardías de esta colección, 'Última mirada' (2007), en la que el recurso gráfico de las manos es sustituido por ojos y un retrato del propio Rivas que se antoja como un testamento. Una obra que muestra unas últimas voluntades a través de la fuerza del color como un canto a la vida y con un mensaje positivista simbolizado en la palabra 'on'.
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