

Secciones
Servicios
Destacamos
Se define como una persona «simple» y «minimalista». Vive en una cabaña de apenas 50 metros cuadrados a las afueras de Lugo. Sus más de 300 instrumentos, algunos construidos por él mismo usando una pluma, una caracola o un cuerno, «duermen» en otra casa de ... igual tamaño al otro lado de la finca. Abraham Cupeiro (Sarria, 1980) no necesita más. Con eso y con conciertos como el que este viernes dará en Málaga ya siente que vive «un sueño». Lo demás es un plus con el que no contaba y al que incluso resta importancia, pero lo cierto es que mientras actúa en Málaga su música está sonando en salas de cine de medio mundo en la película 'Gladiator II' de Ridley Scott. Y no es su única incursión en Hollywood.
El músico gallego debuta en Málaga junto a la Orquesta Filarmónica con 'Pangea', un viaje por los sonidos ancestrales del planeta que partirá del Auditorio Edgar Neville de la Diputación, bajo la dirección de Alejandro Muñoz (31 de enero. 20.00 horas). «Es donde me gusta estar, ¿sabes? En el directo y ahí tocando codo con codo con la orquesta», afirma.
Abraham Cupeiro no es un músico convencional, ni por lo que hace ni por cómo lo hace. Es capaz de tocar un centenar de instrumentos perdidos y olvidados de culturas ancestrales, instrumentos que adquiere o que crea él mismo con los materiales que extrae de la naturaleza. Las caracolas, el moseño, la flauta de pluma, el kuisi, el karnyx, el duduk… Llevarlos a un escenario para que todos los vuelvan a escuchar es su «misión». «Porque no son míos, son de la humanidad». Un sonido atávico que él fusiona con lo sinfónico en conciertos sin el corsé que se ha impuesto en la música clásica. «Le falta frescura, se ha ido abandonando en pro de una liturgia y un academicismo que encorseta y acartona una música tan maravillosa como puede ser la de Mozart o la de Schubert», critica.
Él rompe la cuarta pared y se dirige al espectador, le gusta declamar ante el público como hacían los griegos, «porque para mí también eso es música»; hablarles para explicarles la obra, como hacía el propio Beethoven cuando estrenaba una sonata o una sinfonía. «Yo no hago nada que no haya hecho ya otra gente a la hora de ser natural y subirse a un escenario». El protocolo de hoy es una «liturgia muy moderna que antes no existía», y que ha alejado al joven de los conciertos. «No hemos tenido una formación de músicos clásicos jóvenes tan buena como la que tenemos ahora, y sin embargo, los auditorios no tienen gente joven», lamenta. En sus actuaciones, en cambio, sucede todo lo contrario: «Mi público más fiel son los adolescentes. Es de lo que me siento más orgulloso». Con ellos estará, precisamente, este miércoles y jueves en varios conciertos didácticos.
Cuenta que de pequeño tocaba en una banda de música y en un grupo tradicional, siempre entre lo académico y lo popular. «Y aquí en Galicia la tradición es muy natural. En nuestro día a día cantamos, bailamos y tocamos instrumentos relacionados con nuestra cultura». Le gustaba investigar en esos sonidos que están «en nuestro ADN», desde el Paleolítico hasta hoy, pero primero siguió las normas: se formó como músico clásico y se sacó las oposiciones como profesor de conservatorio, un trabajo que ha ejercido durante 15 años. Una depresión le hizo reconectar con esa parte primitiva de la música, y se volcó en ella uniendo sus dos mundos: los instrumentos antiguos y la orquesta sinfónica moderna.
A partir de ahí, se sucedieron los conciertos y las grabaciones con la Royal Philharmonic Orchestra, la London Symphony Orchestra, la Mahler Chamber Orchestra… Acaba de llegar de Escocia donde ha actuado con la orquesta de la BBC y después de Málaga irá a Madrid, Lanzarote, Vizcaya, León… «Con una maleta cargada de instrumentos y un pequeño espacio para poner algo de ropa. Con eso ando por el mundo», dice con su inconfundible acento gallego.
Y entre un concierto y otro, acepta encargos que hacen de «catapulta» para su música. Ha sucedido con 'Gladiator II'. Confiesa que la vio en el cine un mes después de su estreno, porque no encontraba el momento de ir. «Es un orgullo ver allí tu nombre al final en los créditos». Pero no es la única producción americana en la que se escucha alguno -o varios- de sus instrumentos. Aparece en el thriller bíblico 'Mary', con Anthony Hopkins, estrenado esta Navidad en Netflix y también en la cabecera de la serie 'Life on our planet' producida por Steven Spielberg para esa misma plataforma. «Soy un privilegiado. Soy como un niño, ¿sabes? Sigo jugando y sigo aprendiendo, que es realmente lo único que merece la pena en esta vida. La música, como decía la canción de Celtas Cortos, no me cansa», concluye.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.