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LA NUBE DOBLE

UN TIPO PECULIAR

Juan Francisco Gutiérrez

Lunes, 5 de junio 2017, 07:34

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Que alguien se presente a un funeral con un puñado de globos quizá pueda resultar inapropiado a los más tradicionales. Pero acaso no haya mejor despedida para quien jugó toda su vida con eso: con el destello del diseño; con lo efímero y etéreo de la moda; a saltarse las convenciones o, al menos, a hacerle cosquillas de vez en cuando. Cuando el desaparecido David Delfín se hizo popular hace varios lustros por culpa de una polémica colección ganó de pronto dos cosas. Primero, una fama que luego proyectó al mundo con su nombre como marca, algo que todos los diseñadores anhelan. Pero además, y sumada a la nutrida nómina de seguidores a los que encandiló, vino también una cohorte de aguafiestas siempre dispuestos a poner en solfa, desde el supuesto fortín de la ortodoxia, que se atreviera a hacer guiños con referencias artísticas, como Magritte o Bourgeois, o mundanas como las bufandas de los clubes futboleros o las ropas militares.

En la hora del adiós de este tipo peculiar e irrepetible se subraya cómo de instantánea y difícil de sortear fue luego esa etiqueta temprana de chico terrible de la moda española, un premio a su audacia y una carga difícil de soltar. Con el tiempo sus manos se posaron, con ingenio, en diferentes materiales y obras. Dicen los entendidos que sus propuestas, que toda su trayectoria, fue un intento de llevar la cultura a la moda, a la que él reclamaba como arte. En la historia personal de cada uno, o en los cajones de nuestra memoria, quizá conservemos algunas de sus camisetas con esa tipografía tan personal nacida de su mano izquierda. Para la historia local, entre otros legados, Delfín nos deja el cartel que hizo en 2007 para el Festival de cine o la original grafía para el 75 aniversario de SUR.

Ayer, antes de su último regreso a Marbella, a las puertas del Museo de Traje de Madrid donde sus amigos y familiares lloraron y se abrazaron, alguien llevó globos con forma de delfines metálicos, sujetados con tristeza y decisión. Como queriendo cambiar, aunque fuera por unos segundos, un destino irremediable.

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