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Knut Hamsun
Del heliocentrismo polaco al nazismo noruego. Nicolás Copérnico y Knut Hamsun

Del heliocentrismo polaco al nazismo noruego. Nicolás Copérnico y Knut Hamsun

Tal día como hoy nacía Nicolás Copérnico, futuro precursor de la astronomía moderna, y moría Knut Hamsun, pionero de la literatura psicológica que acabó regalando la medalla de su Premio Nobel al ministro de Propaganda del Tercer Reich Joseph Goebbles

maría teresa lezcano

Domingo, 19 de febrero 2017, 00:02

Tal día como hoy nacía Nicolás Copérnico, futuro precursor de la astronomía moderna, y moría Knut Hamsun, pionero de la literatura psicológica que acabó regalando la medalla de su Premio Nobel al ministro de Propaganda del Tercer Reich Joseph Goebbles

Nicolás Copérnico (19/2/1473 - 24/5/1543)

El diecinueve de febrero de 1473 nacía en la prusiana Torún Nicolás Copérnico, futuro precursor de la ciencia moderna que aportaría las bases empleadas por Newton para culminar la revolución astronómica. Copérnico, que además de matemático y astrónomo había sido investido como clérigo por el papa Alejandro VI De los Borja de Valencia cuyo apellido se italianizaría como Borgia, al formular la teoría heliocéntrica que sustituía el cosmos cerrado cuyo centro era el hombre por un universo homogéneo e indeterminado en el que la tierra y otros planetas giraban alrededor del sol, contravino la ideología religiosa medieval, con la iglesia hemos topado amigo Sancho, y no sólo con la católica sino hasta con la luterana, cuyo fundador homónimo declaró: «El pueblo da atención a un astrólogo advenedizo que se esfuerza en comprobar que la tierra es la que gira y no los cielos, el firmamento, el sol, la luna. Ese necio pretende cambiar el sistema entero de la astronomía». El necio advenedizo, Lutero dixit, mientras esperaba, entre acongojado, acojonado y santamente inquisicionado, a ver su obra publicada, se murió de viejo a los setenta años, edad harto provecta para la época, mientras la tierra seguía girando alrededor del sol y las autoridades eclesiásticas en torno a Alejandro Farnesio, a la sazón cabeza del papado como Paulo III, y de la papada familiar por nepotismo acérrimo, a la par que proveedor de bulas y gulas, concilios ecuménicos y rencillas económicas, y frecuentador de cámaras apostólicas y recámaras asistólicas. Benvenuti a tutti.

Knut Hamsun (4/8/1859 - 19/2/1952)

Quinientos veintiún años después del nacimiento prusiano de Copérnico, moría en la noruega Grimstad Knut Hamsun, pionero de la literatura psicológica y del monólogo interior que gozó de un merecido reconocimiento, Premio Nobel incluido, durante los años treinta. Sin embargo su simpatía manifiesta por el partido Nazi durante la Segunda Guerra Mundial conllevó el rechazo, no sólo de sus ideas sino también de su obra, ante cuyo cuestionamiento mayoritario el bueno de Knut debió de pensar dra ti helvete, que viene a ser una invitación escandinava a visitar el infierno sin más demora, y le regaló la medalla del Nobel a Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich antisemita hasta el último fluido de su médula aria y teutónicamente íntimo de Adolf. Cuando la guerra finalizó y ante la imposibilidad de concebir un mundo desnazizado, Herr y Frau Goebbles envenenaron a sus seis hijos, cuyos nombres empezaban todos por hache en honor al führer, y a continuación se suicidaron ellos en el mismo búnker donde permanecía Hitler, a quien Hamsun definió en un panegírico como un guerrero para la humanidad, un predicador del evangelio sobre el derecho de todas las naciones, y un reformista del más alto rango cuyo destino histórico era el de actuar en tiempos brutales. En fin, que muertos los perros se acabaron las rabias, aunque no con efecto retroactivo, y a Hamsun le quemaron los libros en las plazas de la Noruega profunda y no tan profunda y a él lo mandaron a un frenopático para dilucidar si era mentalmente insano o insanamente traidor y, en vista de la octogenaridad de sus neuronas decidieron que era más orate que felón aunque felón suficiente para multarle con 325.000 coronas que le dejaron en la ruina, sordo como una tapia del führerbunker y más ciego que Heinrich Himmler diseñando el holocausto con una escuadra de limpieza étnica. Y, como no hay Knut que cien años dure ni Hamsun que lo resista, cincuenta años después de su muerte el servicio de Correos de Noruega emitió un sello postal con su retrato y un fragmento de su novela Mysterien. El valor del sello es de veinticinco coronas noruegas, cantidad que en el mercado de divisas no alcanza los tres euros. Aunque menos da una piedra de la Gestapo.

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