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El árbol de los deseos cobra forma en el vestíbulo de Alcazabilla.
Con los mejores deseos para el Museo de Málaga

Con los mejores deseos para el Museo de Málaga

La Aduana construye un árbol de Navidad con las impresiones y los anhelos del público en su primera actividad

Regina Sotorrío

Viernes, 16 de diciembre 2016, 00:25

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Todos tenemos algo de voyeur, de interés por conocer la vida y los pensamientos de otros; y algo de eso hay cuando uno se asoma a esta actividad. Cada tarjeta abre por un segundo la puerta de una mente ajena y descubre cuál es su deseo, qué le preocupa, qué le interesa. Tras el anonimato que da un trozo de papel sin más, las personas se sinceran. Y por eso sabemos que un adolescente desea para 2017 «pasar de 4º de la ESO», que alguien en paro pide «paz para todos y trabajo para mí» y que alguna joven sueña con «conocer a Isco» el próximo año. Aspiraciones terrenales que se unieron a decenas de felicitaciones, recomendaciones e irónicas reflexiones en el árbol de Navidad que monta el Museo de Málaga en su primera actividad.

Los cables de acero colgados de la bóveda del vestíbulo de Alcazabilla se fueron cubriendo de tarjetas dedicadas por el público, a modo de bolas de Navidad en un árbol de líneas contemporáneas. Se les pedía su impresión del museo, y sus anhelos para el nuevo año. Y muchos hicieron gala de ingenio malagueño. «Ya tengo una pieza en el Museo de Málaga», escribía alguien junto a dibujo a bolígrafo que recordaba a un bodegón. «Es como un amante, hay que verlo a menudo», firmaba Pepe. «¿Nos habrán tomado ya en serio? Touché!», escribía Juanlu. «A pesar de Villalobos estamos aquí», se leía en otra nota.

Las «felicidades», «gracias» y «enhorabuena» se repetían en los mensajes. A Juan Ramón «y Lina, el primor de su mujer», apostillaba la nota, le pareció «increíble» la sección de Arqueología y «maravillosas» las pinturas. Paqui recordaba que fue allí mismo donde se sacó su primer DNI. «Por fin la historia se hace accesible. ¡Cultura por muchos siglos más!», decía Mario. María Díaz se confesaba una «malagueña feliz por el trabajo bien hecho». Y Jesús y Rosa expresaron su deseo de «tener salud para poder volver y enseñárselo a nuestros nietos». «Ya apostamos por preferir teatros romanos a Casas de la Cultura», se congratulaba un visitante. Los buenos deseos llegaban desde otras provincias («Un gran museo y un regalazo de 10 para Málaga», decía Joan de Barcelona) y de otros países («Lets be happy this Christmas for everybody all over the world», firmaba Andrew).

Se trata de involucrar al público en el museo pero, al mismo tiempo, sirve de herramienta para testar las opiniones de los primeros visitantes de forma espontánea. Y se leían varias sugerencias. Más de uno pedía que se revisara la política de acceso: «No a su gratuidad todos los días de la semana», «Se valoraría más cobrando» (la entrada es libre para todos los ciudadanos de la UE por el reglamento de los museos provinciales de titularidad estatal). Y alguien solicitaba «carteles de mayor talla» para poder leerlos con facilidad. «No todos somos jóvenes», añadía su nota.

Algunos mensajes tenían un destinatario muy concreto y otros un remitente singular. «Juan Carlos no ha estado aquí, pero va a flipar cuando venga. ¡Ven pronto de Londres! Te va a encantar». Quizás se encuentre entonces con Hiri V, uno de los ratones de fieltro que crea Andrés Richarte y que fotografía en cada lugar del mundo al que va. Ayer, tras la foto de rigor, escribió su mensaje: «Su alteza Hiri V espera que pronto se permita el acceso al público ratón». Por pedir...

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