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ALBERTO FERRERAS
Domingo, 7 de agosto 2016, 00:48
Han tenido que transcurrir 65 años para que una escultura olvidada haya recuperado la atención de su legítimo propietario, en este caso, Patrimonio Nacional. Y es que a finales de los 40, Francisco Franco mandó al escultor Juan de Ávalos 'afeitar' una representación en piedra de San Juan, a quien Ávalos había esculpido con barba, bigote y unos cuantos años de más. Todo ello en contra del criterio del general, quien tenía la idea del Juan el Evangelista que aparece descrita en el Nuevo Testamento, es decir, la de un joven dinámico, lozano y vigoroso. La escultura completa del San Juan ya esculpida, de monumental tamaño, iba a ser instalada en la base de la cruz del Valle de los Caídos, junto a los otros tres evangelistas (Mateo, Marcos y Lucas), algo que finalmente se hizo, salvo su envejecida cara, que tras ser desmontada y reemplazada por una más joven y sin barba, terminó desechada por el Consejo de Obras del monumento en una cuneta próxima a la basílica. Como publicó este periódico el pasado 19 de junio tras haberlo constatado meses antes, las piedras que componían la olvidada escultura habían permanecido más de seis décadas en el mismo lugar, sin que nadie se hiciera cargo de ellas.
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