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Interior del tholos de El Romeral.
Los Dólmenes de Antequera

Los Dólmenes de Antequera

Encontrar en un mismo sitio un dolmen de cada uno de tres tipos no ocurre en ningún otro sitio; y la escala de los monumentos no se sobrepasa en ningún otro sitio

Michael Hoskin

Viernes, 15 de julio 2016, 02:19

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En la Edad Media de la Piedra (Mesolítica), los pueblos eran cazadores-recolectores. Llegaron a un valle, lo expoliaron por la fruta y frutos secos que encontraron, cazaron y comieron los animales, y después siguieron su camino al siguiente valle. Si moría alguien durante este tiempo, había poco que hacer para mostrar su respeto por el cadáver, salvo, quizás, guardarlo en una cueva y cubrirlo con piedras.

El descubrimiento del pastoreo y agricultura trajo consigo la Edad Moderna de la Piedra (Neolítico). Entonces las personas se asentaron permanentemente en un sitio. Sabían de dónde venía su próxima comida; y podrían tratar a sus muertos con el respeto debido. Tenían dos posibilidades: poner el cuerpo en una tumba individual como hacemos nosotros, o construir una o más tumbas comunes de piedra (dólmenes) que podrían acoger los cuerpos de los miembros de una familia entera, o incluso un clan. Curiosamente, por toda Europa y el Mediterráneo, todos los pueblos neolíticos eligieron construir dólmenes.

Cuando los arqueólogos estudian los dólmenes, casi todas las opiniones son cualitativas: el tipo de cerámica, la ropa, los huesos que se encuentran. Pero hay un aspecto de un dolmen que es cuantitativo: la dirección hacia la que se orienta. Un dolmen debe tener una entrada que se pueda abrir para poder depositar el cuerpo de alguien que ha muerto, así que tiene una orientación. Convencionalmente, un dolmen que mira hacia el norte tiene orientación 0º, uno que mira al este 90º, etcétera.

Casi todos lo dólmenes son de uno de los dos tipos. La mayoría son megalíticos, hechos de un número pequeño de losas grandes de piedra. Típicamente hay una losa de cabecera, dos o tres piedras verticales en cada lado, una piedra vertical de entrada con un agujero cortado, y una o más losas horizontales para formar el techo. En Montefrío, a medias entre Antequera y Granada, hay un sitio con unos 41 dólmenes megalíticos.

Otras tumbas se construyeron con un número más grande de piedras pequeñas, y a estas las llaman tholos, una palabra griega utilizada para describir tumbas parecidas encontradas en Grecia. Un tholos típico tiene un círculo de piedras al nivel de suelo. Encima hay otro círculo de piedras y éste tiene el diámetro un poco más pequeño. Encima de éste hay otro círculo de piedras y el diámetro también es algo más pequeño. Y así. Puesto que los diámetros son cada vez menores, el techo que se crea se inclina hacia arriba y hacia dentro, y el resultado es un edificio en forma de colmena. En Los Millares, cerca de Almería, hay unos 48 tumbas de tipo tholos.

Muy ocasionalmente se construía un gran dolmen aislado, aunque la gran mayoría se hicieron en grupos. Y puesto que cada dolmen tiene su orientación, podemos medir las orientaciones de todos los dólmenes de un grupo y después estudiar los números que hemos encontrado. En teoría, es posible que la colección sea de números aleatorios, pero en realidad eso no ocurre nunca: los constructores siempre siguieron una costumbre cuando eligieron la orientación de un dolmen nuevo. Quizás podamos entender la motivación detrás de esta costumbre. Resulta que en Iberia muchos dólmenes, sean megalíticos o tholos, están orientados hacia puntos donde sale el sol en algún momento del año.

En Iberia, salvo algún dolmen aislado excepcional, encontramos numerosas colecciones de dólmenes, todos del mismo tip: megalíticos en Montefrío, tholos en Los Millares. Todos, salvo en Antequera. Allí tenemos un dolmen megalítico enorme (Menga), un tholos enorme (El Romeral) y un dolmen enorme de una construcción muy excepcional (Viera). Encontrar en un mismo sitio un dolmen de cada uno de tres tipos no ocurre en ningún otro sitio; y la escala de los monumentos no se sobrepasa en ningún otro sitio.

Puesto que sólo tenemos un dolmen de cada tipo, no tenemos una serie de orientaciones que nos pueda revelar los motivos en las cabezas de los constructores, así que hay un límite a lo que podemos decir para explicar las orientaciones. Viera se orienta más o menos al este como muchos dólmenes, dentro de la zona de la salida del sol. El Romeral se orienta sur-sur-oeste, una orientación poco usual en un dolmen de Iberia, pero común en el sur de Francia. Pero Menga es especial, porque se orienta hacia el noreste, en una dirección donde nunca se ve el sol. Esta orientación es totalmente insólita. Pero cuando miramos desde dentro del dolmen de Menga la razón de la orientación es evidente: se orienta hacia la montaña extraordinaria, la Peña de los Enamorados, que es muy conocida como sitio prehistórico y que tiene la forma rara e inquietante de un gigante dormido. Menga bien puede ser el único dolmen en Iberia cuya orientación tiene una motivación terrestre en vez de celestial.

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